Cast Zam (Querétaro, 1991) es un talentoso fotógrafo y diseñador gráfico de la ciudad de Querétaro. Se enfoca en el diseño editorial y el branding.
Cast Zam
The Travel Journal es, como él lo define, un proyecto fotográfico a manera de diario para registrar su viaje a través de Chile:
Ésta es la página de sus bellos proyectos de diseño e increíble fotografía, y éste es su sitio en VSCO.
Tuve la fortuna de redactar algunas líneas para este proyecto, que me pareció magnífico desde el inicio:
Éstas son algunas de las magníficas fotografías de su proyecto:
Postales, timbres de correo, fotografías enmarcadas y una selección de las mismas publicadas en un pequeño y hermoso book estarán a la venta próximamente.
En el número 653 de Laberinto, el suplemento cultural del periódico Milenio, se publicó el 19 de diciembre mi cuento "Carta de bienvenida" como una de las 6 perlas navideñas reunidas para conmemorar estas fechas. Elizabeth Bishop, Jonathan Minila, Lorel Manzano, Maritza M. Buendía y Maira Colín son los otros autores de perlas con los que comparto páginas.
"Carta de bienvenida" es un cuento breve inspirado en un antiguo reino escocés y las celebraciones paganas que dieron origen a la Navidad del cristianismo.
Pueden leer la versión digital en este enlace del suplemento, y las otras perlas navideñas y el número completo en el sitio de Laberinto en Issuu.
Thomas Windisch, hospital psiquiátrico abandonado en Italia
El texto de este mes para Irreverencias maravillosas, mi columna mensual en la Revista VozEd, es un compendio de la (muchas veces sombría) historia de los principales manicomios y hospitales psiquiátricos del mundo como el Charenton, en Francia, el Manicomio di Mombello, en Italia, o La Castañeda, en México.
La versión completa del texto se encuentra en este enlace de la revista.
La locura a través de los siglos
La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia. Edgar Allan Poe
LOS MANICOMIOS ERAN centros de reclusión para los enfermos mentales que tiempo después se transformaron en hospitales psiquiátricos. Manicomio viene del vocablo manía y del griego cuidar: era el espacio designado para vigilar y atender a quienes sufrían de un padecimiento designado como locura, término aplicado a todos aquellos que sufrían de delirios o trastornos psicológicos.
Antes de la existencia de los manicomios, durante el siglo XIV, en ciertos hospitales de Suecia, Italia, Polonia y Alemania se destinaban algunas habitaciones para el aislamiento de los enfermos mentales. El Hospital Real de Bethlem, en Londres, fundado en 1330 tras haber fungido durante 83 años como priorato, se convirtió algunas décadas después en el primer hospital psiquiátrico europeo. Los terribles acontecimientos en dicho lugar han inspirado libros, series de televisión y películas como Bedlam (1946, Boris Karloff), palabra que fue usada como apodo para el hospital y cuya acepción es caos o confusión, pues durante sus primeros años resaltó el trato inhumano y los abusos hacia los pacientes, mismos que fueron condenados por la reforma psiquiátrica siglos después.
Fotografía del Manicomio di Colorno por Thomas Windisch
En 1410 se inauguró el Hospital de los Pobres Inocentes en Valencia, donde por primera vez se consideró como una enfermedad a la locura. El trato humanitario y los procedimientos médicos para los pacientes designados como curables o incurables significaron un cambio radical para la psiquiatría. Este modelo de hospital se estableció en otras ciudades españolas e incluso llegó a México en 1567, con la fundación del Hospital de San Hipólito, en funciones hasta 1910.
En 1645 se fundó el manicomio Charenton, en Francia, famoso también a principios del siglo XIX por el trato caritativo a sus pacientes. Ahora se conoce como el Hospital Esquirol. A finales de 1800 Philippe Pinel, un médico especializado en trastornos psicológicos, al ser nombrado jefe del manicomio de Bicertre (el área masculina del Hospital de la Pitié-Salpêtrière, fundado en 1656 en París) prohibió el uso de las cadenas y pidió al personal ser bondadosos con los enfermos. Este hospital atendía principalmente a vagabundos y pobres, y fue el primero en designar áreas para hombres, mujeres y niños.
