lunes, 31 de agosto de 2020

Centenario de Charles Bukowski

Charles Bukowski. Fotografía de Black Sparrow Press



El pasado 16 de agosto se conmemoró el centenario de Charles Bukowski, y, junto con otros escritores, tuve el gusto de participar con algunas opiniones respecto a su turbulenta vida y maravillosa obra para el sitio de Aristegui Noticias.


Charles Bukowski: 100 años de un escritor mítico y provocador

Una decena de autoras y autores revisan la influencia de su literatura y desmenuzan al personaje.

Por Héctor González

¿Maestro del realismo sucio? ¿Narrador incombustible? ¿Crítico del sueño americano? ¿Autor misógino y machista? ¿Personaje de sí mismo? Algo de todo esto hay en Charles Bukowski (1920-1994), autor que en su centenario amerita una revisión de su literatura y su legado.

A convocatoria de Aristegui NoticiasArmando González Torres, Julia Santibáñez, Bibiana Camacho, Carlos Velázquez, Susana Iglesias, Norma Lazo, J. M. Servín, Lola Ancira, Paola Tinoco y Carlos Bortoni, toman la figura del autor de La senda del perdedor y Mujeres, para desvelar afinidades y críticas. (Continuar leyendo en Aristegui noticias...)

jueves, 27 de agosto de 2020

Fotografía espírita - Amado Nervo (cuento)

Amado Nervo



"Fotografía espírita" es un cuento breve del escritor mexicano Amado Nervo (1870-1919), publicado en 1985. También lo pueden escuchar en Descarga Cultura.UNAM, en voz de Rosa Beltrán. Hoy, a 150 años de su nacimiento, no hay mejor forma de recordarlo que leyendo su obra.



Fotografía espírita

   

Los espíritus tienen coqueterías de mujer; cosa que yo no hubiera creído si no me lo revelan ellos mismos, o mejor dicho, si no “revela” esas coqueterías un buen fotógrafo, artista macabro que fija en su cámara oscura fisonomías ultraterrestres.

Este digno hijo de Daguerre, seguro de que los espíritus, como los microbios, pululan en todas partes, se dijo: “Hay que atraparlos”, y los atrapa por un medio muy sencillo.

Va usted a retratarse, lo coloca a usted frente a la cámara, y le dice:

—Evoque usted a algún espíritu.

Y usted evoca a su madre (conste que esta frase no es un insulto).

—Reconcentre usted su imaginación —añade el fotógrafo— para que la imagen no se borre un punto. ¡A la una!, ¡a las dos!, ¡a las tres! Ya está usted retratado con todo y madre.

A los tres o cuatro días va usted por sus retratos, los observa: la fisonomía de usted se destaca perfectamente y, aquí entra lo maravilloso; sobre la cabeza de usted, en el lienzo que sirve de fondo, hay unos trazos vagos esfumados casi, se advierte un rostro; lo considera usted bien y acaba por distinguir sus facciones.

—¿Son las de su madre?

—No —responde usted—, serán las de la suya.

—Las de la mía tampoco. Se trata de otro espíritu que andaba por ahí. Apenas tuvo tiempo de alisarse el pelo para no salir con la cabeza desgreñada. Si hubiera tenido tiempo, de seguro se pone una flor en la cabeza y sonríe.

¿Evoca usted a su padre?

Pues resulta un caballero anciano con patillas luengas y ceño fruncido.

No es tampoco el papá de usted, es otro espíritu a quien atrapó el fotógrafo al pasar, en la cámara oscura.

En el lienzo del fondo de que he hablado, hay asimismo algunas manchas: ésos son los espíritus que usted evocó; andaban lejos, entretenidos, y no alcanzaron a salir, pero se adivina que son ellos; para eso sirven las intuiciones del cariño…

Paga usted un peso por cada retrato y se va tan contento a su casa, que si al fin y al cabo no salió su madre ni salió su padre, salieron otros y lo mismo da; ¡qué sabe usted si aquel anciano de patillas fue algún tío suyo, y si aquella buena señora que apenas se alcanzó a rizar el pelo, es su suegra, la suegra a quien tuvo usted la dicha de no conocer!

La fotografía, por lo demás, es mala; las figuras se destacan de un fondo oscuro con tonos amarillentos, pero hay que advertir que esos tonos se deben a la luz de los nimbos que “usan” los espíritus. Y hay que perdonar los otros defectos. ¿Qué, quería usted salir bien, en fotografía bonita y con espíritus?

¡Vamos, no pida usted gollerías!

Mi hermanito en Allan Kardec no se preocupa mucho del arte; no es ésa su misión. Artista sobrenatural, se limita a atrapar espíritus. Hay que avisarles a éstos para que no los cojan en déshabillé.

2 de septiembre de 1895

martes, 18 de agosto de 2020

Maestras del horror y lo fantástico - charla para el Círculo Lovecraftiano & Horror

 



Este sábado, en punto de las 21:00 horas, participaré con una charla virtual sobre las maestras del horror y lo fantástico en el marco del ciclo "La ciudad de las montañas de la locura", organizado por el Círculo Lovecraftiano & Horror, comunidad originaria de Monterrey, para celebrar el que sería el cumpleaños número 130 de H. P. Lovecraft.





Pueden checar el programa completo en su página de Facebook, Círculo Lovecraftiano & Horror, donde se transmitirán todos los eventos.



