Reseña personal: La
máquina de pensar y otros diálogos literarios
de Alfonso Reyes Ochoa (escritor y diplomático mexicano, 1889-1959)
y Jorge Luis Borges (escritor argentino, 1899-1986) es el volumen
número diecinueve publicado por la Asociación Nacional del Libro A.
C. con motivo del Día Nacional del Libro (en México) que se celebra
cada 12 de noviembre, conmemorando el natalicio de Sor Juana Inés de
la Cruz. Se distribuyó de manera gratuita en esa misma fecha, en
1998, bajo la premisa de “promover
el hábito de la buena lectura y mejorar el nivel de educación.”
Sin duda un buen esfuerzo por hacerlo, pero habrá que investigar que
ha sucedido con la mayoría de los ejemplares.
Encontré
uno de estos libros a principios de año, en una biblioteca pública.
No sabía de su existencia, pero el simple título en la portada fue
suficiente para sentir la necesidad de leerlo y, por supuesto,
reseñarlo.
El
libro es una compilación de ensayos de ambos autores, los de Borges
proceden de sus publicaciones en la revista de Buenos Aires El
Hogar
(que se encuentran reunidas en Textos
Cautivos, por
Tusquets Editores) y los textos de Reyes de diversas revistas y
diarios que después de reunieron en sus Obras
completas,
publicadas por el FCE. Estas obras van construyendo un gran diálogo
entre estos dos geniales escritores a través de temas, otros
autores, lecturas y diferentes obras de las cuales disertan y
departen con un conocimiento y una filosofía particulares y únicas
que forman redes de vínculos de diversa índole y fuerza que siempre
vuelven ese 'diálogo' continuo y profundo: los autómatas
ajedrecistas de los siglos XVI Y XVIII, la novela policial, el
lenguaje, la fantasía, Utopias,
Unamuno, Chesterton, Wells, los Huxley, Eliot...
La
amistad que existió entre Reyes y Borges tuvo una duración de más
de tres décadas, durante las cuales Borges siempre vio a Reyes como
un admirable y preciado maestro del que llegó a expresar: “Es
probable que haya influido en mi manera de escribir. Para mí, el y
Groussac han sido los principales renovadores de la prosa moderna en
lengua española.”
Antes
de conocerse en persona, Borges le envió a Reyes, en 1924, un
ejemplar de Fervor en
Buenos Aires, su primer
libro de poesía, publicado en 1923. Fue hasta 1927 que, tras el
viaje de Reyes a Buenos Aires como embajador de México en Argentina,
lograrían crear un fuerte vínculo de amistad y admiración mutuos
nacido de las letras. Reyes le escribió a Borges, tras leer El
Aleph, en una de sus
cartas de 1949: “Usted me ha reconciliado con las letras”.
En los últimos 4 textos,
en el Epílogo, se encuentran algunas de los textos que se
escribieron mutuamente. El último de ellos fue escrito por Borges,
pocos años después de la muerte de Reyes, a manera de cierre de los
diálogos. El respeto y la admiración que se inspiraban entre ellos
sin duda son una gran muestra de lo que escritores trascendentales
pueden expresar cuando su genio creativo encuentra un parangón.
A continuación, el
Índice onomástico hace gala de más de doscientos nombres que hacen
acto de aparición en los diálogos por orden alfabético, que van
desde Aristófanes, Amadís y Artaud hasta Wilde, Woolf y Zola. Para
finalizar, el índice de obras es una gran lista de recomendaciones
literarias para tener en cuenta y añadir a esa lista interminable
que todo buen lector debe tener, donde se encuentran títulos como
Fedra, Madame Bovary, El suicida o Los viajes
de Gulliver.
Para terminar, transcribo
dos fragmentos de la nota preliminar que resumen a la perfección el
libro:
Este libro pretende
recordar a estos dos esforzados,
eruditos y curiosos
formadores de nuestra conciencia,
sobre todo, como dos
grandes lectores.
De eso se ocupa la
máquina de pensar:
de dar testimonio, así
sea azaroso y fragmentario,
de unas muy pocas de
las muchas lecturas que,
cada quien por su
cuenta, Reyes y Borges compartieron.
Estas
frases son indispensables en estos diálogos, pues a través
de ellas se condensa gran parte del pensamiento de los autores:
“Cada referencia abre
nuevos horizontes; todos los senderos de bifurcan; todas las sombras
convocadas en esta asamblea son grata compañía.” Felipe Garrido
en la Nota preliminar, p. 13.
“Su pública y famosa
inutilidad no disminuye su interés.” Borges, p. 15.
“El escritor solía
exagerar lo desagradable para obtener efectos terroríficos o
grotescos.” Borges, p. 29.
“(leer) me permite
satisfacer esa necesidad de desdoblamiento psicológico que todos
llevamos dentro...” Reyes, p. 32.
“Los antiguos retóricos
se acercaron muchas veces (y el primero, Aristóteles) a este tema de
la relación entre el lícito engaño literario y la dimensión del
poema.” Reyes, p. 32.
“Todos devoran un libro
de escándalo, aunque sea de pésima literatura.” Reyes, p. 34.
