Mar
de la memoria (Ediciones
B, 2013) de
Gilma Luque (escritora mexicana, 1977) es la segunda novela de la
autora, egresada de Filosofía de la Universidad del Claustro de Sor
Juana y becaria del FONCA en la disciplina de novela durante
dos periodos.
La
novela está conformada por dos partes y ambas son narradas por
Gabriela Rodríguez, la protagonista: la primera, Materia
oscura, es
narrada desde la
voz de la adolescencia, de la impericia de una adolescente de 17 años
que carga, desde que fue concebida, con el dolor de una madre
abandonada y suicida. El lenguaje es coloquial y cumple
a la perfección la creación del perfil de Gabriela, nos introduce
de manera rápida y personal a un universo donde la mentira y la
soledad son las bases que conforman la realidad de los personajes.
Materia
oscura incluso
puede designar la esencia de ambas mujeres, ese silencio perpetuo
dentro de sus almas que lo cubre todo, esa ausencia de felicidad más
por decisión propia que por designio del futuro, por una elegida
permanencia eterna en el pasado. Una materia en ausencia de color y
de dicha pero que no elimina del todo la felicidad en su existencia,
que aún recuerda cómo disfrutar de ciertos pequeños placeres que
les permiten aferrarse a lo que está por venir, a pesar de la
certeza de saber perdido todo.
Algo
extraordinario es que esta primer parte termina de manera contundente
con cuatro líneas que describen un suceso terrible y que encierran
la furia, la rabia del abandonado, del que se sabe de pronto
solitario y extraviado, del que ya no reconoce su propio cuerpo o sus
propios recuerdos, del que se deja morir siguiendo a ese primer
muerto en nuestras vidas que desprende una parte de nuestra alma para
no irse tan solo a dónde sea que vaya, porque si hay algo seguro, es
que ese nuevo lugar será desolador.
La segunda parte, Féretro
de cristal, (que
por cierto, lleva un hermoso epígrafe de Banana Yoshimoto) muestra
un fuerte cambio en la narrativa: ésta madura junto con el
personaje, pues han transcurrido casi dos décadas y su voz lo
refleja. Debo admitir que me sentí fascinada con este giro, con la
profundidad reflejada por Luque y un estilo mucho más definido, una
aguda sensibilidad y un delicado uso de alegorías y símbolos que
no están exentas en la primer parte.
Luque,
a lo largo de la novela, hace un compendio de explicaciones y
sentimientos sobre lo que es vivir de la mano de la tristeza, tener
una existencia vacía que se resguarda en la de otros y que incluso
lleva a la protagonista a la codependencia hacia pretendidas figuras
de autoridad o idealizadas por la mente y el imaginario de la
adolescente y sus reminiscencias, ya en la adultez.
Gabriela no sólo heredó ciertos rasgos bellos de su madre, también
su tristeza y abatimiento por la vida, esa eterna melancolía que
acompañan a quienes se saben fuera de lugar en esta existencia
terrenal. Luque otorga a la depresión la condición de ser,
una condición natural y humana de la que nadie está exento, pero
que la mayoría decide encubrir con pretendida felicidad y fingidas
sonrisas que permiten que el curso de la vida, así como la estirpe,
continúen.
Uno de los misteriosos temas que activa el mecanismo de esta historia
es el suicidio, la acción que anula la vida por decisión y mano
propia, y que por más disparatado que pueda parecer, se hace o
decide conscientemente, variando el tiempo de planeación, acción e
intentos.
A continuación, trascribo mi pregunta y respuesta favorita en una
entrevista a la autora que encontré en Internet:
¿Tuviste
algunas relecturas o lectiras
nuevas
para reforzar cosas a la hora de escribir?
Tuve relecturas importantes, por ejemplo,
La campana de cristal, de Sylvia Plath. Me parece
que la idea o el tono salía de eso, una vez que
uno desea morir de verdad va a terminar haciéndolo.
En el libro hago referencia a Platón, siempre releo ideas
sobre la muerte. Lo que significa no estar aquí
pensando que lo que tienes que hacer es estar aquí.
