“Lo
único que quiero es dejar un testimonio,
escribir
aunque sea mal, aunque lo que escriba no sirva de nada
que
si sirve para salir de éste infierno por el que voy bajando,
que
sea ésa la verdadera razón por la que he existido…”
Andrés
Caicedo, Carta a Carlos Mayolo,
13 de enero de 1972
Angelitos
empantanados o historias para jovencitos de Luis Andrés Caicedo
Estela (escritor colombiano, 1951-1977) es una novela corta (poco más
de 100 páginas) de publicación póstuma que realizó la Editorial
Norma de Bogotá en 1995.
Antes
de comenzar con la reseña de este libro, le dedicaré unas líneas
al autor, pues escribir y leer a Caicedo me sumerge en un sentimiento
de desasosiego, en una inquietud ya no por decir, sino por gritar que
Andrés necesita ser leído, invocado a través de sus letras:
Con
aquella mirada se inventó mi destino, que fue cruel.
Andrés
Caicedo
Caicedo,
me duele escribirte, pues lo hago pensándote como un amor pasado y
quebradizo, con tu imagen en la mente como si te hubiera dejado así
el día de ayer y hoy ya no estás. Me duele escribirte porque te se
ahora parte de mí, porque me reconozco como tu semejante en el dolor
y en esta maldita ansiedad que no nos deja, que nos conforma. Porque
se que también lees estas letras, en tus perpetuos 25 años y
hermosa imagen congelada, porque lograste lo que me pienso incapaz de
hacer. Porque envidio tus letras y tu vida, porque te otorgo la
razón. Y, finalmente, por esta incapacidad que me limita, por no
poderte tocar, por saberte tan imposible e inexistente, al menos en
mi realidad. Porque a través de tu mirada y letras veo mi propio
abismo y sí, este me mira de vuelta. ¿Será que vienes a llevarme
de la mano, para que no sienta miedo? Mi numen empantanado.
Caicedo afirma, en ¡Que viva la música!, su primer novela
publicada, que vivir más de 25 años es una insensatez, y se suicida
precisamente a esa edad, el 4 de marzo de 1977, mismo día que le
entregan un ejemplar de la copia de su novela recién publicada.
Existen diferentes testimonios sobre lo que ocurrió ese día después
de recibir la copia de su libro y antes de ingerir 60 pastillas de
secobarbital, pero lo cierto es que partió satisfecho de haber
logrado difundir parte de su obra, pues del resto se encargaron
amigos y familiares, y quizá eso ya lo tenía en mente.
Caicedo era una figura hermosa: alto, delgado, de cabello
largo y mirada profunda, de sonrisa grande y mente atroz. Nació con
un infierno propio al que reconoció, aceptó, y al que, tras algunos
intentos fallidos, decidió huir. En su obra, Caicedo retrata a su
país, a su sociedad, como una realidad atrayente e incluso
encantadora, pero insufrible en un par de días. La reclusión es en
cierto punto el plan ideal, después de algunas experiencias, pero
incluso las necesidades básicas pueden arruinar tan simple
felicidad.
Quizá conocer la muerte a temprana edad, con el deceso de su hermano
menor, fue el inicio de un idilio que culminaría él mismo. Caicedo
no culpó a nadie por su muerte, simplemente deseó poner fin a ese
anacronismo y sinsentido en el que se había convertido su vida a
los 24 años (como él mismo lo refiere a su madre en una carta
escrita en 1975, dos años antes de suicidarse) y porque desde los 21
no lograba entender el mundo.
Caicedo fundó, en su natal Cali, el Cince-Club, la revista
Ojo al cine y una vanguardia contestataria. Caicedo no sólo pensaba
y escribía, también actuaba y más que un cambio radical, buscaba
primero informar, difundir y expresar, entrar desde la mente y
transformar consciencias. Dejó, a pesar de haber sido corto su
tiempo de creación, una obra considerable integrada por ensayos,
poesía, cuentos, tres novelas inconclusas y más de 20 cuentos. Han
sido 9 sus publicaciones póstumas y en 2012, en su país natal,
realizaron la exposición Andrés Caicedo: Morir y dejar obra
con archivo donado por su familia a la Biblioteca Luis Ángel
Araujo.
En Angelitos empantanados, Caicedo nos ofrece varios datos
autobiográficos y nos presenta una ciudad que sucumbe ante los
embates de la modernidad y el desarrollo; nos describe a la
naturaleza presa del hombre y la execrable urbanización. A través
de una mirada adolescente, nos hace partícipes y nos vuelve testigos
de las problemáticas amorosas así como de la violencia de las que
todos hemos sido víctimas, de alguna u otra forma, pues aunque la experiencia afectuosa se da entre dos personas, las agresiones surgen,
comúnmente, de un grupo social, por todas las implicaciones
colectivas que conlleva. Caicedo formó parte de estos angelitos
empantanados, de estos adolescentes interesados únicamente en su
propia persona y en el ahora, pero que también tenían curiosidad por
el exterior.