Círculo Lovecraftiano&Horror

El próximo Sábado 22 de Agosto a las 19:00 acompáñanos a la plática "Maestras del horror y lo fantástico" por:

Lola Ancira

Nació en Querétaro en 1987. Becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA en dos ocasiones y de la Fundación para las Letras Mexicanas. Ha publicado los libros de relatos “Tusitala de Óbitos” (2013) y “El vals de los Monstruos” (2018), además participar como antologadora en el libro “Gabinete de historias extraordinarias. Antología de Cuentos Fantásticos” (2019). También ha publicado diversos cuentos, ensayos y reseñas literarias en diversos medios electrónicos e impresos.


viernes, 14 de agosto de 2020

Imaginario femenino en México - Ensayo publicado en Tierra Adentro

 

Imaginario femenino mexicano. Ilustración por Ari Collage.




Escribí para la revista Tierra Adentro sobre dos géneros literarios enormes (fantástico y ciencia ficción) y las escritoras mexicanas cuyas obras están inscritas en ellos, y también sobre lo que está sucediendo actualmente en el ámbito. ¡El collage de Ari Chávez Chacón quedó perfecto con el texto!




IMAGINARIO FEMENINO EN MÉXICO

Desde sus orígenes —principios del siglo XIX— y hasta la actualidad, lo fantástico y la ciencia ficción han tenido distintos acercamientos teóricos y diversos intentos por definir sus características temáticas y estéticas. A partir de un acercamiento personal como lectora y escritora, me enfocaré en la teoría de Flora Botton1 para hablar de los elementos más relevantes en las obras de las autoras mexicanas que he rastreado hasta ahora, cuya visión y propuesta resulta imprescindible compartir —dado que la mayoría del corpus de ambos géneros es representado por hombres—, y que se inscriben por completo en su descripción de lo fantástico: “Un reto a la imaginación, a la fantasía y a la sensibilidad”, donde el fenómeno insólito no puede explicarse mediante las leyes del mundo conocido. Su sello es la ambigüedad: la irrupción de lo sobrenatural en el paradigma de realidad de la propia historia.

En cuanto a la ciencia ficción, presenta lo especulativo de mundos posibles en los que cualquier tipo de ciencia o tecnología y diferentes factores propician una modificación —positiva o negativa— radical de la sociedad del futuro y otras temporalidades. A principios del siglo XX destacaron obras que además reunían otras características e inauguraron el término weird fiction, categoría inscrita en lo insólito.

En las últimas décadas, fantástico y ciencia ficción han fundado nuevos “subgéneros” que se inscriben en la literatura especulativa, como la narrativa utópica o distópica. Si bien ahora se está revalorizando esta imprescindible obra, aún hay prejuicios que la acusan de no convenir con el realismo imperante dentro de la ficción, de evadir la realidad o las problemáticas sociales; sin embargo, no hay nada más erróneo, pues nos ofrece perspectivas audaces para analizar y repensar nuestras experiencias personales y sociales.

Esta nueva literatura requiere lectores perceptivos, abiertos; un acercamiento distinto que permita ver más allá de las etiquetas estigmatizadas en estantes de librerías y bibliotecas, referir no tanto a géneros, sino a sus pluralidades: creaciones que surgen de un sinfín de búsquedas relacionadas con la experiencia humana que no fueron planteadas desde el inicio para pertenecer a algún género o categoría, de ahí que su naturaleza heterogénea y su diversidad de elementos no permitan asignarles una sola etiqueta.

La primera obra escrita por una mujer mexicana que se considera ciencia ficción2 porque buscó, a través de la ciencia, transgredir las leyes y limitaciones físicas  mediante un viaje espacial como experiencia espiritual —lo que la instaura en lo que se considera fantasía científica—, data del siglo XVII: “Primero Sueño” (1692), de Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695). Es su poema más extenso, leído y estudiado, en el que primero recrea una atmósfera de oscuridad y silencio, elementos fundamentales de la noche para que la consciencia —o el alma— pueda trascender al cuerpo y alcanzar el conocimiento que le está vedado a los sentidos debido a la luz: toda una hazaña cognoscitiva. Luego, con la llegada del nuevo día, arriba también el fin de la inconsciencia y la vuelta a la realidad. Sor Juana representa aquí la voluntad incorpórea para acceder a un conocimiento más allá de lo físico y racional, donde convergen elementos renacentistas como el sueño, la noche, los astros y seres mitológicos, como Morfeo, Apolo e Ícaro. Respecto a lo científico, Sor Juana analiza lo mismo cuestiones fisiológicas que psicológicas, astronómicas y astrológicas, de la física y de la historia natural.

Un salto al siglo XIX nos lleva a Ana de Gómez Mayorga (1878-1954, CDMX), escritora de cuento fantástico y maestra normalista. Su obra más reconocida es Entreabriendo la puerta (1946), conformada por 30 cuentos; pero los que son considerados sus mejores relatos se reúnen en Nostalgia de lo recóndito (2011). En sus historias breves de títulos concisos, la normalidad se ve acechada e interrumpida por lo extraño. La trama de “La puerta” surge del misterio de lo onírico, donde una arquitectura nueva, oscura, desconocida y casi imposible aparece detrás de un muro con una puerta cerrada a cal y canto que siempre han despertado curiosidad en el protagonista; misma por la que, en una sola ocasión, tiene oportunidad de entrar. (Continuar leyendo en Tierra Adentro...)