El olvido es un
mecanismo de defensa necesario para la supervivencia, pues ayuda, mediante la
represión y la supresión de los recuerdos negativos, a conservar la salud
mental. Pero ¿que sucede cuando nuestra memoria no elimina únicamente las
experiencias negativas?
Ésta
es la temática de varios de los once cuentos que conforman El triunfo de la memoria (Paraíso Perdido, 2017), primer libro de
Abril Posas (escritora mexicana, 1982). Dos de estos relatos fueron publicados
en 2015 en la colección Instantánea de la misma editorial, plaquette con el que
conocí a la autora y que se tituló precisamente como uno de ellos, Estática.
Estos
cuentos plantean diversos enigmas relacionados con el recuerdo y el
transcurrir del tiempo, con el atrofiamiento de la memoria o con lo contrario,
su impasible proceder. También presenta a la rememoración como una maldición o
una trampa, por lo que el olvido sería una liberación o, incluso, una bendición.
Entre
botas Dr. Martin, terceros pisos, cicatrices, el penetrante olor de
vísceras y cadáveres de pescado, cetáceos agonizantes y promesas que se cumplen sólo tras la muerte, encontramos
en estos relatos potentes epígrafes musicales como antesalas, microcosmos o introducciones, y
a diversos géneros musicales como trasfondo de estas situaciones. Posas crea
con cada cuento maravillosas esferas que se rigen bajo sus propias reglas y
realidades, y en ellos gana peso lo que Todorov definió como «lo
extraño» dentro del cuento fantástico.
«Bitácora
del olvido», el primer cuento del libro (disponible en VozEd), es el diario de
Arcelia Méndez, una mujer joven y aparentemente sana cuya experiencia le
plantea al lector una posibilidad extraña pero admisible: ¿qué pasaría si lo que
conocemos desapareciera para los otros, pero no en nuestra mente? Para Arcelia, varias cosas fundamentales en su vida se van esfumando por fragmentos de la realidad,
como si todo fuera una ficción que ha tenido un único lector: ella
misma. Arcelia está inmersa en una especie de olvido a la inversa: ella recuerda
ciertas cosas, como sitios concurridos o bandas musicales populares, pero los
demás no. La ignorancia de los otros se vuelve un agente externo que va
anulando o suprimiendo la validez de su existencia, y la narración refleja toda la
angustia e incertidumbre que esto genera en ella.
En el relato que da título al libro, más que un triunfo de la memoria, hay un triunfo de la cotidianidad, el hombre es presentado como una víctima eterna de la costumbre a pesar de que sus circunstancias cambien repentina y fatalmente.
«Tu
cicatriz en mí» es una estupenda historia donde Laura, la protagonista, se apropia
de lo ajeno, pero de algo sumamente particular: de las experiencias de vida alojadas
a través de marcas en el órgano más grande del cuerpo humano, la piel. Laura,
consciente de que no tiene pasado alguno al cual asirse o sobre el cual
hablar, roba uno ajeno para generar
empatía en un grupo muy particular.
Una
relación efímera demasiado idealizada, que alude a la leyenda japonesa del hilo
rojo (aquel lazo afectivo invisible y perpetuo que ata a dos personas a través
del dedo meñique, sin importar la distancia que exista entre ellas), nos demuestra
que pueden existir vínculos reales y fuertes a pesar de no haber contacto
sexual alguno en «El último domingo», donde la autora también manifiesta que la
persona rememorada cobra mucha más importancia que la presente, lo que
vuelve al recuerdo algo mucho más valioso que la misma realidad.
Posas
hace uso, en varias ocasiones, de un efecto vuelta de tuerca muy bien logrado,
como en «Elena», donde una reacción inesperada pero justificada finaliza una
serie de agravios. Otro ejemplo se encuentra en «Vamos a necesitar más cajas»,
donde la tranquilidad cotidiana y familiar se ve alterada por un suceso ilícito
que es presentado con toda naturalidad.
Abril Posas demuestra en esta obra que la memoria es un arma de doble filo que tiene un
lado mucho más agudo, y que es con éste con el que generalmente embiste.
El triunfo de la memoria está a la venta en la tienda en línea de Paraíso Perdido, y cuenta con una lista de reproducción en Spotify.
En
esta entrevista para el sitio Caile Gdl, la autora habla sobre su proceso
creativo y la experiencia de publicar su primer libro, y el año pasado respondió el cuestionario Proust para Paraíso Perdido.
Para finalizar,
transcribo algunas de mis frases favoritas:
Bitácora del olvido
«La historia de una desaparición que solo
parecía dolerme a mí.»
«Si al nombrar algo lo hacemos presente,
también debe funcionar para hacerlo desaparecer.»
«Me recordaba lo bueno, solo lo bueno,
que tuve cuando lo forcé a estar a mi lado.»
«Cuando sientes que estás perdiendo la
cabeza no es suficiente con experimentarlo desde la propia piel, alguien más
debe reafirmarlo.»
«Andrajos de una madrugada que tampoco
esperaba la violencia.»
Estática
«No había manera de que una persona no
fuera ni un susurro en los registros.»
«Supo lo que era el frío añejo al que
sobreviven los enormes icebergs que flotan insurrectos hacia aguas más tibias
para sentir el alivio del calor, aunque esto signifique su propia muerte.»
«El infierno, se dijo, es todo lo que
permanece estático, sin cambio, y se llena del polvo de los años mientras todo
se desintegra. Excepto uno mismo.»
Una promesa
«‘Los fantasmas’, le confesó, ‘tienen una
memoria muy extraña. Por eso los dejamos recuperarla a su propio ritmo’.»
El triunfo de la memoria
«El mismo enfado de quien ya sabe que el
forcejeo será el mismo, será eterno, mañana, la semana próxima, por siempre.»
«Los que van a romperle la madre a la
vida lo hacen desde pequeños.»
«La memoria es como el agua y se encarga
de encontrar el cauce de antes, inundarlo todo y arrastrar los nuevos planes.»
Tu cicatriz en mí
«Lo que importa es demostrar el orgullo
de esas imperfecciones que nos da la vida.»
El último domingo
«Antes no le podía poner nombre a la necesidad de su presencia, pero toda mi
vida lo extrañé.»
«Le di permiso de mantener los planes que
había hecho antes de conocerme, yo tuve que
inventarme otros.»
«En realidad pasamos toda nuestra vida
juntos, aunque jamás estuvimos al tanto.»
Elena
«Tan acostumbrado a pisotear todo lo
hermoso solo porque se rompe en más pedazos.»
«Cada vez que salgo de casa cierro los
ojos un segundo para pedirle a quien sea que regrese sana y salva.»
Ballenas varadas
«Esa nostalgia del cuerpo que no se
mueve, pero que todavía siente.»
«Uno aprecia más la vida cuando se le
está yendo y no hay nada más hermoso que la propia entrega de armas frente a un
desconocido.»