“La narrativa mexicana
puede ser leída –tal vez debería ser leída– como un cuento de
Dávila: con machete en mano, segando la maleza hasta toparnos con el trigo.
¿Trigo? Locos: Efrén Hernández, Francisco Tario. Radicales: Jesús Gardea,
Ulises Carrión. Brujas: Guadalupe Dueñas, Amparo Dávila.”
Rafael Lemus (2009)
Reseña
personal: Cuentos reunidos de Amparo Dávila (escritora mexicana, 1928)
es un libro publicado por el Fondo de Cultura Económica en 2009 y reúne cuatro
de sus antologías de cuentos: Tiempo
destrozado (1959), Música concreta
(1961), Árboles petrificados (1977 y
Premio Xavier Villaurrutia ese mismo año), y Con los ojos abiertos (2008, inédito hasta entonces). Esta
publicación tuvo la intención de dar a conocer la obra de la autora (tan poco
conocida) a un nuevo público, pues a pesar de no contar con una basta
producción, su trayectoria literaria en poesía y cuento es fascinante y de un
estilo único.
La historia de Dávila es peculiar, pues es la
única sobreviviente de tres hermanos que murieron a temprana edad. De familia
culta, sus primeras lecturas fueron Don
Quijote de la Mancha y La Divina comedia. Quizá de ahí vienen las
escenas trágicas y de muerte que abundan en sus cuentos.
A los 22 años publicó su primer libro de
poemas, que se tituló Salmos bajo la luna.
En 1954, cuatro años después, publicó Meditación
a la orilla del sueño y Perfil de
soledades, libros con los que Alfonso Reyes la conoció y le recomendó
buscarlo, en caso de visitar la
Ciudad de México alguna vez. A los pocos meses, se trasladó hacia
allá para realizar estudios universitarios “para buscar el camino hacia las
letras” y trabajó para Reyes como su secretaria,
casándose más tarde con el pintor Pedro Coronel, con quien tuvo dos hijas. Fue
becada en 1966 por el Centro Mexicano de Escritores (que cerró sus puertas
definitivamente hace algunos años).
A pesar de que Dávila no perteneció a ninguna
generación literaria debido a su escasa participación en el ámbito,
cronológicamente está relacionada con la Generación de medio siglo, a la que pertenecieron
escritores como Juan José Arreola, Rubén Bonifaz Nuño, Carlos Fuentes y Juan
Rulfo.
Sobre
la creación literaria, Dávila opina en Los
narradores ante el público (Conferencias de escritores mexicanos en la Sala Ponce del Palacio
de Bellas Artes):
"No creo en la literatura
hecha a base de inteligencia pura o la sola imaginación, yo creo en la
literatura vivencial, ya que esto, la vivencia, es lo que comunica a la obra la
clara sensación de lo conocido, de lo ya vivido, lo que hace que la obra
perdure en la memoria y en el sentimiento."
Dávila vivió sus primeros años en Pinos, un álgido y
singular pueblo minero de Zacatecas, vivió la pérdida de sus hermanos, el
ensimismamiento de su madre, la ausencia del padre y una cercanía real con la
muerte, pues para llegar al cementerio, las carretas con los cadáveres debían
pasar frente a su casa: un espectáculo digno de una película de horror.
Sus cuentos son reflejo de ese pasado misterioso, tétrico
detonante de una imaginación lúgubre que mezclaba realidad con fantasía para
escribir relatos.
Las temáticas recurrentes en la obra de Dávila son la
muerte, la locura, el miedo, la soledad, los trastornos y enfermedades
mentales, lo aterrador, la demencia y la enajenación. La voz narrativa en
primera y tercera persona se alterna a lo largo de la compilación, así como los
personajes principales masculinos y femeninos, pero en general existe cierta
dominación masculina sobre la figura femenina. Los desenlaces inesperados o
revelación de misterios inesperados, así como de finales abiertos e
impactantes, son las características más representativas de la narrativa de la
autora. Las referencias cultas son un guiño a la educación que recibió desde
pequeña y a su formación como escritora en cierto contexto literario.
En cuestiones un poco más recientes, en 2008, debido a su
aniversario número 80, recibió un homenaje y reconocimiento en el Palacio de
Bellas Artes. Ahí mencionaron el libro que un año más tarde publicaría el Fondo
de Cultura Económica, pues se consideró que “su obra debe ser reditada y recordada para cumplir con
las exigencias de los nuevos lectores.”
