El texto de este mes para Irreverencias maravillosas, mi columna mensual en la Revista VozEd, describe brevemente la teoría queer y las construcciones y convenciones sociales cada vez menos funcionales, como el género.
Los «otros»
El género es una construcción cultural;
por consiguiente, no es el resultado causal del sexo
ni tan aparentemente fijo como el sexo…Judith Butler
DURANTE LOS 90 emergieron los grupos de militancia «transgenérica» y, con ellos, lo que hoy se conoce como la teoría queer, lo que ayudó al empoderamiento y asunción del derecho a la voz de grupos antes silenciados.
El término inglés queer tiene diversas acepciones, como «singular» o «raro», y fue resignificado por la comunidad gay norteamericana para referirse tanto a sí mismos como a una reflexión de índole postmoderna acerca de este tipo de identidad. Según el dosier «¿Cómo se piensa lo “queer” en América Latina?», publicado en la revista de Ciencias Sociales Íconos de Quito en 2011, «El término queer no es un sinónimo de gay o de homosexual pues cada uno tiene diferentes trayectorias teleológicas, ontológicas y epistemológicas». El concepto queer es, para Latinoamérica, un elemento lingüístico aceptado y no estigmatizado que hace referencia a todas las singularidades genéricas y «que permite observar que el deseo o la sexualidad no son aspectos menos importantes para la comprensión de las sociedades como la economía o la religión», según el citado dosier.
La teoría queer afirma que cualquier rol social impuesto es anómalo y rehúsa las categorías establecidas, pues comprende a cada individuo como un acervo de variaciones culturales y elecciones personales imposibles de jerarquizar entre sí. Esta alteración en los roles ancestrales basada en la reformulación genérica modifica por completo la interpretación de aspectos sociales relacionados con el comportamiento del ser humano, su forma de encarar prácticas vitales y la influencia de esto en sus actividades públicas y privadas.
Esta teoría enuncia que tanto el concepto de «género» como la filiación e identidad sexual de las personas son consecuencia de construcciones y convenciones sociales en las que sólo existen los roles binarios típicos hombre-mujer instaurados por las instituciones y los sistemas sociales que consolidan la heteronormatividad. Propone que lo que debería existir son diferentes maneras colectivas de ejercer uno o más papeles sexuales en la sociedad e insiste en la identidad como algo individual, promoviendo así la disolución de las reglas establecidas para identificar el sexo biológico más allá de lo físico, buscando la formación de una identidad en una perseverante innovación donde se tenga la libertad para actuar y aceptar a los demás independientemente de sus prácticas.
Jo B. Paoletti, historiadora de la Universidad de Maryland y autora de Pink and Blue: Telling the Girls From the Boys in America (2011), describe en su libro que, antes 1914, los bebés eran vestidos con ropa blanca hasta sus primeros años de vida. El mismo año en que estalló la Primer Guerra Mundial varios artículos en revistas y periódicos publicaron que, según las convenciones sociales, el color rosa definía la masculinidad por su afinidad al tono rojo y al poder, y el azul la feminidad por ser un color más suave, especificación que la mercadotécnia y la publicidad se encargaron de difundir. Más de dos décadas después, la selección de colores se invirtió y se convirtió en un estereotipo mundial.
Según las teorías del desarrollo infantil, los niños son conscientes de su sexo a partir de los 3 años de edad, y después de los 6 son conscientes de que es algo que no cambiará. Éste es el rango de edad en el que la publicidad y los juguetes refuerzan los estereotipos de género. You are you es un campamento anual que dura un fin de semana organizado por las familias de niños entre 5 y 12 años con inconformidad de género en diversas ciudades de Estados Unidos, y cuyas sedes son algunos centros de retiros cristianos y judíos. La fotógrafa Lindsay Morris creó, en 2007, un proyecto homónimo en el que, durante 6 años, se dedicó a fotografiar a los chicos de dicho campamento, mismos a los que ella llama «niños LGBT». Su trabajo ha sido publicado en la revista TIME, GEO, Marie Claire y Elle.
Niño del campamento participando en una pasarela rodeada de padres,
fotografía por Lindsay Morris
Fotografía por Lindsay Morris
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