Para
Nietzsche, a pesar de que el animal ve en el ser humano a su igual, sabe que
éste está en decadencia, pues es un espécimen que se ha arriesgado a
desaprovechar su inteligencia a costa de su racionalidad y felicidad.
Fauna limítrofe (obra publicada con el
apoyo de CONACULTA y PECDA EN 2015) de Hanna Figueroa (escritora mexicana,
1988), es el primer libro de poesía publicado por la autora. Está compuesto por
treinta y un poemas de los cuales treinta llevan por título el nombre de
diversos seres del reino animal tan distintos entre sí como los prejuicios que
se han formado en torno a las leyendas o los mitos creados por su aspecto
físico, comportamiento o asociaciones místicas o religiosas. También incluye algunas ilustraciones hechas por Juan Ibáñez que representan una fusión particular entre el hombre y los animales.
En
esta fauna, Hanna busca vincular de nuevo al ser humano con su propia
naturaleza y con esos múltiples, hermosos y peculiares seres con los que
comparte la tierra desde tiempos remotos y que poco a poco o abruptamente ha aislado,
excluido de su entorno o exterminado. Bien lo decía Víctor Hugo en el siglo
XIX: «Primero fue necesario civilizar al hombre en su relación con el hombre.
Ahora es necesario civilizar al hombre en su relación con la naturaleza y los
animales».
En
estas páginas, la autora reúne lo mismo pequeños animales dóciles que insectos
y moluscos, imponentes bestias, aves de vuelo raudo y hermoso plumaje o
mamíferos de agraciado pelaje, dueños todos ellos de la majestuosidad, la
fuerza y la perfección propias de la naturaleza. Estos versos construyen imágenes
bellas y dolorosas, son palabras entretejidas que conforman entidades finamente
formadas con precisos detalles lingüísticos y visuales, como algunos
caligramas, que describen ciertas cuestiones de los misterios contenidos en la vida
y la muerte. El poema «Águila» remite a la condición humana bipolar eterna:
«vivimos a dos tiempos, el presente y el recuerdo». «Oveja» refleja la
fugacidad y lo intrascendente de la existencia, y «Cocodrilo» describe la inevitable
y dolorosa evolución gradual del amor pasional.
Tuve
la oportunidad y el placer de conocer a esta poeta y escuchar su magnífica declamación
en el VIII Carruaje de Pájaros, y quedé fascinada con esta mujer maravillosa en
distintos aspectos. Meses después, recibí por correo su libro con una hermosa
sorpresa y unas palabras colmadas de sabiduría y cariño.
En el siguiente video, pueden escuchar en su propia voz su poema «Perro».
Para
finalizar, transcribo algunos de mis fragmentos favoritos del poemario:
Cardenal
te
presentaron al mundo
bajo
el incendio de luz artificial
tu
rostro recostado en soledad
los
precipicios se cruzan:
el
de la caída al nacer
el
de no tener destino
Mosca
El
halo de zumbido corona el viento
Uno
descubre la muerte
cuando
la mirada se clava en la mosca
que
se posa en tus ojos ausentes
Coyote
la
soledad
domestica
al coyote
El zopilote
una
vez más estoy donde Ícaro cayó
la
calma es un foco a punto de fundirse
sólo
busco cuando estoy en picada
Conejo
si
los niños aprenden
a
sacarse el corazón
Zorro
las
palabras con R se desprenden desde pecho
cardiopatías
se
anudan en la lengua
atrapándolas
ahí
como
cuando te nombro a ti
Toro
Te
buscas queriendo encontrarte
pero
el ojo no debería de verse a sí mismo
pero
el ojo no debería comprobar que se existe
Cocodrilo
…al
camposanto se llevan flores
pero
en casa se llora hálito sin
idioma
Animal herido
No
sabes qué hacer con el precipicio en tu
pecho
corres
por la calle
preguntan
–¿qué tienes?–
la
consecuente incapacidad de explicarlo
te
hace enmudecer
Polilla de lluvia
El
miedo a los fantasmas
nos
hace rezar
Hiena
Me
puse a dormir
para
ver si la muerte cedía
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