Uno de los comentaristas de la obra de Dávila fue el
también escritor mexicano Alberto Chimal (de quien pronto haré una reseña),
quien describió a Dávila como “una de
nuestras cuentistas “más sutiles y extraordinarias” y también dijo que “Lo presuntamente objetivo está en contacto
permanente con lo presuntamente subjetivo. Suple lo ‘real’ con una ‘irrealidad’
que se cierra sobre sí misma, la cual se deja leer como una distracción,
incapaz de afectar las certidumbres que nos permiten una existencia sosegada.
Este proceso es más arduo y meritorio de lo que parece.”
Hay una entrevista muy esclarecedora en varios aspectos
de la vida y la obra de la autora, que es también del 2008. Dejaré el enlace y
algunas de las preguntas y respuestas más interesantes y emotivas:
OAT: ¿Qué elementos los
unían a usted y a Julio Cortázar?
AD: Nos unía la literatura, la pasión por los cuentos, la pasión por los
gatos, la pasión por el jazz. Varias pasiones nos unían. Estaba sorprendido por
la cercanía que me encontraba con Edgar Allan Poe, y le dije: "Te
equivocas, no he podido leer a Edgar Allan Poe porque me enfermo de colitis
cuando lo intento”. Y él me dijo: "¿Pero como es posible si tienes tanto
de Edgar Allan Poe?" y me regaló la traducción que hizo durante su luna de
miel con Aurora Bernárdez de los cuentos de Edgar Allan Poe.
OAT: ¿Por qué hace 30 años
que no publica ningún libro?
AD: Porque yo no escribo constantemente. Yo vivo mucho, intensamente; no
dejo pasar la vida, sino que la gozo; pienso, medito y hasta que realmente
tengo necesidad de escribir, escribo, pero no escribo compulsivamente como
muchos escritores, sino que voy rumiando, meditando mis preocupaciones.
OAT: ¿Cuál es su opinión del
género del cuento?
AD: El cuento es difícil. A todos los escritores les ha seducido.
Cortázar decía que: “Si de todos los cuentos que he escrito uno o dos son
cuentos redondos, me doy por satisfecho”. Lograr un cuento es bastante
complicado. La literatura ha sido una larga y terca pasión amorosa en la cual
he sido una amante inconstante, pero no infiel. Inconstante porque dejo de
escribir mucho tiempo por circunstancias muy especiales, pero infiel no porque
sigo en eso, así como una larga y terca pasión amorosa. Es apasionante.
En particular me gusta la
opinión que da sobre un libro publicado en 2002 por Cristina Rivera Garza,
titulado La cresta de Ilión:
OAT: Cristina Rivera Garza
declaró que La cresta de Ilión (2002)
es un diálogo intertextual con su obra ¿Le gustó el libro?
AD: No me gustó. Me invitaron de la editorial para que lo presentara,
dije que me sentía muy halagada por haber sido tomada como personaje, por un
lado; pero por otro no porque no me gusta ni el desarrollo ni el personaje que
yo era en ese libro. No podía presentarlo, porque para presentar un libro uno tiene
que creer en éste y encontrar virtudes, aciertos, cualidades que yo no
encontré, y por eso me negué a presentarlo.
Lo digo específicamente
porque hace poco me topé con una reseña de Dávila, donde mencionan el libro
pero no dicen nada crítico sobre él. De hecho no dicen nada más, simplemente lo
mencionan. Yo no lo he leído, pero me quedo con la opinión de Dávila, en torno
a quien gira la obra que no le complace.
De sus amistades
“literarias” en mi opinión las más destacadas fueron Julio Cortázar, Alejandra
Pizarnik y por supuesto su mentor, Alfonso Reyes.
En otro documento encontré
algunas respuestas a otra entrevista que son dignas de mencionar, pero esta vez
no tengo el dato para ir a la entrevista completa:
— ¿Considera sus textos literatura fantástica?
–No. Yo no los considero como literatura fantástica. Es
literatura. Para mí, es literatura.
— ¿Qué la llevó a ser escritora?
—Pues haber nacido escritora. Aunque si hubiera sido otra
cosa, pues habría terminado siendo escritora.
— Al escribir, ¿toma en cuenta al lector?
—Para nada. Nunca he tomado en cuenta al lector. No. Siempre
escribo lo que quiero escribir pero no creo que sea para un lector determinado.
