Cuentos
de locos para locos
(Editorial Ink,
2011) es un libro en formato digital que reúne la obra de siete
psiquiatras: Alfredo Espinosa, Rodrigo Garnica, Rafael Medina
Dávalos, Jesús Ramírez-Bermúdez, Patricia Rodríguez Saravia,
Rafael J. Salín-Pascual y Oscar Benassini, algunos de ellos ya
consagrados, que han incursionado en la creación literaria a partir
de la necesidad de expresar, a través de la ficción, vivencias
significativas (las cuales son abundantes en su profesión) e
historias magníficas basadas en pacientes o hechos reales. Todos
ellos han participado en diversos talleres literarios, recibido
premios tanto nacionales como internacionales y publicado libros de
diferentes tipos de textos y géneros, que van desde el ensayo hasta
la narrativa. Han participado en diversos proyectos psiquiátricos y
literarios, por lo que, para ellos, la convivencia entre ambos mundos
es habitual e incluso algunos, como Patricia Rodríguez, cuentan ya
con traducciones de sus obras y películas basadas en las mismas.
En
la presentación (que funge como prólogo), Benassini reflexiona
sobre el acto de escribir y su compatibilidad con la psiquiatría y
acierta de manera contundente al afirmar que “lo
que se busca es el hilo conductor entre la disposición de escuchar
historias, por extrañas que estas puedan resultar, y narrar relatos
de cualquier índole siempre y cuando respeten el territorio de la
ficción... la ficción es el arte de contar mentiras.” y,
que siguiendo la línea narrativa sobre ficción, también dice que
esta literatura es una “ficción
que no hace falta inventar porque ya nos viene contenida en la
realidad de lo psiquiátrico.” Este
libro es un compendio de enfermedades mentales o trastornos
psicológicos como alucinaciones, esquizofrenia, demencia, paranoia o
delirio de persecución, que se exhibe en diversos personajes de
diferente edad, género y problemáticas, donde las emociones y su
manifestación tendrán un papel primordial.
La
antología comienza con La
Hiena, Dios y un niño muerto de
Alfredo Espinosa (Chihuahua, 1954), historia que, gracias a mi
cercanía con la ciudad donde ocurrió un hecho similar, logré
asociar con Claudia Mijangos, una Medea del siglo XX que hace más de
dos décadas asesinó a sus tres hijos dentro de su hogar. La
historia, por supuesto, actualmente es conocida por muchos y se ha
vuelto un tema tabú en la sociedad de la localidad. Espinosa realiza
una obra estética que a través de diversos recursos literarios
logra un cuento extraordinario. Oralia, uno de los personajes
principales, describe a una mujer hermosa que, pese a tener vagos
recuerdos sobre lo acontecido, es consciente de su realidad y dueña
de sí misma, del poder y atractivo femenino que aún conserva. Pero
a pesar del tiempo que ha transcurrido desde el fatal suceso, sus
alucinaciones recurrentes siguen siendo las mismas, por lo que el
estado de demencia perpetuo en el que se encuentra prohíbe su
reclusión en prisión.
El
doctor Mitre, protagonista de esta intensa historia, narra en primera
persona cómo fue el primer encuentro con esta bella mujer y el
desarrollo de una relación profesional que finalmente se volvió
personal, y es el mismo Mitre quien a través de frases concluyentes
admite la empatía que nace en él: “Reconozco
en mí cierta indulgencia y una sospechosa simpatía por ciertos
homicidas, por aquellos héroes trágicos que son simples marionetas
de un sino criminal.” y
más adelante afirma que
“... quien comienza por comprender a un asesino empieza a
perdonarlo.”
Mitre, encantado por ella, mantiene una lucha interna entre lo que
debería pensar o hacer y cómo realmente actúa, pues ya no hay
concordancia entre estos dos actos; finalmente decide olvidar la
cordura y vivir por un instante en el mismo mundo alienado de Oralia,
una realidad donde los preceptos establecidos son muy diferentes a
los que Mitre considera como “normales”.
Rafael Medina Dávalos (Guadalajara, 1972), en sus narraciones Joaquín
y Para estar tranquilo
recrea
la vida de aquellos afectados por el síndrome de Cotard o los que
sufren al pensar que la demencia pudiera ser contagiosa, no ya
hereditaria, y visitan con temor al ser que otorgó en parte la vida,
pero siempre con un temor natural por convertirse en aquello algún
día, por habitar en un lugar donde ya no se reconoce ni el propio
reflejo, por existir incluso en un cuerpo irreconocible.