Fotografía del Manicomio di Colorno por Thomas Windisch
En 1687 se fundó en la ciudad de México el Hospital del Divino Salvador, que sólo albergaba mujeres. En 1796 se estableció el York Retreat, en Inglaterra, popular por dar un trato humano y ético a los enfermos mentales, modelo imitado en los psiquiátricos del resto del mundo y que actualmente sigue vigente. En 1811 se fundó el Hospital General de Massachusetts, con una división para psiquiatría. Durante 1850 se construyeron en Estados Unidos más de 200 hospitales psiquiátricos de arquitectura palaciega, con inmensas y encantadoras fachadas que recluían todo tipo de horrores, y que tan sólo un siglo más tarde albergaban a 500 mil personas. Debido al hacinamiento y las condiciones deplorables, los padecimientos de los pacientes dentro de estas instituciones no mejoraban en absoluto.
En 1873 se fundó el Manicomio di Mombello, en Italia, uno de los más grandes en su país, y su capacidad máxima fue de 3,000 personas. Cerró sus puertas en 1999 y actualmente el edificio se mantiene en pie y abandonado.
Fotografía del Manicomio di Colorno por Thomas Windisch
La Castañeda, hospital psiquiátrico fundado en 1910 en la ciudad de México, fue conocido como el Palacio de la locura, y su arquitectura trató de imitar la del Charenton de París. A él fueron enviados los internos del San Hipólito y las internas del Hospital del Divino Salvador. Dos meses después de su inauguración, la Revolución Mexicana modificó las funciones del hospital, convirtiéndolo en un asilo que refugiaba alcohólicos, criminales, mendigos, prostitutas y enfermos mentales en los mismos espacios. Las condiciones extremas, la falta de recursos, la ineficacia de sus brutales tratamientos (como la terapia electroconvulsiva y la reclusión prolongada), el ambiente de violencia y alojar al triple de pacientes en sus múltiples pabellones derribaron los ideales de progreso y modernidad con que fue fundado. Este Palacio también fue testigo de una historia surrealista en los años 40, la del estrangulador de Tacuba, Gregorio Cárdenas, considerado décadas después como un «gran ejemplo» para el país en el homenaje que le rindió la Cámara de diputados (del PRI) de la época. Cuando en 1968 demolieron los 21 edificios que lo conformaban, justo meses antes de la Matanza de Tlatelolco y de los Juegos Olímpicos celebrados durante el mismo año en el país, la fachada se vendió momentos antes de las detonaciones y fue trasladada en su totalidad a otra construcción en el Estado de México, donde permanece hasta ahora como el único recuerdo del Palacio.
Fachada de La Castañeda
Jardines y pabellones
Internos (fotografía del acervo de la Fototeca Nacional)
Las leyes generales de sanidad que iniciaron en los años 60 en Europa, abogaban por un trato humano y mucho más justo para los enfermos mentales, que contemplara la rehabilitación y reinserción como uno de sus principales objetivos. Fue así como los manicomios comenzaron a cerrar sus puertas, y la mayoría de los enfermos se convirtieron en pacientes de sus familiares. A pesar de que tampoco contaran con el medicamento o los elementos necesarios para su tratamiento, con el tiempo se han demostrado ciertos avances. Asylum (The Mit Press, 2009) es un libro de fotografías de manicomios estadounidenses abandonados que incluye un ensayo sobre el tema y puede ser considerado como un documento histórico, y el fotógrafo y explorador urbano Thomas Windisch visitó durante dos años manicomios italianos tras aplicarse estas nuevas leyes en la década de los 70, recopilando la fascinante obra en su página en internet.
