viernes, 28 de febrero de 2014

Réquiem por un suicida – René Avilés Fabila





Réquiem por un suicida (1993) de René Sadot Áviles Fabila (escritor, periodista y catedrático mexicano, 1940) es una novela publicada en formato digital por Editorial Ink  en 2013 y está a la venta en Amazon en este enlace.  

Su primer novela, Los juegos, fue publicada en 1967. Avilés es contemporáneo de José Agustín y Parménides García y proclama como a sus preceptores a Juan José Arreola, Juan Rulfo y José Revueltas. Ha publicado 7 novelas, más de 20 cuentos y varios ensayos y memorias que le han valido diversos premios nacionales de periodismo y narrativa, así como numerosos homenajes realizados, entre otros, por la UNAM, INBA y FCE.

En su autobiografía procaz, Avilés explica a detalle varios aspectos fundamentales de su vida y obra, entre los que destacan por igual sus publicaciones y la intensa divulgación cultural como sus magníficas acciones y críticas sociales y políticas.

Desde hace varias décadas promueve la cultura y ha tenido a su cargo diversos cargos culturales; fundó, en 1985, el suplemento cultural El búho, del periódico Excélsior, hasta 1999. Meses después, fundó la revista El universo del búho, que terminó por tener el mismo nombre del suplemento cultural y de la que actualmente sigue siendo el director. En 2003 creo la Fundación René Avilés Fabila, cuyo objetivo es Promover la creación, fomentar, investigar y difundir la literatura así como la cultura en general. Desarrolla programas, participa en la celebración de convenios y colabora en toda aquella actividad académica y artística que impulse la promoción cultural. En 2008 fundó el Museo del escritor, del que el propio Avilés explica: No se trata simplemente de ver y apreciar objetos de artistas y literatos, libros especiales, fotografías, grabados con aquellos que redactaron obras maestras de la literatura, sino poner al servicio del país y en especial de la juventud, un museo interactivo, felizmente vivo donde los escritores tengan su casa, puedan presentar libros, tener talleres de poesía y prosa narrativa (...) Grandes maestros como Alfonso Reyes, Julio Jiménez Rueda, Juan Rulfo, Juan José Arreola, Salvador Elizondo, Francisco Monterde, Alí Chumacero, Griselda Álvarez y Carlos Montemayor, siempre con el espíritu de la fundadora, la escritora norteamericana Margaret Shedd, estimularon y apoyaron a cientos de escritores que hoy son fundamentales en nuestras letras. La lista es infinita y algo de ella podrán ver aquí. Una síntesis.

Sobre Réquiem, el argumento primordial de la novela es demostrar que para el personaje principal, Gustavo Treviño, partir de este mundo a través de la muerte voluntaria es una decisión propia que debe ser respetada por los demás; lo más singular, es que planea hacerlo en un momento de felicidad y éxito, en el que todo se ha vuelto prescindible (incluso los objetos y personas cercanas) y donde lo único necesario es el amor verdadero para saber, en cierta manera, que se triunfó en la que muchos han señalado como la finalidad misma de la vida. Y lo más fascinante es que, a través de argumentos basados en fundamentos históricos, filosóficos y literarios, logra no sólo convencer, sino transmitir esta necesidad de control sobre el final de la propia vida al lector. Ya en el prólogo Elena Garro advierte de la “peligrosidad” que puede suponer este libro para adolescentes, pero el peligro no es tal ni se enfoca en ellos, es más una imponente reflexión a la que se llega tras la lectura de este libro, que si bien no hará que todos se suiciden, al menos sí cambiará la perspectiva y el juicio del lector que este dispuesto a adentrarse en estas páginas tras liberarse de aprensiones y escrúpulos sobre uno de los actos más condenados de la humanidad.