Una característica de estos angelitos, es que pertenecen a una clase
social alta y estudian en colegios con buena reputación, cuestiones
que usualmente augurarían cierta estabilidad o felicidad, pero lo
que rodea sus vidas e incluso se encuentra dentro de sí mismos es un
sentimiento de no pertenencia, una soledad que busca compañía con
sus semejantes y la siempre latente pulsión de muerte: varios de los
personas secundarios e incluso primarios mueren accidentalmente,
desaparecen o son víctimas de actos brutales. Existen adultos en la
narración, sí, pero aparecen como una mancha gris, como restos
decrépitos de lo que alguna vez fueron, personas en decadencia
debido a enfermedades o adicciones, sombras desterradas de sus
cuerpos que se han convertido en simples espectadores de la vida.
He leído en reiteradas ocasiones que estos adolescentes, al igual
que Caicedo, rehuyen del mundo adulto y se niegan a formar parte de
él, pero para mí esta afirmación no es tan terminante. No rehuyen,
simplemente no es lo que les toca vivir. Narran sus vidas
precisamente desde el punto en el que se encuentran en ese momento, no
rechazando el mundo adulto o las responsabilidades, simplemente no
tomándolo en cuenta, pues no es vital en su contexto. El detalle
aquí está en que, tanto Caicedo como sus personajes, se han
congelado en el tiempo y no llegarán nunca a la edad adulta. El
mundo adulto está excluido, pero no a manera de rechazo, sino como
un cosmos extemporáneo a sus edades.
Impresiona el cambio de la voz narrativa, pues en los primeros
capítulos el narrador es el protagonista, un adolescente que relata cómo conoció a su primer amor, en el segundo capítulo los narradores son Angelita, la
adolescente de la cual está enamorado el protagonista, Miguel Ángel,
otro adolescente que es el novio de Angelita y, por último,
Berenice (nombre proveniente de la misma Berenice de Poe), una mujer mayor que se dedica a la prostitución. En el
tercer capítulo el narrador es Miguel Ángel, de nuevo. Otra peculiaridad de
esta novela, es que según el personaje que esté narrando, la
historia toma cierto enfoque e incluso puede cambiar radicalmente, algo
semejante a lo que pasa en la realidad de todos, pues las
perspectivas personales son por completo subjetivas. En el caso de
estos angelitos empantanados, los finales de sus propias vidas pueden
variar entre envejecer felizmente juntos, ser víctimas jóvenes de
atroces asesinatos o morir por mano propia tras concebir un elaborado
plan. El lector decidirá qué historia es la que más le agrada,
como pasa con la historia de vida del autor.
La
siguiente entrada estará dedicada al cuento del mes que será, por
supuesto, de Caicedo. Pueden leer las primeras páginas de esta
novela en el siguiente enlace del Punto de lectura. Para finalizar,
transcribo las mejores líneas de este libro, que fueron varias y que
realmente me fascinaron:
“...
agitado con tantos recuerdos, tan desordenados como dolorosos, o más
bien: dolorosos por lo desordenados.” P. 9
“...
ella mantenía como una agresividad que se manifestaba, sobre todo,
en lo desprevenida que paseaba su belleza, y un tímido hubiera
prevenido allí una humillación, cierto gesto duro en la boca,
suficiente, se lo advertía, cierto sentimiento de alerta en la
mirada.” P. 10
“(...)
terror (...) tal palabra significa para mí un lugar común.” P. 13
“Es
una oscuridad que tritura” P. 18
“(...)
le encontré en la mirada una desesperación extraña(...)” Ibídem
“Con
aquella mirada se inventó mi destino, que fue cruel” P. 19
“La
misma sequedad de boca se me ha debido pasar a la mirada, porque ella
me miró de nuevo y le parecieron tan feos mis ojos que prefirió
seguir mirando el suelo. (...) nunca más pudo dejar de mirarme como
a un enfermo.” P. 22
“Yo
sí le había advertido una gran capacidades de concentración en
asuntos sin importancia.” P. 23
“Caminaba
por el patio en la misma ausencia de dirección que puede tener un
delirio, sin ver a dónde era que ponía el siguiente paso...” P.
