The Chamber of Dry Prodigies - José Hernández
‘-Hay
ausencias que representan un verdadero triunfo
-articuló
increíblemente Oliveira.’
Julio
Cortázar
Para J.F.
Despierto
diario con la misma pregunta en la cabeza. A muchos otros iluminados
les había ocurrido lo mismo, ¿por qué no podría formar yo parte
de ese grupo? La ficción se ha vuelto la finalidad de mi existencia
y la forma oral siempre gana a la escrita, la historia que debo
relatar me carcome la mente y no decido dejarla salir, darle vida y
traerla al mundo. Pero he de contártela antes.
Sabes
que siempre somos ella y yo, con mi eterno síndrome de persecución,
pero ahora también están ellos. No importa saber quiénes son, sino
lo que hacen; el sentido o sinsentido de sus acciones, de la
búsqueda.
Está
búsqueda mutua necesaria pero importuna, perseguido y perseguidor
que alternan papeles dependiendo la representación. La observación
se volvió parte de sus parámetros de selección, una observación
escrutadora que no cesa, una especie de Gran hermano de las letras
que supervisa el aprovechamiento de tu tiempo. Seres que se ocultan
tras un rostro desconocido pero a quienes otorgamos las decisiones
sobre nuestro futuro a través de un presente incierto y expectante.
Si te da rabia de sólo pensarlo, ahora imagina lo que es vivirlo.
Para
acercarme a ellos, nos hemos mudado. En una ciudad nueva es difícil
saber el precio de las cosas, sobre todo de la tranquilidad, y hemos
perdido la nuestra por un módico precio. Vivir en un cuarto piso en
medio de esta selva tiene una única desventaja: los gritos se
escuchan todo el tiempo. A diferentes distancias e intensidades, esos
llamados incomprensibles a nuestros oídos no tienen significado
alguno, pero podrían ser las más desesperadas de las convocaciones.
Aullidos que interrumpen el sueño, alaridos que alejan la
concentración y clamores que cortan el frenesí, aunque en ocasiones
pueden hacer lo contrario.
Ocasionalmente
salimos, y al volver, las carrerillas por
llegar primero al apartamento resultan siempre de la misma manera:
inician en la planta baja, pero de algún modo, ella siempre llega
con un piso de antelación, debido a que su planta baja se convierte
en el sexto piso, de forma que ella debe bajar solamente dos pisos,
mientras yo subo tres. Para ambos, ese cambio de realidades es lo más
usual e incluso predecible, una especie de pronóstico de lo anormal
como algo ordinario.
Ir
pasaporte en mano a cualquier lugar es
imprescindible, pues no sabes dónde podrías terminar. Los
afortunados, quienes que no vamos más allá de unas cuadras,
logramos volver sin dificultad, pero los que osan cancelar sus planes
intrascendentes abren posibilidades inimaginadas y hasta ese punto
sólo posibles en realidad alternas en su (y quizá alguna otra)
mente.
Hemos llegado a un punto en el que no preparar correctamente la
calefacción es motivo de una discusión. De una separación
momentánea que podría durar días, meses o incluso años. Ya no
existen los triángulos amorosos, lo que vivimos ahora son hexágonos
o heptágonos, relaciones tanto reales como imaginarias al servicio
de la humanidad, vínculos desechables a la menor provocación, pues
siempre existirán las sospechas infundadas. Sabes que es tanto el
miedo a lidiar con nuestros propios horrores como el de afrontar la
verdad.
¿Vienes
a mí en busca de un consejo? Abriré una
posibilidad que puede resultar peligrosa, por el efecto real que
pudiera tener… recuerda que, a través de tu historia, siempre
puedes matar a quien quieras.
Lola Ancira, México, 2013.
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