Pueden leer la entrevista completa desde la página original en este enlace.
Para leer un amplio fragmento de la novela, pueden visitar el
siguiente enlace.
Cierro la reseña con una serie de frases que encierran todo el
misterio del título y la novela en sí, todo el desasosiego que
significa la existencia para estas dos mujeres.
“Lo
que más recuerdo de mi madre son sus mentiras. Miente para casi
todo, aún cuando no hay necesidad (...)” P. 17
“Las
islas, como los bosques, son lugares para perderse.” Ibídem
“Una
confesión jamás debería de tomarse a la ligera: decir hace que las
cosas dejen de ser las mismas.”
P. 19
“Kati
dice que la gente no cambia, se revela. Y ella se siente un
monstruo.” P. 27
“(...)
siempre me despido con una angustia que me sigue como perro, un perro
que se aferra a que yo sea su dueña, un perro agresivo, lastimado.”
P. 30
“¿Cómo
diablos se las arregla para ser tan infeliz?” P. 33
“Yo
tengo un señor perro llamado Angustia y vive en mi corazón
decapitado.” P. 35
“Ya
no se qué palabras usar con ella, qué palabras podrían causar su
muerte.” P. 37
“Posiblemente
quieras a alguien más que a ti, lo sé porque así somos: amar nos
rebasa.” P. 55
“(...)
me contó de un río que tiene las aguas del olvido, si tomas de
ellas te quedas sin recuerdos: quiero varios frascos.” P. 57
“Soy
una mujer que duda, que teme. No se cómo ni cuándo comencé a abrir
las manos, el corazón, a dejar mi vida en un lugar seguro: Lejos de
mí.” P. 82
“Los
días no me traicionaron hasta que se cansaron de la mentira.”
Ibídem
“Tenía
miedo de salir y perderme, miedo de estar tan sola, de poder pensar y
sentir, miedo de ese deseo que yo enterraba muy dentro de mí para
que no fuera cierto: deseaba morir.” P. 91
“Yo
era una asesina en potencia y estaba enamorada.” P. 108
“(...)
todo era frío porque así es la muerte.” p. 110
“Es
tan fácil olvidar lo importante, subestimarlo cuando algo bello es
posible.” P. 112
“Mi
memoria elige para recordar los momentos menos adecuados. Tal vez lo
hace a propósito para que lo sucedido no sea tan real, no lo sea
todo.” P. 116
“Tomé
más vino para recordar u olvidar lo inexorable, lo inminente, para
sentirme alegre aunque fuera una mentira o para llorar sin ninguna
restricción y con el pretexto de no estar en mis cabales, aunque ese
no fuera u pretexto, aunque fuera una verdad ignorada, y que nadie
creería si yo la pronunciaba sólo porque sí.” P. 120
“Yo
me recuerdo ilesa, a salvo de la vida, ausente, fuera.” P. 121
“Sentirse
innecesario te borra.” P. 125
“Pero
el pasado se repite sin cansancio aunque no volvamos a él. Tiene su
propio espacio. El espacio del pasado es continuo.” P. 126
“Uno
no elige los recuerdos, ellos nos inventan a nosotros.” Ibídem
“Yo
quería besar a alguien indiferente a mí. ¿Y si esa era la única
felicidad?” P. 127
“(...)
siempre pasaba algo en la vida que nos volvía incapaces para estar
vivos de verdad. Algo que nos debilita, sí, ya no podemos
equivocarnos, caer. Tenemos un muerto.” P. 128
“Pensé:
Toda mi desdicha ahora le pertenece.” P. 133
“Ella
sólo lloraba por las noches, de 11 a 1. Por el día su tristeza era
resignada.” P. 135
“Pensaba
ilusamente que uno entristecía por algo y no como condición de
ser.” P. 140
“Pensé
que siempre terminábamos siendo la sombra de algún muerto.” P.
150
“Reclamarle
por qué no me salvaba de mí.” P. 155
“El
amor es un accidente que pocas veces les sucede a dos personas al
mismo tiempo.” P. 165
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