25
“(...)
el viento sonaba en las esquinas y en los árboles y retumbaba sin
forma dentro de su cabeza.” P. 26
“(...)
me los he imaginado abrazados, meciéndose uno en el otro, arrullados
por la misma lloradera.” P. 28
“Para
ella el Fin del Mundo siempre quiso decir un lugar concreto, a donde
podían llegarse los hijos pródigos y los expatriados. Quién sabe
qué pensará de todo esto ahora que está muerta.” P. 29
“(...)
y en la mano una ramita o un terrón, sus modestos recuerdos de otras
edades del mundo.” P. 30
“(...)
sólo por un segundo, experimenté una incapacidad intelectual de ver
con gozo a las personas.” P. 31
“-Te
he estado buscando (y aproveché para sacar de una todo el aire que
retenía) porque te quiero mucho. ¿Quieres ser mi novia?
Fue
como si le hubieran dado de coces en la cara. Se echó para atrás
bufando.
-¿He
dicho algo malo? -dije, parándome de mi comodísima posición-.
Perdóname, perdóname.
Angelita
cogió un puñado de piedras y comenzó a arrojarlas al agua, con
movimientos duros.
-Y
yo que he gozado con tu presencia -fue lo que dijo.” P. 33
“¿Qué
clase de ser especial se creía para demandar del amor algo más
complicado?” P. 34
“Durante
la cierta lucidez que da la caminata comprendí lo siguiente: que
hiciera lo que hiciera en lo que yo decidiera fuese el resto de mis
días, siempre estaría allí esa rabia para entorpecer cualquier
acción, un examen final para el que no estudiaría jamás, una
lección oral no dada. Entonces decidí convertir aquella rabia en
pura tristeza, y la única manera era aceptar con despojamiento mi
destino, uno que pocos hombres lo tienen ya: el de romántico
desgraciado. Mi única acción de los días no sería otra que
pensarla y lamentarme, y a todas esas iría convenciéndome de mi
singularidad y mi grandeza.” P. 35
“-Olvídame:
te desafío-. Pero yo ya me había decidido por los gajes de la
cobardía.” P. 36
“Hombre
de grandes derechos: ha tenido acceso a la fuente de la belleza y a
cambio no tiene más deber que el sufrimiento.” P. 36
“Qué
van a comprender el que un hombre lo deje todo por la que le paga
mal.” P. 36
“(...)
dicen que conoció a una mujer que, aunque correspondiéndole, lo
volvió loco.” P. 36-37
“Yo
caminaba era mirando a la altura de los postes (desde que la conocí
perdí la costumbre de mirar al suelo).” P. 37
“-Aló,
aló -me dijo, dándome pataditas-. Cómo vamos de abismo.
Me
voltié y lo miré.
-Todavía
no toco fondo -le dije. A su lado estaba una mujer de blanco.
-Puede
que no haya fondo -dijo Danielito.” P. 38
“Esta
exuberante vegetación, esta libertad (...) no hacen más que
recordarme mi mortandad.” P. 39
“Me
compliqué la vida con una nueva crisis: primero un pánico y una
vergüenza que yo volví, con habilidad, una monotonía general, pues
de otro modo me era imposible seguir viviendo.” P. 41
'“Que
te vaya bien en tu primer día de muerte, amor mío.” Ahora siento
que me vuelven las fuerzas.' P. 44
“(...)
esas horas eran cuando más dizque sufría y tenía que hacer sonidos
raros para ahuyentar las penas.” P. 46
“(...)
me veía la cara y ahí mismo sabían que yo estaba pensando en mi
amor muerto.” P. 50
“Levantarme
todos los días, ¿quién va a poder vivir así?” P. 56
“(...)
me aburrí del mundo, no salgo más aunque te pongas a chillar.” P.
59
“(...)
me despertaba contándome una historia de una niña que cayó a un
pozo tan profundo, tan profundo, que hasta tuvo tiempo de pensar
encima de qué caería cuando tocara fondo. Y así yo iba abriendo
los ojos, sin afán, con calma, y fijaba la imagen de mi madre sobre
mí cuando después de caer y caer, la niña comprendía que había
caído en un pozo sin fondo.” P. 60
“Pensé
que me iba a dejar abandonada este domingo, abandonada no, algo peor,
después le cuento.” P. 65
“¿Por
qué está tan callado? Y se pegaba más el teléfono. Y yo tenía
que apartarlo rápido de la oreja, no fuera que su voz se me metiera
de pronto, ¿qué tal? Una palabra de ella metida para siempre aquí
en el coco, mi nombre dicho por ella.” P. 66
“(...)
ella olía a pesebre y a a tristeza de niñito viejo.” P. 69
“Poeta
soy, así como loco. Lo único que me falta es tocar la guitarra
eléctrica.” P. 70
“(...)
dolores y males sin nombre, reliquia de un mundo olvidado, condición
de melancolía, oscuro (...)” P. 70
“(...)
el exceso de charla también produce angustia.” P. 71
“(...)