Estudiar las funciones cerebrales y conocer las causas de estos padecimientos permitió su tratamiento y prevención, logrando que los trastornos de conducta, las enfermedades mentales o la discapacidad intelectual sean tratados de una manera mucho más eficaz y especializada. La rehabilitación psicosocial ha permitido la reinserción adecuada de pacientes con enfermedades crónicas como la esquizofrenia o la bipolaridad, pero aún existen centros psiquiátricos que se mantienen en la sombra del trato cruel de los manicomios de varios siglos atrás.~
El domingo 6 de diciembre se publicó en el periódico Milenio (Jalisco) mi texto titulado "La atracción que inquieta: encontrar la belleza en cosas raras e imperfectas". Éste fue mi primer texto publicado en un medio impreso de tal magnitud, y sobra decir que quedé fascinada cuando el último día de la FIL de Guadalajara, al tomar y abrir uno de los ejemplares, encontré mi texto acompañado de unas bellísimas imágenes. Escribir sobre temas que me apasionan y llegar a miles de lectores es lo más satisfactorio.
Victoria Modesta, Aimee Mullins, cuerpos hermosos y mutilados, algunos detalles de la historia de los freak shows e informaciónsobre las prótesis modernas, temáticas sobre las que anteriormente escribí en este año (en enero ("La fragmentación del cuerpo") y en noviembre ("La afinidad con lo singular") para mi columna mensual Irreverencias Maravillosas, en VozEd, están presentes en estas letras.
El texto lo pueden leer en el sitio web de Milenio en la sección de Tendencias, en este enlace.
El sábado 28 de noviembre tuve el placer de presentar el libro de cuento Los que hablan a gritos junto con su autor, Josemaría Camacho, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2015.
Esta presentación fue peculiar porque después de las palabras que ambos le dedicamos a Los que hablan a gritos, nos interrogamos para precisar algunos aspectos y criterios de nuestra creación literaria y otros temas relacionados con la literatura.
El texto que leí en la presentación está integrado en la reseña.
Los
que hablan a gritos
(Fondo Editorial Tierra Adentro, 2015) de Josemaría Camacho (ciudad de México,
1979) es el segundo libro de relatos publicado por el
autor y reúne siete cuentos que comparten escenarios sombríos donde los personajes viven bajo una presión constante, y en algún punto deben encontrar la evasión perfecta para poder continuar respirando. En estas páginas, Camacho describe fotografías, postales decadentes de un país que se ha convertido en su totalidad en una escena del crimen.
El autor declara que aquellos que son tocados por la violencia pueden reaccionar de dos formas: con un grito o con una conmoción silenciosa, un mutismo que pareciera igualar a las víctimas y a quienes han aceptado la agresión y la crueldad como algo común, incluso esperado. El grito manifiesta una imposición, es la necesidad de elevar la voz sobre factores externos, que acalla la mente propia pero también las múltiples voces que ahí se encuentran, éstas presentes no como un símbolo de locura, sino como consciencia de los demás.
Entre las imágenes descritas se encuentran el retrato fiel de una catástrofe histórica en la ciudad de México en el 85, narrada desde la perspectiva de un protagonista alienado que, a pesar de la desgracia, no reconoce la magnitud del desastre ni al estar en su epicentro, desastre en que las vidas que no se esfumaron quedaron eternamente marcadas.
En “La presencia” encontramos el
imaginario religioso convertido en lastre y la veneración de una figura
antiquísima que representa el suplicio, similar a la fotografía donde aparece
un hombre oriental en éxtasis que está siendo torturado y en la que se inspiró
Salvador Elizondo para escribir Farabeuf.
En el cuento “Manu”, uno de los
personajes, para justificar la atracción infantil hacia la violencia, dice:
“Así es el ser humano. Siempre ha mezclado el juego y la guerra”. Encontramos entonces el juego y la guerra
unidos por la imperante necesidad eterna de establecer siempre niveles de poder, rangos, jerarquías.
