Hace unos meses, en el blog de la editorial Argonáutica publicaron mi reseña de Los recuerdos son pistas, el resto es una ficción (FOEM, 2018) de Roberto Wong, libro de cuento ganador del certamen internacional Sor Juana Inés de la Cruz 2017.
Idear el pasado
Por Lola Ancira
Los recuerdos son pistas, el resto es una ficción (FOEM, 2018) de Roberto Wong (Tampico, 1982) es el libro de cuento ganador del certamen internacional Sor Juana Inés de la Cruz 2017, y está integrado por dieciséis relatos. El primero, «Políptico de amor y nieve», se divide en dieciséis secciones que se desarrollan intercalándose con el resto. Su protagonista es E., periodista con vena de escritor e inmigrante que llega a Estados Unidos huyendo del peligro que representa su propio país. Al tiempo de alejarse, busca comenzar a narrar sobre un sitio ajeno en el que admite que México seguirá estando presente.
Estas historias con títulos en ocasiones muy extensos, son densas como la bruma o divertidas, con carcajadas entreveradas en cada párrafo. Retratan con fidelidad relaciones interpersonales convencionales y poco satisfactorias, la vida oficinista de empleados exhaustos, el miedo a la soledad, la tensión de un presente incierto y la memoria, «ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos», según Borges, que suele construir versiones alternas de los hechos gracias al sentimentalismo y la imaginación. En palabras de Wong, dependemos de esas ficciones para «procurarnos finales distintos y perfectos», porque, finalmente, «vivir es traicionarse todo el tiempo».
El autor retrata el exilio en un cambio de territorio constante: un recorrido por Norteamérica y algunos sitios de México. Y éste no es un viaje placentero, sino una fuga. Una evasión que, sin embargo, «no cambia nada: el dolor sigue ahí, atrapado entre tu garganta y tu pecho». Para Wong, «escribir (…) significa escoger una ruta». La vía que eligió para crear estos relatos fue asomarse, mirar en el linde para mostrar una perspectiva doble a partir de sus propias experiencias como migrante.
Wong se enfoca en lo limítrofe: dos tipos de vida en dos culturas contrapuestas, en la dicotomía del presente y el ayer, en la teoría y la práctica. Nos presenta al amor como una complicación: sus personajes experimentan las relaciones desde la angustia que representa el otro y la soledad en multitud. Incluso hay fronteras creadas por la intratextualidad entre el «Políptico…» y el resto de los cuentos, pues E. hace uso de párrafos de los otros textos. Al igual que las páginas avanzan, él mismo está por concluir una colección de relatos que incluyen diálogos con emojis, reflejando la modernidad (y simplificación) del lenguaje y la expresión escrita. (Continuar leyendo en el blog de editorial Argonáutica...)
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