Al iniciar la novela, el narrador, en primera persona, es Gustavo Treviño, que intercala el relato de su propia novela con fragmentos de cartas para Eduardo, un personaje mucho más joven que él, con quien ha mantenido una entrañable amistad y único “heredero” del acaudalado Treviño. El protagonista describe su historia como guerrillero y sus múltiples amoríos fallidos, algunos encuentros sexuales descriptivos y otros con mínimos tintes eróticos, en una frase: todo lo que conforma la vida de una persona adulta que ha disfrutado plenamente tanto de sus aciertos como de sus fracasos, que no añora un tiempo pasado y que busca el amor, tan insulso como se pueda leer y tan significativo como se pueda experimentar. Y este es su fin último. Es el mismo Treviño quien afirma: No puedo seguir fingiendo que vivo.

Las múltiples connotaciones culturales e intertextualidad de este libro son únicas, pues a lo largo de sus páginas enaltece y embellece una acción que de sólo ser pronunciada provoca, para la mayoría de las personas, pesar y aflicción. La novela refleja un estudio preliminar vasto por parte del autor, concluyente y perfecto. Este sería, a mi parecer, un estupendo libro que podría fungir como prólogo extenso para ese libro inexistente e insuperable que trate sobre el suicidio, que el mismo autor menciona.

La novela está construida por múltiples citas, fragmentos y referencias de literatos, filósofos, artistas y grandes genios suicidas de diversa índole que sustentan la ideología del suicidio como un acto por completo respetable, valeroso e incluso como algo ejemplar.

En algunas partes, el texto muestra la riqueza literaria propia del ensayo, lo que revela la investigación profunda y minuciosa que el autor realizó sobre el tema, no únicamente para escribir este libro: el tema del suicidio es un tema apasionante y dedicarle toda una vida no será suficiente, pues quizá haga falta dedicarle también la misma muerte.

La novela está formada por un texto de Elena Garro (prólogo), XX capítulos y epílogo. En XX capítulos de análisis filosóficos y literarios, Avilés fabrica la mejor defensa para el suicidio apoyado en Sartre, Borges, Acuña, Virginia Woolf, Jaime Torres Bodet, Carpentier, Poe, Lovecraft, Swift, Stevenson, Verne, Quiroga, Séneca, Pellicer, Lorca y varios más.

Personalmente, siento la misma fijación por el suicidio que Treviño, y también he realizado algunas lecturas al respecto. Este es el quinto libro sobre suicidio que reseño en el blog, de los que el primero fue Escritores suicidas de Héctor Gamboa (que narra las vidas de los principales literatos suicidas), seguido por Suicidios ejemplares de Vila-Matas (cuentos sobre suicidas modelos)  y El club de los suicidas de Stevenson, sobre el que Avilés escribe: Tomé el directorio telefónico y busqué el número de El club de los suicidas de Stevenson. (El quinto libro sobre suicidio que no he mencionado lo encontrarán en las primeras citas transcritas, en la parte final de esta reseña).

Pero no todo es tragedia en Réquiem, hay tintes de humor que dibujan sonrisas en el rostro del lector en varias de sus páginas: ¿Cómo dejaría una nota el suicida analfabeto?
Obvio: con una grabación que contenga el consabido mensaje de no se culpe a nadie de mi muerte.

Uno de los datos geniales e interesantes que nos obsequia el autor es la máquina de la muerte de Jack Kevorkian, la grandiosa diosa maya del suicidio Ixtab, y conocer a grandes autores, como Lafargue. Uno muy bello, que yo les ofrezco, es este: Modelos interpretan a escritoras suicidas en el instante de su muerte

Para concluir, transcribiré algunos de los mejores fragmentos de la novela y la finalizar, una lista de la bibliografía mencionada por Avilés en Réquiem.

CAPÍTULO I

“(...) ser como decía Borges que eran algunos personajes de la literatura rusa: suicida por felicidad.”

“Unas líneas de Oscar Wilde podrían ser parte de mi divisa:

¡Y todos los hombres matan lo que aman!
Óiganlo todos: unos lo hacen
Con una mirada cruel; otros, con
Palabras cariciosas; el cobarde,
Con un beso, y el hombre valiente,
con la espada.”