“Estación Eloy” relata cómo incluso
un objeto puede ser más perceptivo y empático con su usuario que otro ser
humano, justo como el carrito malévolo de supermercado con voluntad propia de
uno de los cuentos de César Aira.
“La eternidad” muestra a la Historia condenada a perpetuarse en aleaciones de metales, en una figura ignorada por la mayoría pero que en un proceso inverso al síndrome de la estatua trata de recobrar el poder que poseía en el pasado. La siguiente frase de los directores de cine Chris Marker y Alain Resnais es perfecta para este relato: "Cuando los hombres mueren, se vuelven historia. Cuando las estatuas mueren, se vuelven arte".
Los que hablan a gritos demuestra que la
violencia se ha vuelto la norma, se ha desplazado e irrumpido de tal manera en nuestras vidas,
que actualmente lo raro es no haberla experimentado en cualquiera de sus
formas, lo mismo como protagonistas que cómo testigos.
En este enlace pueden leer "Mercedes sale de su casa", otro de sus cuentos publicado en su blog. Pueden comprar este libro en Amazony en las librerías de EDUCAL.
Para concluir, transcribo mis frases favoritas del libro:
Los que hablan a
gritos
“Los fieles volvían flacos y
ligeros, con el cuerpo –y a veces también con el alma– reducido a su mínima
expresión.” P. 21
“La gente le tenía un respeto que se
parecía mucho al miedo.” P. 26
“Somos yaquis, somos gente que sabe
gritar cuando es necesario, que sabe defenderse.” P. 28
“Estaba convencido de que la
violencia, física o psicológica, era necesaria para sacar de su ignorancia a
algunas personas.” P. 30
“El escándalo de las aguas era
insoportable. De ahí que comenzaran a llamarles yaquis, que significa, en esa lengua desposeída y rasgada que
usaban, los del río que hablan a gritos.”
P. 30
“La gente quiere saber cuándo
alguien se ha acostado con quien no le corresponde. Así es la naturaleza
humana. El morbo es una condición necesaria para la propagación de una noticia
en cualquier sitio.” P. 34
“Miraba siempre por la ventana o,
más bien, miraba la ventana como lo hacen los pasajeros de conciencia
intranquila.” P. 34
“Tenía la mirada perdida. Quizá
también la esperanza.” P. 41
El
derrumbe
“…más que miedo era pavor” p. 52
“…estaba que se lo llevaba el carajo,
pero por dentro. Por fuera había logrado anestesiarse con el brandy.” P. 54
“Si no te tira un gancho, te tira la
misma tierra.” P. 56
La
presencia
“Era un agüero terrible, un testigo
recurrente o quizás simplemente un voyeur.”
P. 57
“Nunca volteaba a verlo. Casi nadie
lo hacía, acaso por respeto, por temor o por olvido.” P. 58
“Su figura capturada en un momento pleno
de dolor.” P. 58
“Nunca se preocupó por entender la
distancia entre Cristo y su imagen tallada en madera.” P. 59
“Sus miedos, igual que sus
creencias, eran siempre de corte místico, relacionados con el final de los
tiempos, el juicio último, el rostro de Dios Padre o las garras de Belcebú.” P.
62
“Dios como un cáncer, como un poder
caprichoso que se divierte haciendo sufrir a quienes no lo merecen, que apuesta
con soberbia la vida de algunas personas para poner a prueba la fe de otras.”
P. 64
Manu
“…jefe, dicho así, como regañando
anticipadamente a los subordinados desde la primera letra. Una jota que era ya
un rasguño, un oprobio, una ofensa disfrazada de resbaladilla.” P. 69
“…no es correcto aunque sea normal.”