Quien tiene la mala suerte de leer algo mío, ¡pues allá él!
— ¿Cómo es como escritora? ¿Cuáles son sus
instrumentos de trabajo?
—Como escritora soy bastante anárquica. No atiendo a reglas
ni a nada.
Precisamente hace tres días se presentó en
Zacatecas el libro Amparo Dávila. Bordar
en el abismo, una compilación de críticas literarias de la obra de la
autora con una sección biográfica complementada con fotografías. Es una
colaboración del Tecnológico de Monterrey y la Universidad Autónoma
Metropolitana.
Es momento de pasar a los cuentos. Árboles petrificados contiene algunos de los relatos más sorprendentes
y explica por sí mismo por qué fue acreedor al Premio Villaurrutia, pero no
incluye a sus cuentos más conocidos, como “El huésped”, “La señorita Julia” o
“Moisés y Gaspar”.
A pesar de que, como ya mencioné, la temática que domina
es la muerte y la locura, pero tratados desde diferentes aspectos o
perspectivas, por lo que los cuentos no resultan repetitivos o predecibles. Garden party, una fiesta en donde un ser
ebrio y amedrentado por la soledad y el abandono busca a la mujer que se ha
ido, para encontrar solamente un final fatal en donde la piensa presente. Griselda y el misterio de unos ojos
desplazados y conferidos a la naturaleza junto con una historia sobrecogedora e
inconcebible o La carta, un mensaje
apasionado y angustiado a un compañero que no está más.
Sobra decir que es de mis autores favoritos y hace unos
años que leí toda su obra, releyendo algunos de los cuentos, en momentos temí
por mi cordura y la realidad de aquellos relatos. Dávila creó un universo
impresionante y tan extrañamente humano como la realidad misma.
Estas son algunas frases
que seleccioné de los diversos cuentos, que giran siempre en torno a una
posible solución sobre los enigmas de vivir:
“... su
habitual inseguridad había crecido a tal punto que no sabía ya si era un hombre
o una sombra.” P. 46
“Las palabras
finalmente como algo que se toca y se palpa, las palabras como materia
ineludible. Y todo acompañado de una música oscura y pegajosa.” P. 65
“El instante sin
fin estaba desierto, sin espectadores que aplaudieran, sin gritos.” P. 65
“... esta tela
representa el caos, el desconcierto total, lo informe, lo inenarrable... pero
le quedaría sin duda un bello traje...” P. 67
“Sólo muros con
libreros vacíos, como ataúdes verticales.” P. 69
“Podías haber
regresado la semana pasada pero tuviste que llegar en el momento en que yo no
tengo ganas de nada, ni siquiera de ti y soy un embrollo.” P. 105
“¿Cómo decirle
lo que él mismo no entiende, lo que le da vueltas por dentro y no logra atrapar
ni parar?” p. 105
“... no es el
silencio de los seres enigmáticos sino el de aquellos que no tienen nada que
decir...” P. 111
“... pero ya
estaba bastante cansado, ¿por qué no
confesárselo? De tantas entregas mezquinas, de tantos equívocos, de encontrar
sólo el placer por el placer mismo, sin nada más.” P. 117
“... sumidas
en un silencio que era más agresivo que las palabras más crueles que nos
hubiéramos dicho,” P. 126
“Sobre ellos
había caído, como un intruso que rompiera el ritmo de su vida y lo
desorganizara todo, el trastorno de Carmen.”
P. 135
“... movió la
cabeza tratando de desviar el rumbo de sus pensamientos.” P. 150
“-Estoy muerta
-dijo-, ¿no te has dado cuenta de que estoy muerta, de que hace mucho tiempo
que estoy muerta?” P. 176
“... no hay
escapatoria posible al huir de nosotros mismo.” P. 177
“... he salido
hace tan poco tiempo del infierno, estoy aún en pleno purgatorio, tú lo sabes
bien...” P.183
“... no se
dónde estoy ni dónde estás tú ahora he perdido a los dos a ti y a mí...” P. 193
“... tan ensimismados
y huecos como si los pensamientos y las
palabras se les hubieran extraviado o se los hubieran llevado los que se
fueron.” P. 217
“Hablo para ti
por todo esto y mucho más; para ti que abriste ventanas clausuradas y de la
mano me ayudaste a transitar a través de la estación más amarga y dolorosa.” P.
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