“El crimen perfecto (...) es aquel donde no hay a quien perseguir, donde el culpable queda sin castigo; es, dese luego, el suicidio. Y es justo. Pero lo irritante es que la sociedad (sea capitalista, sea socialista) y las religiones más importantes (Dios castiga el suicidio, dice Mozart en La flauta mágica) se oponen a la muerte voluntaria. Le quitan al individuo la posibilidad de acabar con su vida cuando le venga en gana. Ese, como dirían los juristas, es un derecho inalienable. Nadie debe intervenir. O mejor, ayudar al suicida. Cuando éste sobreviva al pistoletazo o al veneno, un comité de médicos o sociólogos o lo que sea, qué demonios importa, piadosamente debería completar la obra. Eutanasia y suicidio deben tener el beneplácito de la ley porque muchos lo requieren con urgencia. Pese a todo, no sucede así. Los imbéciles hacen lo “humanamente posible” para salvar a quien no desea que lo salven.”
“En algunos países existen organismos para prevenir el suicidio. ¿Porqué no crear uno que lo estimule?” (Este fragmento nos lleva en seguida a La tiendita de los suicidas, novela corta que trata precisamente sobre un organismo que estimula el suicidio.) 

“Con frecuencia confunden al suicida con el loco. Es falso. Durkheim probó claramente que no hay relación entre la locura y el suicidio. Paul Lafargue, Ernest Hemingway y Jaime Torres Bodet no eran anormales. Por eso considero el famoso camino a la nada como el acto más lúcido de nuestra vida.”

“Es odioso morir de vejez, con las facultades físicas y mentales mermadas, babeando, diciendo tonterías. La muerte detiene de tajo el deterioro.”

“Algunos suicidas no pasan sus últimos días en estado depresivo. Por lo contrario, se les nota animosos, de buen humor.”

“Absurdo que haya quien piense que el suicidio es una vergüenza, una mancha. No. El suicidio es como cualquier otra muerte. Con la ventaja de que uno puede escoger el lugar, el momento y la forma para acabar con la vida.”

“(...) en La vía real, Malraux desarrolla a un suicida de otro orden, un aventurero trágico que muere reflexionando: “Es posible que construir la propia muerte me parezca más importante que construir la propia vida.”

“Ahora sé que estoy a punto de encontrarme y de ser al fin mi propia imagen, la que me formé desde pequeño. Ser yo, Existiré.” (Finalidad del suicidio)

CAPÍTULO II

“Y la última parada del viaje es la muerte-Ítaca, no el Infierno. Sólo el verdadero fin del mundo.”

“Mi suicidio se debe a que he dejado de amar lo que me rodea, a mis amigos, mis libros, mis cuadros... Digamos entonces que es por desamor. O es probable que lo haga porque me he enamorado, pasionalmente, del suicidio. Total, la muerte es una mujer, ¿no?”

“(...) a nadie le gusta tener cerca a una persona que ama a la muerte.”

“Mi padre insistía en que uno conserva los recuerdos más simples o los más dramáticos; tenía ciertamente una teoría sobre lo que la memoria opta por conservar con relativa independencia.”

“(...) quiero llegar al suicidio –concluir mi viaje a Ítaca- en perfecto estado de salud y con mis condiciones físicas e intelectuales completas. No deseo entregarle, como la mayoría, un despojo a la muerte, no si la amo.”

CAPÍTULO III

“Quise inventar el pasado y reconstruir el futuro y fracasé en la empresa porque en efecto era monumental, y mis fuerzas, limitadas.”

“Esta vez no habrá sueños ni pesadillas, nada más un denso y profundo sueño, el de la nada. Entrar en el gran misterio. En donde no pueden hacernos daño.”

“(...) no le concedo a ninguna deidad ni a ningún mortal la capacidad de decidir si mi suicidio es correcto o un pecado. Haré de mi muerte un trabajo perfecto y artístico. Me complacerá y tal vez a los espíritus afines. Un homenaje a De Quincey y a Swift.”

“Al concluir la lectura, el hombre sonríe satisfecho, saca un magnífico revólver 38 y lo dispara en su sien.”

CAPÍTULO IV

“El suicida piensa en él, no en los demás. Está a punto de llevar a cabo una idea grandiosa. Y como todas las de esta naturaleza, es un acto egoísta; por lo tanto no mira a los demás.”