P. 75
“…brindaban porque el futuro del país
no fuera el que se antojaba más próximo: un doloroso y desolador rastro
humano.” P. 78
La
eternidad
“Estaba en el punto medio entre el
miedo y el morbo.” P. 83
“Quizá era un ser divino o
semidivino. O por lo menos improbable y único.” P. 83
Estación
Eloy
“…memorizando de forma inconsciente y
calculando de manera primitiva.” P. 91
“…intuyendo el tiempo y el espacio
sin llegar a entenderlo realmente. Su materia, su espíritu y la enorme máquina
que ambos acarrean como un segundo cuerpo, son una acción.” P. 92
“Las cosas mismas parecían nerviosas
en las manos de Rodrigo, como trémulas, en espera de un salto final que las
haría volar por los aires y aterrizar hechas añicos.” P. 95
“Tenía esa sensación que genera la
mediocridad en los espíritus emprendedores, que oscila entre ternura,
repulsión, comprensión y lástima, en proporciones semejantes.” P. 96
“…hay personas que tienen la función
de permanecer siempre abajo para que los demás puedas ascender, para que el
orden del mundo se conserve.” P. 96
"El pájaro azul", cuento de Rubén Darío (escritor y diplomático nicaragüense, 1867-1916), fue escrito en 1886 y se publicó en su libro Azul... dos años después, libro con el que se consolidó como escritor y gran exponente del modernismo.
El color azul ha significado, a lo largo de la historia, tristeza, y se relaciona con la nostalgia, la melancolía y la depresión. No hay mejor ejemplo de lo anterior que este cuento de Darío.
Es imposible no mencionar también el poema que Charles Bukowski publicó en 1992 (dos años antes de su muerte): "Bluebird", uno de mis favoritos. Pueden leerlo completo y ver su video animado en este enlace. Existe también una versión del poema leído por Tom O'Bedlam, un personaje que suele prestar su encantadora y fuerte voz para leer poemas en Youtube.
Darío, con su pájaro azul en la cabeza, y Bukowski, con el suyo en el corazón, revelan uno de los padecimientos más frecuentes de los escritores.
...there's a bluebird in my heart that
wants to get out but I'm too clever, I only let him out at night sometimes when everybody's asleep.
Ilustración de Ryan Milner basada en el poema de Charles Bukowski "Bluebird".
Y ahora, el cuento.
El pájaro azul
París es teatro divertido y terrible. Entre los concurrentes al café Plombier, buenos y decididos muchachos -pintores, escultores, poetas- sí, ¡todos buscando el viejo laurel verde!, ninguno más querido que aquel pobre Garcín, triste casi siempre, buen bebedor de ajenjo, soñador que nunca se emborrachaba, y, como bohemio intachable, bravo improvisador.
En el cuartucho destartalado de nuestras alegres reuniones, guardaba el yeso de las paredes, entre los esbozos y rasgos de futuros Clays, versos, estrofas enteras escritas en la letra echada y gruesa de nuestro amado pájaro azul.
El pájaro azul era el pobre Garcín. ¿No sabéis por qué se llamaba así? Nosotros le bautizamos con ese nombre.
Ello no fue un simple capricho. Aquel excelente muchacho tenía el vino triste. Cuando le preguntábamos por qué cuando todos reíamos como insensatos o como chicuelos, él arrugaba el ceño y miraba fijamente el cielo raso, nos respondía sonriendo con cierta amargura...
-Camaradas: habéis de saber que tengo un pájaro azul en el cerebro, por consiguiente...
* * *
Sucedía también que gustaba de ir a las campiñas nuevas, al entrar la primavera. El aire del bosque hacía bien a sus pulmones, según nos decía el poeta.
De sus excursiones solía traer ramos de violetas y gruesos cuadernillos de madrigales, escritos al ruido de las hojas y bajo el ancho cielo sin nubes. Las violetas eran para Nini, su vecina, una muchacha fresca y rosada que tenía los ojos muy azules.
Los versos eran para nosotros. Nosotros los leíamos y los aplaudíamos. Todos teníamos una alabanza para Garcín. Era un ingenuo que debía brillar. El tiempo vendría. Oh, el pájaro azul volaría muy alto. ¡Bravo! ¡bien! ¡Eh, mozo, más ajenjo!
