San Martino d. Battaglia, osario italiano
El texto de este mes para mi columna mensual, Irreverencias maravillosas, de la Revista VozEd, es un breve compendio de algunas construcciones míticas edificadas con huesos humanos.
Pueden leer una versión reducida del texto, directamente de la revista, en este enlace.
Osario de Sedlec, detalle
Enigmáticos despojos
Existen
en el mundo diversas construcciones edificadas, en parte o totalmente, con
osamentas humanas. A pesar de las impresiones que esto pueda suscitar, la
magnífica simetría y los extraños patrones originados con cráneos y los diversos
huesos del esqueleto humano han vuelto reales singulares y majestuosos espacios
arquitectónicos religiosos. España, París, Bretaña, Alemania, Ecuador, Egipto,
Perú, Portugal y Grecia, entre muchos otros países, cuentan con este tipo de
misteriosas estructuras: diversas y distantes son las culturas que han
demostrado el mismo interés en nuestra estructura corporal como material para
la construcción de portentosos osarios o catacumbas.
La
importancia histórica de ambos es incuestionable: mientras un osario es un
sitio (generalmente cerca de un cementerio o una iglesia) asignado para
albergar los huesos exhumados de sus sepulcros y datan del siglo I, una
catacumba está formada por túneles o corredores subterráneos que ciertas
culturas antiguas crearon y utilizaron como sepulcros y datan del 50 a. e. c.
Ambos son una clara muestra de los rituales mortuorios de las civilizaciones
judías y cristianas de la época.
Las
tumbas colectivas existen desde el Neolítico (4 000 a. e. c.): el culto a los
muertos refleja cierta reflexión hacia este hecho natural, una necesidad de
glorificar o preparar a los cadáveres para la transición, de enaltecerlos y
conservar su recuerdo a través de sus restos. Todas las culturas han reflejado
un interés particular en la muerte y parte de su filosofía a través de singulares
rituales funerarios, preservados hasta la actualidad en numerosos lugares,
desde las pirámides de Egipto hasta los ataúdes colgantes de Filipinas.
Karner Beinhaus, detalle
Uno de ellos es la Karner Beinhaus (casa de hueso),
que se construyó en el s. XII en Hallstatt, Austria,
como un pequeño cementerio. Alberga 1 200 cráneos y una de sus particularidades
es que poco más de la mitad de ellos están adornados con motivos florales y
llevan su nombre (y a veces año de defunción) inscrito, lo que anula el
anonimato de los difuntos.
Osario de San Bernardino alle Ossa
Osario de San Bernardino alle Ossa, detalle
En
el s. XIV construyeron, sobre un cementerio repleto, el osario de San
Bernardino alle Ossa en Milán, Italia. Poco más de 50 años después, se erigió
una iglesia que debido a un incendio fue renovada por Giovanni Andrea Biffi,
tras 4 siglos, utilizando los huesos del osario. Este lugar refleja una fuerte
ideología y estética religiosa y está abierto al público. El Osario de Eggenburg,
en Austria, fue construido durante el mismo siglo. Es un sitio magnífico
construido con los restos de 5 800 personas, donde cada hueso está en el lugar
preciso para crear un efecto visual de simetría perfecto. Se estableció en el
fondo de una amplia excavación y en el centro hay una pequeña pila de cráneos rodeada por
cientos de fémures y húmeros que forman un semicírculo a su alrededor.
Actualmente, debido al estado de los huesos, no puede ser visitada.
Uno de los más suntuosos y extensos es el Osario de Sedlec, en República Checa, construida en el mismo siglo, es una capilla católica debajo del aclamado cementerio de la Iglesia de Todos los Santos, contiene cerca de 70 000 cadáveres en su construcción y en el s. XIX František Rint fue contratado para organizar aquella caótica cantidad de huesos. Transformó entonces más de un esqueleto humano en un inmenso candelero de techo, creo un solemne escudo de armas para la familia que lo contrató y plasmo su firma también con huesos, entre muchos ingenios más.
Osario de Sedlec, detalle
Osario de Sedlec, detalle del escudo de armas
Osario de Sedlec, detalle de candelero
Uno de los más suntuosos y extensos es el Osario de Sedlec, en República Checa, construida en el mismo siglo, es una capilla católica debajo del aclamado cementerio de la Iglesia de Todos los Santos, contiene cerca de 70 000 cadáveres en su construcción y en el s. XIX František Rint fue contratado para organizar aquella caótica cantidad de huesos. Transformó entonces más de un esqueleto humano en un inmenso candelero de techo, creo un solemne escudo de armas para la familia que lo contrató y plasmo su firma también con huesos, entre muchos ingenios más.
Capilla de los huesos, detalle
Capilla de los huesos, detalle
La
Capilla de los huesos en Évora, Portugal, fue construida en el s. XVI por un
monje franciscano durante la Reforma Católica y contiene los huesos de
aproximadamente 5 000 monjes que habían sido enterrados en los cementerios de
algunas iglesias. El motivo principal de aquel lugar era, a través de la
contemplación de las osamentas, mostrar la fugacidad de la vida. Incluso hay 2
cuerpos momificados sostenidos de las paredes con cadenas, uno de ellos es un
infante. Otra particularidad de esta capilla es que en la entrada está escrita
la leyenda Los huesos que aquí estamos
esperamos por ustedes; en la bóveda se puede leer Mejor es el día de la muerte que el del nacimiento (Eclesiastés
7,1) e incluso hay un poema en uno de los pilares, atribuido a un párroco de la
localidad, que revela la necesidad de reflexionar sobre la propia existencia.
Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de los capuchinos
Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de los capuchinos, detalle
En
el s. XVII se construyó uno de los lugares más impresionantes: la Iglesia de Nuestra
Señora de la Concepción de los capuchinos en Roma, Italia, por Antonio Casoni a
petición del Papa Urbano VIII. Contiene los restos de aproximadamente 4 000 frailes
de diversas generaciones. Vertebras seccionadas, huesos
ilíacos y pubis crean múltiples figuras minuciosas que adornan la nave
principal y las bóvedas de las 5 pequeñas capillas en que está dividida la
cripta, e incluso cuenta con cadáveres completos vestidos con sus túnicas
religiosas. La letanía Aquello que
ustedes son, nosotros éramos; aquello que nosotros somos, ustedes serán recibe
a todos sus visitantes.
Uno
de los osarios más grandes del mundo, pues reúne más de 50 000 cadáveres del s.
XVII y el s. XVIII, se encuentra bajo la plaza de San Jacobo, en Brno, República
Checa. Paredes completas y pilares fueron construidos con las osamentas, que
son iluminadas por una tenue luz ambarina que dota al espacio de una mística
única. Está abierto al público desde 2012.
Durante
casi 3 décadas, a finales del s. XVIII, Vaclav Tomasek, un sacerdote de
Czermna, en Polonia, descubrió los cadáveres de miles de soldados que
participaron en la devastadora Guerra de los Treinta Años y la Guerra de
Silesia, así como los cuerpos de los enfermos de cólera y las víctimas de las plagas.
Decidió entonces reunirlos, limpiarlos y honrarlos insertándolos en la
construcción de una capilla, La Capilla de los Cráneos. En el altar se encuentran los cadáveres de
personas importantes y de aquellos que murieron por enfermedad o acribillados
(entre ellos el cráneo de un infectado con sífilis), como una forma de
enaltecerlos más que al resto, y su propio cráneo fue colocado en el altar tras
su muerte, en 1804. La bóveda de la capilla está repleta del mismo patrón repetido
una infinidad de veces: 2 huesos largos en forma de x con un cráneo sobre ellos.
Más
información sobre este tipo de lugares se encuentra en el sitio web de Paul Koudounaris,
empiredelamort.com, fotógrafo profesional y autor estadounidense con una
maestría en Historia del Arte. Sus investigaciones lo han llevado a ser una de
las personas más reconocidas en su campo y en el arte macabro. The Empire of Death: A Cultural History of
Ossuaries and Charnel Houses (2011) es su primer libro publicado y está a
la venta en Amazon, cuya primer frase publicitaria es Desde el fetichismo
por los huesos en el mundo antiguo hasta
los cráneos pintados en Austria y Baviera: una obra inusual y convincente de la
historia cultural.
En
2013, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) realizó una investigación,
publicada en la revista Advanced
Functional Materials, cuyos resultados mostraron algo que desde hace siglos
era bien conocido para los involucrados en las construcciones o remodelaciones
de osarios, catacumbas e iglesias: la estructura del hueso humano sería un
modelo fantástico para la creación de materiales más resistentes para
construcciones inmensas.
El estudio revela que los huesos están compuestos
de capas microscópicas de colágeno, material del que están
hechos los tendones, e hidroxiapatita,
un material similar al que forma los dientes,
que se combinan para crear una estructura sólida,
dura, pero ligeramente flexible,
que permite a nuestros huesos soportar fuertes cargas.
de capas microscópicas de colágeno, material del que están
hechos los tendones, e hidroxiapatita,
un material similar al que forma los dientes,
que se combinan para crear una estructura sólida,
dura, pero ligeramente flexible,
que permite a nuestros huesos soportar fuertes cargas.
Así, utilizando diseños optimizados por computadora
de polímeros blandos y rígidos colocados en patrones geométricos
que imitan los de la naturaleza, y con la ayuda de una impresora 3D,
el equipo de investigadores del MIT fabricó un material sintético híbrido
22 veces más resistente que cualquiera de los que lo conforman.
de polímeros blandos y rígidos colocados en patrones geométricos
que imitan los de la naturaleza, y con la ayuda de una impresora 3D,
el equipo de investigadores del MIT fabricó un material sintético híbrido
22 veces más resistente que cualquiera de los que lo conforman.
La
finalidad de estos lugares es recordar la mortalidad de los seres humanos y la
fugacidad de la vida. La falta de espacio para los cadáveres, fusionada con
cuestiones religiosas y filosóficas, dio pie a la creación de sublimes lugares
para la contemplación e introspección.
Por
diversos motivos, entre ellos las técnicas “novedosas” como la cremación, estas
bellas y estremecedoras tradiciones han sido innecesarias, pero gracias a la
visión y obras de diferentes individuos, podemos contemplar en el s. XXI vestigios
de prácticas increíbles y testimonios de la suntuosidad con que se trataba a la
muerte siglos atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario