El escritor Víctor Roberto Carrancá (El espejo del solitario, 2014) regresa a su columna mensual, Sizigias y cuadraturas lunares, en la Revista Crítica, con un texto en el que describe sus impresiones de Identidad suspendida, novela de ciencia ficción de Sergio Alejandro Amira, escritor chileno, y para el cual utilizó una de mis fotografías, convirtiéndome en "modelo cienciaficcional".
Transcribiré algunos párrafos del texto, que pueden leer completo directamente en la Revista Crítica, en el siguiente enlace.
Más allá de la distopía | Por Víctor Roberto Carrancá
Suspender la realidad. Suspender la realidad. Suspender las circunstancias que impiden desmembrarla y, con ello, comprender las posibilidades de una literatura sin ataduras.
Es difícil identificar las condiciones que permiten diferenciar la ciencia ficción latinoamericana de esa otra canónica (dentro de un sistema anticanónico), de origen primermundista. En ese sentido, la distopía se ha convertido en un subgénero que encuentra una vastedad temática en nuestro ámbito territorial, no solo por permitir una crítica velada a los sistemas políticos, sino también porque reprocha las soluciones ideológicas planteadas para reparar los errores de los primeros. Su doble discurso termina por derrotar el postulado de la lejanía utópica (que dice, en pocas palabras, que el mundo perfecto existe, aunque no sea aquí ni ahora) para aproximar una realidad anti-utópica.
Una de mis primeras incursiones a la ciencia ficción chilena (difícil aproximación desde tierras mexicanas) me permitió conocer un claro ejemplo de esta disquisición filosófica: me refiero a Los altísimos, novela del chileno Hugo Correa que narra la historia de un hombre que despierta, al parecer, en el submundo de la Tierra, para descubrir la existencia de una galaxia que se aloja, aparentemente, en el interior de nuestro hogar. La sociedad en Cronn (nombre que lleva este sistema intraplanetario) se rige por un desarrollo tecnológico sin precedentes, así como el de un sistema social perfecto (basado en la limitación de las relaciones personales) que nos recuerda a los mundos creados por Huxley o, antes que él, por el médico yucateco Eduardo Urzaíz en una de las primeras novelas de CF mexicana: Eugenia: esbozo novelesco de costumbres futuras (1919).
Algo similar sucede con las páginas de Identidad suspendida, novela del chileno Sergio Alejandro Amira, quien, a través de los tópicos más convencionales de la CF (el viaje en el tiempo, la superposición de dimensiones, la vigilancia alienígena, los autómatas) crea un collage de crítica adusta y, en igual manera, plagado de un humor negro que rara vez se explota con tanta efusividad en el género.
(...) la lógica amirana, manifiesta en el salto de ideas, memorias e hipótesis de Vicentico, su protagonista, se transforma en un juego divertido que a veces nos recuerda a las conversaciones entre el Sombrero Loco y la Liebre Marcera de Lewis Carroll (dispénsese la causalidad para que este autor siempre encuentre una referencia carrolliana; pero lo cierto es que el autor de Identidad suspendida mezcla lo que podría ser hard science fiction con el absurdo y el sin sentido existencial de Wonderland) y, en otras, a la paranoia existencial, traducida en complots de dimensiones inimaginables, de Philip K. Dick.
Si quisiéramos resumir, de algún modo, la trama de Identidad suspendida, podría decirse que la novela narra la historia de Vicentico, un agente de “La Compañía” a quien, durante un atentado, le ha sido extraído el nódulo akhásico, especie de parásito que permite descargar información de la memoria colectiva de los agentes. Junto con un GAP (Guerrero Autómata Personalizado) de nombre Gabriel, Vicentico comenzará a discernir los verdaderos alcances (y objetivos) de esta ominosa institución.
Identidad suspendida puede ser, por acudir a alguna asociación cinematográfica, una historia dirigida por el Cronemberg de Naked Lunch o Existenz. Los agentes de “La Compañía” igual pueden transformarse en ciempiés que el protagonista en un ñandú, durante una persecución policiaca. Y aquí el meollo del asunto: la paranoia universal encuentra una manifestación a través del rompimiento de la línea argumental convencional. Los complots y las intrigas (reales o imaginarias) van sumándose hasta construir muros infranqueables. La trama no se ciñe solo a una posibilidad discursiva, sino que fluctúa entre la presencia de autómatas, saltos dimensionales, implantaciones de memoria y demás tópicos que identifican a la ciencia ficción global solo que, en este caso, transfiguran las estructuras narrativas convencionales. Si este experimento resulta “bueno” o “malo” (en un nivel más moral que crítico), en todo caso podremos citar lo que alguno de los personajes comenta dentro de la historia: “¿existe tal cosa como la buena ciencia ficción?”.
Fotografía: Alejandro Zetina Modelo: Lola Ancira
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