El psicoanalista (The analyst, 2002 – Ediciones B, 2011) de John Katzenbach (escritor estadounidense, 1950) es una novela de suspenso -thriller psicológico- publicado en varios países latinoamericanos un año después de su salida en Estados Unidos y se convirtió rápidamente en un Best seller.
Había escuchado sobre
este libro en reiteradas ocasiones y por cuestiones de tiempo no había
tenido oportunidad de leerlo, pero gracias a que fue un regalo de
cumpleaños hace unos meses, no postergué más la lectura... aunque
también la había pospuesto por el hecho de ser un best seller,
que crea cierta incertidumbre sobre su valor literario. Un pequeño
inconveniente es que, en su versión “de bolsillo”, el libro pasa
de las quinientas páginas, por lo que su traslado (en caso de que
lleven sus lecturas a todos lados, como yo) es un poco incómodo.
En
esta obra, Katzenbach da muestra de su vasta formación judicial, amplio bagaje cultural y su desarrollo como escritor desde la
aparición de su primera obra (1982) y sus ocho libros publicados
posteriormente. En El psicoanalista
abundan las referencias artísticas y culturales (literarias,
musicales y demás, incluso bíblicas) insertadas como pequeños
guiños del autor para la perspicacia de cualquier lector perceptivo.
La
novela consta de tres partes y treinta y seis capítulos: Una
carta amenazadora, El
hombre que nunca existió y
Hasta los malos poetas aman la muerte.
Está narrada en tercera persona y el protagonista es precisamente un
psicoanalista estadounidense, Frederick Starks (imposible no pensar
en la Casa Stark de Juego de tronos),
que se enfrenta a una situación por completo inusual en su
cumpleaños número cincuenta y tres: recibe una carta donde le
informan que cuenta con quince días para resolver un enigma del cual
dependen su vida o la de alguno de sus familiares lejanos. Esta
carta-amenaza está firmada sólo con un nombre: RUMPLESTILTSKIN (sí,
con mayúsuclas).
Así
inicia la intrincada trama de la historia, en la que el doctor Starks
se verá obligado a cambiar por completo su apacible y monótona
rutina de vida, su tradicional razonamiento e incluso su personalidad
disciplinada. Al iniciar la novela, el protagonista vive en Nueva
York, tiene una consulta privada en el mismo piso donde vive y del
que es dueño, tiene una casa de veraneo para el mes que se da de
vacaciones anualmente y diversas cuentas bancarias, hecho que, como
el mismo describe, no lo sitúa entre los psicoanalistas más
acaudalados del país pero sí en cierta zona de confort.
La
figura estereotipo del doctor Starks tiene orígenes reales, pues el
psicoanálisis estuvo en boga en Nueva York por más de cinco
décadas a partir de la difusión del trabajo del padre del
psicoanálisis (de origen judío) Sigmund Freud, creador de la
terapia que en aquel entonces era exclusiva para neuróticos
acaudalados.
En
la primera parte (y la más extensa), se desvelan algunas situaciones
y sucesos atroces que van uniendo eslabones al desarrollo de la
historia, y, a pesar de la aparición de ciertos acontecimientos
impactantes, la historia avanza a una velocidad relativamente lenta,
cuestión que cambia poco antes de finalizar. La segunda parte inicia
con una incógnita total, se desarrolla a paso constante y los
acontecimientos desconcertantes siguen siendo un recurso frecuente,
característico del autor; es la parte más breve de la obra y en
ocasiones predecible, pero sigue manteniendo la tensión
característica de la novela. Muestra también a un protagonista por
completo transformado por las circunstancias a las que se ve
orillado, dueño de un pensamiento mucho más crítico y seguro de sí
mismo. En la última y tercer parte se definen aspectos fundamentales
de la trama y muestran a un doctor Stark sumamente diferente: a lo
largo de las páginas somos testigos de un cambio dramático y
radical de la personalidad de un individuo ordinario y
el resultado es indudablemente fascinante.
Regresando
un poco, una característica muy importante del personaje de
Rumplestilskin, que finalmente es quien inicia la odisea del doctor
Starks, es que al igual que el proverbio utilizado por Pierre
Choderlos de Laclos en su novela Las amistades peligrosas
(Les Liaisons dangereuses,
1782), él también piensa que "la venganza es un plato que se
sirve frío." De ahí que pudiera esperar más de dos décadas
para cumplir su cometido y así lograr tomar represalias contra todas
las personas involucradas en el hecho que marcó para siempre su
existencia. Rumplestiltskin espera en el anonimato, preparándose en
las sombras, por el momento perfecto para resarcir el daño del que
(indirectamente) fue víctima. Y esto puede ser tan abrumador como lo
aparenta, pues es lógico que quien espera más de veinte años para "ajustar cuentas" tiene en su poder todo lo necesario para conseguirlo.