tratando de pillar el primer recuerdo de mi vida, ahora que no
recuerdo nada, ahora que no necesito de memoria, como no sea para
terminar de contar este cuento.” P. 74
“Vengo
de una raza notable por la fuerza de la imaginación y el ardor de
las pasiones. Los hombres me han llamado loco. Lo cierto es que
aquellos que sueñan de día conocen muchas cosas que escapan a los
que sueñan sólo de noche. Diremos pues que estoy loco. Concedo por
lo menos que hay dos estados distintos en mi existencia mental: el
estado de razón lúcida que no puede discutirse y que pertenece a la
memoria de los sucesos de la primera época de mi vida, y un estado
de sombra y duda que pertenece al presente y a lso recuerdos que
forman la segunda era de mi existencia. Lo que pasa es que soy muy
feliz en la duda y en la sombra.” P. 75
“(...)
leyeron y no supieron si el recuerdo que les producía, la sensación
de nostalgia insoportable, venía era del pasado o del futuro.” P.
76
“Quise
contarle algo, buscar, en mi soledad, ayuda.” P. 76
“Estaba
loco de la dicha, no importaba que perdiera la memoria, que los ojos
se me llenaran de muerte, que el pelo se me secara todo de tanto
sufrir tanto.” P. 79
“Regresé
a ella en ese domingo porque por ella había perdido la memoria.
(...) Regresé para recordar que la quería. (...) el silencio y el
perpetuo movimiento se me parecían a ella.” P. 80
“(...)
lloraba mirando al suelo como si en el suelo estuviese la causa de su
futuro, de su desgracia.” P. 83
“(...)
porque la presencia de ella era pura condición de soledad y (...)
porque me dejara de ser tan bobo si creía que ella iba a malgastar
su amor en una sola persona (...)” Ibídem
“(...) mi amigo no era como yo, aunque también se trastornaba con
los dientes de Berenice.” P. 84
“Y comenzamos a llenar los tableros de la clase con las 8 letras de
su nombre a 2 colores, y los muchachos que me preguntaban qué quiere
decir eso, ¿es el nombre de una hembra? Cuál hembra, les decía yo,
es el nombre de un cuento.” P. 85
“Era como si nunca hubiera estado contigo, ésa era la verdad: te
olvidaba. Ella no concedía el regalo del recuerdo, no se podía
(...)” Ibídem
“A
la mujer de ojos irritados de tanto hacerle compañía a su llanto
(...)” P. 87
“Soy
nave sin regreso, un amor en vano, un terco peliador de medianoche.
Yo guardo los 7 trocitos blancos que arranqué de sus encías. Tuve
que botar el resto porque estaban llenos de caries. Raíces del
cielo. Yo poseo una caja negra, pulida, redonda, en donde guardo las
puntas de sus senos y bien conservado ese par suyo de ojos, y un poco
de su pelo. Y ahora voy a compra un equipo completísimo de aire
acondicionado.
Ven
a visitarme.” P. 89
“(...)
tengo que acomodarme a la tristeza, o aceptar que la desesperación
es la única vía de acceso a todo en este nuevo día, y decirme que
son las 6 (...)” P. 91
“(...)
tampoco puedo tratar de explicárselo porque hay cosas que dejan de
significar apenas tratamos de encontrar un signo, un código que les
dé expresión, así que ella tiene que soportar su ignorancia de mí
si vamos por la calle y yo pego un grito en mitad de la calle o me
jalo los pelos, y es porque tengo que estar en guardia desalojando
pensamientos impensables, innominables, o si no me muero (...)” P.
96
“Miraba
a Angelita como con una cara de sufrimiento, como si no comprendiera
el mundo (...)” P. 102
“¿A
qué olerá el beso de un hombre que tiene el infierno adentro?” P.
103
Gracias, literalmente me hiciste la tarea *-*
ResponderEliminarAun así, me ha encantado lo que has hecho, es perfecto UnU
ResponderEliminarAun así, me ha encantado lo que has hecho, es perfecto UnU
ResponderEliminar¡Gracias por la visita! Qué gusto que Caicedo siga encontrando lectores.
EliminarAndresito es cruel, te hace encariñarte a personajes que sabes que van a morir
ResponderEliminarque significa esto...
ResponderEliminar“-Aló, aló -me dijo, dándome pataditas-. Cómo vamos de abismo.
Me voltié y lo miré.
-Todavía no toco fondo -le dije. A su lado estaba una mujer de blanco.
-Puede que no haya fondo -dijo Danielito.”
que significa...
ResponderEliminar(...) terror (...) tal palabra significa para mí un lugar común.”
que significa ..
ResponderEliminares una oscuridad que tritura
Por que muere angelita
ResponderEliminarQue seginifica angelitos empantanados
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