...si no creyese encontrar en el otro mundo dioses tan buenos y tan sabios y hombres mejores de los que dejo en éste, sería un necio si no me manifestara pesaroso antes de morir, pero sabed que espero reunirme allí con hombres justos...” (Sócrates)

“(...) personajes femeninos, tal vez como dijo un crítico, más profundos que los masculinos, más luminosos.”

“(...) me llaman la atención los amores fantasmas, los que están sustentados en mujeres inexistentes, lejanas o muertas.”

“(...) juntos, con esfuerzo y tesón, con el delicado trabajo de un orfebre. Hemos conseguido nuestra total infelicidad.”

“Al final de una lucha agobiante el amor se desvanece. Basta una decisión, una palabra o el silencio.”

“En ella (mi nueva novela) creí estar describiendo el suicidio del narrador. Me equivoqué, ahora recapacito: se trata del mío, se trata del suicidio de los dos.”

“(...) aunque todos los días, como Penélope, uno teja y desteja, construya y destruya. Al final, pesa más, por desgracia, lo destruido y la ruina se precipita sin que ninguno de los dos sea capaz de evitarla.”

“Si alguien no es capaz de medir el peso de una decisión fatal, no merece más que pagar el costo por elevado que sea.”

“He descubierto que el suicidio es una vulgaridad. Todo el mundo tiene uno que narrar. Es un tema de sobremesa o de café, n de bar, en donde merced al alcohol Eros aplasta a Tanatos.”

“Novalis señalaba:

El verdadero acto filosófico es el suicidio; éste
Es el principio real de toda filosofía. En él ocurren
Todos los deseos del discípulo, sólo este acto posee
Las condiciones y características de la acción trascendental.”

CAPÍTULO V

Cómo dejaría...
“(...) un especialista en Japón ha concluido que sus habitantes están fascinados por el suicidio. (...) Para contrarrestar el suicidio, considerándolo algo macabro y ya sin halo romántico, las autoridades reparten un folleto (Invitación a la vida). Por fortuna son muy pocas las personas con vocación suicida que lo toman en serio.”

“Aquellos que se quitan la vida en publico son simples exhibicionistas, no suicidas.”

“No es sencillo navegar a contracorriente en un planeta que al final del milenio parece avanzar con firmeza hacia la derecha.”

“Temo que si la concluyo tendré que matarme y siento que algo me falta todavía. Es mi último libro.”

CAPÍTULO VI

Gabriel García Márquez: “...Hemingway no parecía pertenecer a la raza de los hombres que se suicidan.”

Cesare Pavese: “No más palabras. Un acto. No volveré a escribir más.”

“El suicidio parece algo común entre los artistas, los creadores, en especial entre los escritores. William Styron, en su trabajo Esa visible oscuridad (...), narra su depresión, su frustrada vocación suicida y la manera en que consiguió salvarse; hace un recuento y encuentra el origen de sus males.”

“(...) sólo deseo matarme sin ningún pretexto (...), porque siempre supe que no podría escribir una obra a la altura de Hemingway.”

“El suicida, explica Styron, deja un “peculiar vacío” en las personas que le conocieron. Tengo la fuerte sospecha de que es más un desconcierto que otra cosa. Y ello les lleva a mentir y a participar en torneos de lugares comunes y engaños sobre el desaparecido.”

“La gente tendría que acostumbrarse a la muerte voluntaria y respetar la voluntad de quien sufría viviendo.”

“(...) un suicida debe ser alguien imaginativo, lleno de recursos y mirar a su derredor y hallar armas para suprimir aquello que ya es un pesado fardo, que no es posible llevar a cuestas: la vida.”

CAPÍTULO VII

“(...) nunca serás alcohólico porque el alcohol deteriora y tu vanidad no te lo permitiría.”

“Qué lástima que no utilicemos más el término melancolía. Me parece más hermoso, más literario en consecuencia, que el de depresión.”

CAPÍTULO IX

“Su capacidad destructiva era mayor que su devoción por mí.”

CAPÍTULO X

“(...) cuando alguien se entera de que escribo una novela sobre un suicida, lo toma como una posibilidad literaria, llena de humor negro y no como el aviso de mi muerte.”