* * *
Principios de Garcín:
De las flores, las lindas campánulas.
Entre las piedras preciosas, el zafiro. De las inmensidades, el cielo y el amor: es decir, las pupilas de Nini.
Y repetía el poeta: Creo que siempre es preferible la neurosis a la imbecilidad.
* * *
A veces Garcín estaba más triste que de costumbre.
Andaba por los bulevares; veía pasar indiferente los lujosos carruajes, los elegantes, las hermosas mujeres. Frente al escaparate de un joyero sonreía; pero cuando pasaba cerca de un almacén de libros, se llegaba a las vidrieras, husmeaba, y al ver las lujosas ediciones, se declaraba decididamente envidioso, arrugaba la frente; para desahogarse volvía el rostro hacia el cielo y suspiraba. Corría al café en busca de nosotros, conmovido, exaltado, casi llorando, pedía un vaso de ajenjo y nos decía:
-Sí, dentro de la jaula de mi cerebro está preso un pájaro azul que quiere su libertad...
* * *
Hubo algunos que llegaron a creer en un descalabro de razón.
Un alienista a quien se le dio noticias de lo que pasaba, calificó el caso como una monomanía especial. Sus estudios patológicos no dejaban lugar a duda.
Decididamente, el desgraciado Garcín estaba loco.
Un día recibió de su padre, un viejo provinciano de Normandía, comerciante en trapos, una carta que decía lo siguiente, poco más o menos:
"Sé tus locuras en París. Mientras permanezcas de ese modo, no tendrás de mí un solo sou. Ven a llevar los libros de mi almacén, y cuando hayas quemado, gandul, tus manuscritos de tonterías, tendrás mi dinero."
Esta carta se leyó en el Café Plombier.
-¿Y te irás?
-¿No te irás?
-¿Aceptas?
-¿Desdeñas?
¡Bravo Garcín! Rompió la carta y soltando el trapo a la vena, improvisó unas cuantas estrofas, que acababan, si mal no recuerdo:
¡Sí, seré siempre un gandul,
lo cual aplaudo y celebro,
mientras sea mi cerebro
jaula del pájaro azul!
* * *
Desde entonces Garcín cambió de carácter. Se volvió charlador, se dio un baño de alegría, compró levita nueva, y comenzó un poema en tercetos titulados, pues es claro: El pájaro azul.
Cada noche se leía en nuestra tertulia algo nuevo de la obra. Aquello era excelente, sublime, disparatado.
Allí había un cielo muy hermoso, una campiña muy fresca, países brotados como por la magia del pincel de Corot, rostros de niños asomados entre flores; los ojos de Nini húmedos y grandes; y por añadidura, el buen Dios que envía volando, volando, sobre todo aquello, un pájaro azul que sin saber cómo ni cuándo anida dentro del cerebro del poeta, en donde queda aprisionado. Cuando el pájaro canta, se hacen versos alegres y rosados. Cuando el pájaro quiere volar abre las alas y se da contra las paredes del cráneo, se alzan los ojos al cielo, se arruga la frente y se bebe ajenjo con poca agua, fumando además, por remate, un cigarrillo de papel.
He ahí el poema.
Una noche llegó Garcín riendo mucho y, sin embargo, muy triste.
* * *
La bella vecina había sido conducida al cementerio.
-¡Una noticia! ¡una noticia! Canto último de mi poema. Nini ha muerto. Viene la primavera y Nini se va. Ahorro de violetas para la campiña. Ahora falta el epílogo del poema. Los editores no se dignan siquiera leer mis versos. Vosotros muy pronto tendréis que dispersaros. Ley del tiempo. El epílogo debe titularse así: "De cómo el pájaro azul alza el vuelo al cielo azul".
* * *
¡Plena primavera! Los árboles florecidos, las nubes rosadas en el alba y pálidas por la tarde; el aire suave que mueve las hojas y hace aletear las cintas de los sombreros de paja con especial ruido! Garcín no ha ido al campo.