El
desarrollo psicológico de los personajes es muy profundo y desde el
inicio de la novela abundan diálogos filosóficos que incluyen
claves para comprender a las diversas personalidades que confluyen en
la obra.
La
novela culmina en un final abierto que anuncia una catástrofe
latente, lo que puede predecir un segundo tomo. Desde las primeras
páginas, las descripciones realistas y profundas forman imágenes
vívidas en la mente del lector, por lo que sería un gran acierto la
aparición de la versión cinematográfica de esta novela.
Para
finalizar, transcribo algunas de las mejores frases de la obra:
“(...)
vivía solo, perseguido por los recuerdos de otras personas.” P. 15
“Suicídese,
doctor.
Tírese
de un puente. Vuélese la tapa de los sesos con una pistola. Arrójese
bajo un autobús. Láncese a las vías del metro. Abra el gas de la
estufa. Encuentre una buena viga y ahórquese. Puede elegir el método
que quiera.
Pero
es su mejor oportunidad.” P. 18
“(...)
el analista suele encontrarse con que guardar silencio y no contestar
al comportamiento provocador y escandaloso de un paciente es la forma
más inteligente de llegar a las verdad psicológica de esos actos.”
P. 21
“Tememos
que nos maten. Pero es mucho peor que nos destruyan.” P. 35
“(...)
a menudo, lo que nos amenaza de verdad y cuesta más de combatir es
algo que procede de nuestro interior.” P. 35
“(...)
había ignorado el caos que era en realidad su vida hasta que algo
grande y perjudicial había irrumpido en ella (...)” P. 37
“Los
sueños eran acertijos inconscientes e importantes que reflejaban el
alma. Lo sabía, y solían ser vías que le gustaba recorrer.” P.
40
“(...)
conocer los hechos no implica necesariamente comprenderlos.” P. 41
“¿No
estás de acuerdo en que hasta la venganza más terrible empieza con
una simple pregunta?” P. 48
“No
puedes escribir una epopeya cuyo héroe se dé la vuelta ante las
puertas del infierno (...)” P. 49
“El
miedo y el mar son una combinación letal.” p. 53
“Normalmente,
nos estorbamos los unos a los otros.” P. 55
“(...)
había sido un hombre que se deleitaba con lo espantosa que era su
vida, y prefería quejarse a cambiarla.” P. 86
“Vivía
para sus odios” Ibídem
“El
infierno puede adoptar muchas formas, doctor Starks. Piense en mí
como en una de ellas.” P. 108
“La
negación va acompañada ahora de la suposición de que es sólo una
mentira de conveniencia para ser adaptada en algún momento
posterior, cuando se ha negociado una verdad aceptable.” P. 123
“(...)
descritos con un florido entusiasmo literario que quería ocultar la
simplicidad de su realidad.” P. 152
“(…) se unió al
desfile de personas decididas y resueltas con esa pétrea expresión
urbana que parecía servirles de armadura frente a los demás.” P.
169
“(…) las mentiras se agradecen más que la
verdad. Las verdades son siempre inoportunas.” P. 183
“¿No nos lastiman aquéllos a quienes amamos y
respetamos más que aquéllos a quienes odiamos y tememos?” P. 191
“(…) el tiempo sólo agrava las heridas de la
psique. Reconduce estas heridas, pero nunca las cura.” P. 210
“Considera las palabras dichas como un medio de
llegar a la verdad. Yo las considero un medio para ocultarla.” P.
213
“Sonrió porque, por primera vez en meses, pudo
recordar el sonido de su voz.” P. 279
“El lenguaje es el aspecto brusco de la locura
(…)” P. 308
“Acepta la locura. (…) Crea el delirio.
Establece la duda. Alimenta la paranoia.” P. 314
“Su problema era la realidad.” P. 354
“(…) había adquirido una saludable falta de
respeto por la religión (…)” P. 355
“-El amor de un asesino por otro. ¿No te parece
muy interesante?” P. 453
“La venganza sirve para limpiar el corazón y el
alma.” P. 504
“-Todo el mundo merece morir por algo –añadió-.
Nadie es inocente (…)” Ibídem
como se interpreta la frase ¿No estás de acuerdo en que hasta la venganza más terrible empieza con una simple pregunta?” P. 48
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe. Encanta cuando. Ponen en número de la página dónde están
ResponderEliminar