“(...) y tu espléndida casa se convertirá fatalmente en el Museo del Suicida Famoso, visitado anualmente por miles de amigos de la muerte voluntaria. Es decir, será su santuario.”

CAPÍTULO XI

“Hemos llegado al siglo XXI arrastrando los fardos de aquellos que creyeron ver un pecado más grave en el suicidio de judas que en la entrega de Cristo a sus enemigos.”

“Siempre me han encantado, como a muchas personas, los escritores atormentados que acaban matándose. Yo, estoy seguro, no seré uno de ellos, me suicidaré cuando sea feliz.”

“¿Acaso jamás podremos diseñar nuestro propio fallecimiento como alguien planifica su familia, el próximo negocio o las vacaciones siguientes? (...) Aguardo nada más el momento oportuno.”

Alfonso Reyes escribió que ‘sobre cada tumba de suicida debiera abrirse una información a perpetuidad. Sobre cada uno, escribirse un grueso volumen de investigaciones cuidadosas: así conviene al valor de la vida a la orientación de nuestras almas.’

Camus: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: es el suicidio. Juzgar que la vida vale o no vale la pena de ser vivida es contestar a la cuestión fundamental de la filosofía.”

“(...) lo más grave es que son los seres sensibles, los más inteligentes y cultos, los creativos, los que hacen bien a los demás, los que no roban ni matan, quienes se suicidan. A los otros habría que ejecutarlos porque ellos no desaparecerán voluntariamente.”

“Aún no era capaz de hacer filosofía del suicidio pero intuía su existencia y sobre todo su importancia.”

“El suicida está solo porque es diferente y en su búsqueda de identificación, de que alguien lo ame tal como es, amará una y otra vez con el mismo resultado: sentirse solo.”

“Y me pregunto en una noche como ésta, en que me atrevo a escribirle: ¿por qué sigo con vida?”

CAPÍTULO XII

“¿Habrá, me interrogo con frecuencia, una cultura del suicidio?”

CAPÍTULO XIII

“(...) la hermosa soledad es la mejor compañía.”

“(...) no estaba hecho, por su formación inicial, para la pobreza o para mantener diálogos idiotas con seres celestiales.”
“Cuánta corrupción del alma os era necesaria para vivir a través de un solo día, cuántas mentiras, cuántas zalemas, enredos, volubilidades y servilismo.” (Fragmento de Virginia Woolf).

“Morir es un arte que no requiere explicaciones o que propone enigmas estéticos, no morales.”

Sylvia Plath lo entendió:
Morir
Es un arte, como casi todo.

“(...) la monogamia y el convencionalismo convierten a la pareja en propietaria de un modesto aunque igualmente terrible infierno (...)”

CAPÍTULO XV

“Morir por honor es francamente una imbecilidad. Los kamikazes creían que su muerte les devolvería la honorabilidad. Pero el problema es que ella sólo aparece con la victoria, Los muertos carecen de honor.”

“(...) escribe acerca de un ángel que está fastidiado del cielo, le aburre mortalmente, consigue un permiso para suicidarse y con decisión se cuelga de una nube.”

CAPÍTULO XVI

“(...) un literato inmenso produzca una obra que revalore el suicidio, dándole dignidad y sentido, como lo hizo Goethe.” (Sobre Las cuitas del joven Werther, de dicho autor).

El pobre suicidio
Heroico para los antiguos griegos

Condenado eternamente por los cristianos

Eludido como tema por los pintores

Idolatrado por los escritores

Temido por los políticos

Combatido por la psiquiatría

“(...) los suicidas, mis héroes predilectos”

“Ah, suicidio, cuantos crímenes se cometen en tu nombre.”

“Su muerte, como la de Sócrates, es un ejemplo ilustre para aquellos que deciden quitarse la vida por mano propia.” (Sobre el suicidio de Séneca).

CAPÍTULO XVII

“(...) ¿morir por propia voluntad para probar el valor del individualismo sobre las masas y sus creencias políticas y religiosas? Esto es matarse cuando ha llegado el éxito (...)”