En
La jaula,
otro de los relatos del libro, Patricia Rodríguez Saravia (Ciudad de
México, 1945) describe una asombrosa historia protagonizada por una
joven mujer presa del TOC (Trastorno obsesivo-compulsivo) que, por
este motivo, se fue quedando sola y cautiva de un trastorno que la
orilló hasta los límites de la existencia. A través de una
narrativa precisa, la autora nos aloja en la mente y los actos de
una mujer a la que la sola presencia de alguien más le recuerda que
lo ajeno o lo externo nunca dejará de contener algún peligro, por
microscópico que sea.
En
el último de los relatos, Oscar Benassini (1954) quien“Tempranamente
seducido por un gran mentiroso, Emilio Salgari, le vendió su alma a
las letras desde niño, cara y de modo tramposo...”
describe el declive de un escritor en Sabino
Fitzgerald, donde
a través de sus letras afirma pensamientos y especulaciones sobre el
mundo literario, dejando la pregunta siempre abierta... ¿no será
que, en realidad, todos los escritores sufren o disfrutan de algún
tipo de locura? Con Sabino podemos conocer de propia voz el infierno
en el que se puede convertir la creación literaria y despojamos de
sus máscaras a esos ídolos que viven detrás de sus textos
publicados, a esas figuras que los mismos lectores enaltecen, sin
conocer los demonios que hicieron posible dicha obra.
Finalmente,
tras haber leído los nueve relatos que conforman este libro, una de
las muchas preguntas que se formulan en la mente del lector es
¿Quiénes son realmente los locos? Pues son ellos los que ven,
sienten y perciben mucho más que los “normales”: aquellos que
siempre, a través de reglas, intentan clasificar todo para tratar de
entenderlo, y que por tal motivo están imposibilitados para vivir en
el caos que la realidad misma es.
Cuentos
de locos para locos ya
en el título lleva una alusión para cualquier lector que este
dispuesto a ver la existencia desde otra perspectiva, a pensar a
través de otras mentes y valorar la vida de otros seres humanos
precisamente por lo que son: personas, a pesar de su locura, a pesar
de su diferencia.
Este
eBook, Cuentos de
locos para locos
(Edición Kindle Con Audio/Vídeo) de Editorial Ink se puede comprar
en Amazon a través de este enlace.
Para
concluir, transcibiré algunas citas memorables de los cuentos:
“Las
tragedias, ya castradas de su violencia, se transformaron en símbolos
y ecuaciones psicoanalíticas que Freud adoptaría, y adaptaría,
como su mitología personal para escenificar las luchas entre la
realidad y el deseo.” Alfredo
Espinosa en La
Hiena, Dios y un niño muerto.
“No
desconozco que cuando una persona mata a otra, siempre se trata de un
complot. La mano es empujada por murmullos, fantasmas, impulsos
desconocidos, agravios, razones, con la convicción de que el otro es
un demonio al que simplemente nos le adelantamos para no terminar
siendo su víctima.” Ibídem
“En
los huecos de la infancia se generan las chispas de la violencia:
todo lo demás es incendio.” Ibídem
“Los
otros, criminales, delincuentes, locos, pervertidos, son la mejor
coartada para que las propias ruindades parezcan nimias y
perdonables.” Ibídem
“Nada
bueno esperes de aquellos que preguntan: suelen encontrar verdades,
es decir, dolores.” Ibídem
“–sólo
se ama aquello que uno no puede controlar.” Ibídem
“-la
alegría que no esté fundada en el alcohol y las drogas es espuria y
artificiosa.” Ibídem
“El
dolor como única presencia.” Rodrigo Garnica en Trema.
“La
culpa, la perra culpa que hace garras a quien se deje.” Rafael
Medina Dávalos en Para
estar tranquilo.
“...
considera que el silencio es su derecho y el último recurso de su
autonomía.” Jesús Ramírez-Bermúdez en Estructura
en espejo.
“Siempre
será motivo de inquietud conocer el sufrimiento de alguien más.”
Ibídem
“¿Es
que acaso Polo era un iluminado, un enfermo, un extraterrestre o que
más pudo ser? ¿Y yo quien soy?” Rafale J. Salín-Pascual en El
Sputnik.
“...
siempre dos mundos su personal dualidad dimensional, de pronto
estaba, de pronto no...” Oscar Benassini en
Sabino Fitzgerald.
“–Me
voy a la chingada. Alternativa universal para todo y para nada.”
Ibídem
“Para
mi que con lo que no pueden las personas como tú es con su aptitud;
escribir, vaya, yo no la tengo y por eso lo entiendo, lo veo.”
Ibídem
“...dejarse
morir me suena mucho más natural, hasta si tú quieres más benévolo
con uno, y sobre todo con los demás.” Ibídem
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