Hele ahí, viene con traje nuevo, a nuestro amado Café Plombier, pálido, con una sonrisa triste.
-¡Amigos míos, un abrazo! Abrazadme todos, así, fuerte; decidme adiós con todo el corazón, con toda el alma... El pájaro azul vuela.
Y el pobre Garcín lloró, nos estrechó, nos apretó las manos con todas sus fuerzas y se fue.
Todos dijimos: Garcín, el hijo pródigo, busca a su padre, el viejo normando. Musas, adiós; adiós, gracias. ¡Nuestro poeta se decide a medir trapos! ¡Eh! ¡Una copa por Garcín!
Pálidos, asustados, entristecidos, al día siguiente, todos los parroquianos del Café Plombier que metíamos tanta bulla en aquel cuartucho destartalado, nos hallábamos en la habitación de Garcín. Él estaba en su lecho, sobre las sábanas ensangrentadas, con el cráneo roto de un balazo. Sobre la almohada había fragmentos de masa cerebral. ¡Qué horrible!
Cuando, repuestos de la primera impresión, pudimos llorar ante el cadáver de nuestro amigo, encontramos que tenía consigo el famoso poema. En la última página había escritas estas palabras: Hoy, en plena primavera, dejó abierta la puerta de la jaula al pobre pájaro azul.
* * *
¡Ay, Garcín, cuántos llevan en el cerebro tu misma enfermedad!
(Éste es el texto que leí en la presentación del libro en el Tec de Monterrey Campus Ciudad de México el 4 de marzo.) Mastodonte se forma con una pluralidad de voces, tramas y tiempos
intercalados, donde encontramos, entre otros, a un anciano que recuerda su
niñez con dificultad, a una hermosa adolescente que transmuta de amante
decidida en fugitiva enajenada y a un coloso (un hombre, un animal
extinto) que conoce a fondo su propósito en este mundo: eliminar a
otros del incierto juego que es la vida. El Mastodonte es una máquina de destrucción que a su vez se
aniquila a sí misma y su nombre se ha convertido, al igual que sus lamentos, en
un mantra para él, en una afirmación de salvación, en una pretendida libertad.
El propio título, Mastodonte,
nos remite a la fuerza del significado de esa palabra, a esa figura mítica y
primitiva, que aquí se ha convertido en una bestia antropomorfizada extraviada
entre la realidad y Shanghai, aquella ciudad que es un sueño y a la
que poco le falta para ser perfecta.
El Mastodonte es un gran monstruo infernal. La sexualidad, la
violencia y el dolor de los personajes son tan explícitos que todas las páginas
despiden una sensación de delirio, misma que debe imperar en la mente de ese
animal sin temores y de la cual sólo se puede deshacer momentáneamente a través
de las drogas duras.
A lo largo de la obra, ciertas incógnitas suspicaces y
afirmaciones contundentes como “¿Cuánta tristeza puede soportar el cuerpo de un
hombre?” crean una sensación de desesperanza con la que el protagonista ha
aprendido a sobrevivir. También podemos encontrar distintas definiciones
profesionales e instructivos cortazarianos (que evoca las Instrucciones parallorar, Instrucciones para dar cuerda a un reloj o a Instrucciones para subir una escalera) para la técnica y
ejecución del golpeo.
Reyes ha incluido en este ebook
un playlist en Spotify donde aparecen bandas como Anthema,
Ministry, Porcupine Tree, Opeth, Nine Inch Nails, Type O Negative, Tool, Daft
Punk, Slayer o VNV Nation son las «drogas auditivas» que forman parte de esta bestia construida con letras. La
lectura de esta obra escuchando el soundtrack crea una experiencia mucho más
profunda, la reacción precisa que quiere causar el autor en el lector.