“(...) una década de suicidios, Eduardo; no olvidemos los de Janis Joplin, Jimmy Hendrix, Jim Morrison y Brian Jones.”

CAPÍTULO XVIII

“(...) existe una abundante bibliografía sobre el suicidio. Lo que ocurre es que la mayoría de los libros son mediocres, cantaletas moralizantes y seudocientíficas. Nos queda The Savage God de Álvarez y desde luego el clásico del tema, El suicidio de Durkheim. Pero en realidad nadie que sea suicida debe leer obras de pretensiones científicas; la muerte vendría antes, en especial si se trata de un lector sensible e inteligente, lo más adecuado es recurrir a la literatura: allí están todas las variantes de la muerte voluntaria y asimismo están las explicaciones más densas y lúcidas.”

“(...) el suicidio es parte de las altas culturas, (...) existe una estética de la muerte voluntaria. Es un arte.”

“Yo dije: si el ajolote escribiera, hubiera hecho lo contrario a Cortázar y de pronto estaría convertido en un monstruoso ser humano que caminaría con rumbo incierto.” (Sobre el cuento El ajolote, de Cortázar.)

“(...) sabe narrar y contar historias; es, en esencia, una mentirosa notable, como lo fueron Chesterton y Münchausen.”

Pavese: “Los suicidas son homicidas tímidos. Masoquismo en vez de sadismo.”

CAPÍTULO XIX

“(...) nunca sé cómo van a terminar las cosas cuando bebemos, La creo capaz de pegarme un tiro en una escena melodramática (...) si alguien me da un tiro, ese alguien tendrá que ser yo.”

CAPÍTULO XX

“La mejor prueba de sus logros económicos y sociales es el alto número de suicidios que tiene.” (Sobre España)

“El ser humano se muere lenta y progresivamente a lo largo de su vida. Muere, cuando a partir de los veinticinco años va perdiendo cien mil neuronas diaramente.” Dr. Vicente Guarner

“(la muerte) despierta la casi totalidad de nuestras reflexiones, de nuestras obras de arte, y su estudio resulta un caudal inagotable para analizar el espíritu de nuestra época y los recursos insospechados de nuestra imaginación.”

“Alfonso Reyes cuenta de una mano que llegó a suicidarse, ¿por qué no entonces habrían de hacerlo los humanos?”

“El suicidio es el acto más sublime y hermoso que persona alguna pueda llevar a cabo, especialmente si llega a él con plena conciencia y no como el resultado de un fracaso. El suicidio corona una obra y si la obra es uno mismo qué mejor. La muerte voluntaria es un acto de elegancia y distinción, no pertenece al estrecho y voluble mundo de la moral, le corresponde a la estética o a la filosofía.”

“El día que las sociedades acepten el suicidio y lo vean como respetuosamente lo han considerado diversos pensadores, ese día estaremos en presencia de una nueva humanidad, más razonable y sensible, en donde la muerte voluntaria sea el supremo acto de la libertad, la mejor hazaña de la libertad.”

“Muchas de las obras maestras del arte han sido producto de la tragedia. Por ello, es probable, buscaba las desgracias.”

“Kafka tiene un pequeño cuento sorprendente: Un artista del hambre (que en mi caso podría ser Un artista del suicidio). Es la historia de un ayunador que trabaja en un circo. El hombre rompe los récords y pasa meses y meses sin probar bocado. Al final, a punto de morir, por completo debilitado, confiesa con voz apenas audible que jamás le gustó la comida. Eso me ocurre a mí: nunca me gustó la vida. Simple y sencillamente no pude acostumbrarme en cuarenta años de experimentarla y eso, debo reconocerlo, que fue algo tedioso que conseguí transformar en un mundo luminoso lleno de interés.”

Bibliografía recomendada:

Durkheim – El suicidio
Revueltas – Los muros de agua y El apando (sobre la desaparecida y cruenta cárcel mexicana de Lecumberri)

William Wordsworth – Argument for suicide
Álvarez - The savage god
Walter Muschg - Historia trágica de la literatura
Cesare Pavese - El oficio de escribir
J. W. Goethe – Las cuitas del joven Werther
Derek Humphry - Salida final

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