“Krutch exclama (¡y
con cuánta razón!): “Acaso se inicia la decadencia de la novela
el día que el novelista se propone discernir conscientemente entre
lo importante y lo interesante. Sí: la golosina puede
hartar e indigestar. Pero es un pésimo síntoma de salud preferir,
en sí, la purga a la golosina.” La novela policial es el género
clásico de nuestro tiempo.” Reyes, p. 36
“La convalecencia y las
fantasías criminológicas se llevan bien...” Borges, p. 38.
“'...'la palabra
interior'. Vago antecedente de la escritura sonambúlica
suprarrealista...” Borges, p. 45.
“Se dice que a un autor
debemos buscarlo en sus obras mejores; podría explicarse (paradoja
que no hubiera desaprobado Unamuno) que si queremos conocerlo de
veras, conviene interrogar las menos felices, pues en ellas -en lo
injustificable, en lo imperdonable- está más el autor que en
aquellas otras que nadie vacilaría en firmar.” Borges, p. 55.
“No es imposible (y sin
duda es ofensivo) asimilar todos los géneros literarios a la novela.
El cuento es un capítulo virtual, cuando no es un resumen; la
historia es una antigua variedad de la novela histórica; la fábula,
una forma rudimental de la novela de tesis; el poema lírico, la
novela de un solo personaje, que es el poeta.” Borges, p. 57.
“Esa omnipresencia de
un yo, esa continua difusión de un alma en las almas, es una de las
operaciones del arte, acaso la esencial y la más difícil. Yo
entiendo que Unamuno es el primer escritor de nuestro idioma. Su
muerte corporal no es su muerte; su presencia, discutidora, gárrula,
atormentada, a veces intolerable, está con nosotros.” Borges, p.
58.
“Ya decía Montaigne
que el sumo goce tiene más de severidad que se alegría. “ Reyes,
p. 66.
“Los personajes van sin
la defensa de la epidermis, como en los desollados del maestro
flamenco.” Reyes, p. 66.
“El efecto artístico
puede resultar algo enturbiado, sin dejar nunca de ser excelso.”
Reyes, p.67.
“El hombre no descubre
el mundo de una vez para siempre, sino a través de renovadas
sorpresas.” A. Reyes, p. 69.
“La solución, en las
malas ficciones policiales, es de orden material: una puerta secreta,
una barba suplementaria. En las buenas, es de orden psicológico: una
falacia, un hábito mental, una superstición.” Borges, p. 71.
“Yeats declara en un
verso, olímpicamente: “No hay un imbécil que pueda tratarme de
amigo”. Chesterton lo pondera, y añade: “En cuanto a mí,
supongo que hay muchos imbéciles que pueden tratarme de amigo y
también -reflexión más edificante- muchos amigos que pueden
tratarme de imbécil.” Borges, p. 75.
“...dotados
provisionalmente de albedrío, como los títeres humanos.” Reyes,
p. 77.
“La felicidad no es un
estado, sino un cambio de estado.” (Darwin el nieto) Reyes, p. 77.
“...el aristócrata de
Anatole France (Los dioses tienen sed) se ganaba la vida
fabricando muñecos para el guiñol y solía repetir: “Yo soy un
dios piadoso, yo no concedo alma a mis criaturas.”” Reyes, p. 78.
“...pasaje de Julián:
“La continua corriente vital llamada género humano está rota en
pedacitos aislados llamados individuos.”” Borges, p. 81.
“Las doctrinas de la
predestinación, del pecado original, de la depravación innata del
hombre, de la desdicha de de los más, del reino de Satán en la
tierra, de un demiurgo malévolo, me parecen (por extravagante que
sea su forma) mucho más razonables que nuestra ilusión liberal de
que todos los chicos nacen buenos y de que luego los deteriora el
ejemplo de una sociedad corrompida... Tampoco puedo creer que la
Providencia sea un oculto filántropo y que todo, a la larga,
mejorará.” Borges, p. 83.
“Ante el suicidio de
cierto enamorado del mundo cuyo caso analizaba yo en algún libro, me
escribía Unamuno: “Esos que aman la Vida, así con mayúscula,
acaban suicidándose.” Reyes, p. 98.
“Y cuanto no se cuenta
con una isla al tamaño de los deseos, será porque se ha dispuesto,
para mayor seguridad, de otro planeta.” Reyes, p. 131.
“Para eludir una total
desesperación, resolvió pensar en el Universo: procedimiento
general de los desdichados, y a veces bálsamo.” Borges, p. 137.
“Borges es un mago de
las ideas. Transforma todos los motivos que toca y los lleva a otro
registro mental. Los solos libros de sus títulos hace reflexionar
sobre una nueva dimensión de las cosas y parece que nos lanza a un
paseo por la estratosfera: El tamaño de mi esperanza,
Historia de la eternidad, Historia universal de la infamia,
etcétera.” Reyes, p. 146.
“Pero yo estoy
arrepentido de casi todo lo que yo escribo, cada uno escribe lo que
puede y no lo que quiere.” Borges, p. 150.
“Reyes ha sido uno de
los mayores escritores de las diversas literaturas cuyo instrumento
es la lengua española.” Borges, p. 151.
“La memoria de Alfonso
Reyes (...) era virtualmente infinita y le permitía el
descubrimiento de secretos y remotas afinidades, como si todo lo
escuchado o leído estuviera presente, en una suerte de mágica
eternidad.” Borges, p. 157.