Entre las diferentes voces narrativas que utiliza,
contundentes frases de canciones como «Live together, die alone», aparecen como apéndices necesarios que subrayan sus
principales temáticas: la soledad, el dolor, la rabia, la furia, la indignación
y el abandono.
En Mastodonte, la melodía lo es todo: “En el
fondo la música. En el aire la música”. La música, el sexo y los
estupefacientes de toda índole son usados como una falsa expiación momentánea, como
un inmerecido elixir.
Como bien lo afirma el autor, el Mastodonte es “Un animal
torpe hace mucho tiempo extinto. Un paréntesis olvidado de la biología y de la
historia. Una presa fácil para el tiempo y la evolución de las especies”. Reyes
nos acerca, a través de un lenguaje cercano y directo, al abismo del
protagonista, lo que nos hace comprender nuestro propio abismo, pues,
finalmente, ésa es una de las muchas virtudes de la literatura: crear empatía
para reconocernos en el sufrimiento del otro.
Usaré una de las frases de mi canción
favorita del playlist, Flowers, de
Rozz Williams, que refleja a la perfección la historia del Mastodonte: This is my favourite sad story, Forget me
not or I'll forget myself. Como bien lo afirma el autor, el Mastodonte es “Un animal torpe hace
mucho tiempo extinto. Un paréntesis olvidado de la biología y de la historia.
Una presa fácil para el tiempo y la evolución de las especies”.
Pueden leer una parte de la novela en
este enlace, comprarlo directamente en la página de la editorial y saber cómo
se escucharía con el siguiente booktrailer:
Para finalizar, transcribo las mejores
frases de la novela:
“Su casa se veía arruinada. Cansada. ¿Y
cómo hace un hombre para que las cosas adquieran el estado de su espíritu?” p.
17
“La ira y la sangre eran otro tipo de
droga tan adictiva como el opio y la heroína y las prostitutas.” p. 23
“Pero la felicidad, incluso en los
sueños, es cosa que caduca pronto y que apesta al tercer día. Felicidad. Qué
maldito nombre tienes.” p. 24
“Esa vida paralela lo salvó muchas veces
de desmoronarse. Hasta que lo venció el tiempo. Y la verdad. Y entonces se
derrumbó.” p. 34
“Cada domingo el niño vestía su traje de
soledad hasta llegado el mediodía.” p. 38
“El animal buscaba venganza. Lo confundió
todo. Se volvió idiota.” p. 43
“La vida siempre fue simple. La memoria
lo complicó todo.” p. 52
“¿Qué fue primero, la música o la
tristeza?” p. 58
“¿Cuánta tristeza puede soportar el
cuerpo de un hombre?” p. 65
“La bestia comienza a parecerse a un
hombre.” p. 79
“Lo que sucede al interior de mi mente es
una enfermedad.” p. 85
“Huyó con su soledad.” p. 94
“Mi
vida es una larga lista de gente diciendo adiós.” p. 105
“El Mastodonte tenía de su lado la
serenidad para estar siempre un paso adelante de su ¿enemigo? El Leviatán
estaba en el infierno. Tenía la forma del Mastodonte.” p. 115
“¿Y cómo sabe un hombre cuando el odio ha
sido suficiente?” p. 122
“La bestia en comunión con el cosmos.
Algo telúrico. Sangriento.” p. 124
“Su mente se fugó. Su cuerpo también.” p.
129
“Afuera el frío. Adentro la bestia. El
vértigo.” p. 140
“Estamos extraviados. Perdidos. Siempre
lo estuvimos.” p. 147
“Le dio un propósito para vivir. Matar.”
p. 172
“En el cuarto de entrenamiento el saco
para golpear se balancea como el péndulo que da orden y mueve al mundo.” p. 179
“Alguien escribió antes sobre mi destino.
Es el grito desesperado de un otro que intenta ser yo. ” p. 184
“Busca que su lamento se convierta en un
mantra.” p. 183
“La mano izquierda está rota. El libro
también. ¿Qué es necesario reparar primero?” p. 194