“Creo que perdemos la inmortalidad porque la resistencia a la muerte no ha evolucionado; sus perfeccionamientos insisten en la primera idea, rudimentaria; retener vivo todo el cuerpo. Solo habría que buscar la conservación de lo que interesa a la conciencia.”
Adolfo
Bioy Casares
Reseña
personal: La
invención de Morel de
Adolfo Bioy Casares (escritor argentino, 1914-1999), es una novela
escrita en 1940 y es una de sus más famosas obras, perteneciente a
la literatura fantástica. Bioy formaba parte de una familia
acaudalada, lo que le permitió dedicarse a la literatura sin mayores
conflictos. Realizó algunos estudios universitarios pero no los
concluyó. A los 18 años es presentado con Jorge Luis Borges, con
quien surge una fuerte amistad y gracias a eso escribirían ambos,
bajo diferentes seudónimos, relatos policiales. Se casó con Silvina
Ocampo, quien también era escritora, y los tres publicaron el libro
Antología de la
literatura fantástica,
una compilación de cuentos fantásticos, que también se publicó en
1940 (libro que no he leído pero que por supuesto está en mi lista
de espera). Bioy
recibió el Premio Cervantes y el Premio Internacional Alfonso Reyes
en 1990 y fue considerado por Borges como uno de los escritores
argentinos más distinguidos.
La
novela fue prologada por Borges, por supuesto, y termina con famosa
frase 'He
discutido con su autor los pormenores de su trama, la he releído; no
me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta.'
Aquí está el enlace del prólogo completo de la novela.
Hace
ya algunos años que leí esta novela y es una de mis predilectas.
Después de leerla quedé enganchada a Bioy y el hecho de que fue un
amigo tan cercano de Borges, a quien ya admiraba, sólo confirmó su
genialidad.
La
novela está narrada en primera persona a través del diario de su
protagonista, un prófugo que en su frenética huida llega a una isla
misteriosa de la que le habían hablado antes de fugarse. Descubre
que en la isla hay algunas edificaciones abandonadas y dentro de
ellas diversos artefactos e
incluso una biblioteca. Él mismo justifica la escritura de su diario
en la siguiente frase: “Considero
que este pensamiento es un vicio: lo escribo para fijarle límites,
para ver que no tiene encanto, para dejarlo.”
Una
noche, el sonido de música y las voces de una reunión de varias
personas atraen su atención hacia una de las construcciones, que en
un principio creyó abandonadas, al igual que la isla. ¿Quiénes
serían esas personas y que estarían haciendo ahí? y ¿cómo poder
saberlo? Estas personas eran tan misteriosas como todo lo que le
había ocurrido desde su fuga: “No
fue como si no me hubiera oído, como si no me hubiera visto; fue
como si los oídos que tenia no sirvieran para oír, como si los ojos
no sirvieran para ver.”
Sucesos
aún más insólitos ocurren después de este evento a un grado tal
que él mismo escribe: “Me
conmovía el pavor de estar en un sitio encantado y la revelación
confusa de que lo mágico aparecía a los incrédulos como yo,
intransmisible y mortal, para vengarse.”
La
invención de Morel es un
mundo de imágenes creado por la reproducción de las almas grabadas
mediante un complejo mecanismo que se activa con la fuerza de las
mareas, reproduciendo un segmento de la vida de las personas que
participaron en la filmación. Es un mecanismo idéntico al que
activamos al recordar acontecimientos del pasado o al divagar en
nuestra imaginación sobre lo que podría suceder en el futuro. En el
subconsciente este mecanismo también está en uso y es en los sueños
cuando más vivas nos parecen todas las imágenes recreadas por la
mente. Inclusive algunas personas podríamos afirmar haber tenido
sueños reales porque involucraban otros sentidos, como el tacto o el
olfato, al igual que pasa en La invención de Morel, donde no
solamente está en juego el sentido de la vista.
A
menudo he pensado ¿qué pasaría si las almas de los seres humanos
que residían en la tierra fueran visibles? Lo principal, claro está,
seria un desajuste emocional para las personas, y probablemente no
habría espacio suficiente para todos, a pesar de sus cuerpos
inmateriales. Quizá, para un buen funcionamiento de la sociedad (a
pesar de todas las otra fuentes de desajustes anímicos ya existentes
e incluso creados por nosotros mismos) estas visiones están vetadas.
Las
personas que hacemos caso a nuestra invención, construimos (o
perseguimos) nuestro futuro a partir de primicias nacidas de las
imágenes mentales que nos otorga. Al igual que el fugitivo, hacemos
todo lo posible por alcanzar lo anhelado para nosotros mismos. A
pesar de que no todas las invenciones se expresan de la misma forma,
y de crear unos mundos más fantásticos unas que otras, cada quien
tiene un mecanismo interno que proyecta el pasado y el futuro,
dependiendo del estado anímico y los pensamientos repentinos.
La
invención es precisamente lo que hace
al escritor crear mundos alternos, poner en marcha mediante
diferentes artificios o sustancias (naturales o sintéticas) a su
genio creador, alimentando el combustible mediante otras invenciones,
otros mundos alternos creados mediante palabras amalgamadas que ha
leído previamente, dejando funcionar a la máquina y creando una
nueva y propia obra al fluir los términos a través de las manos, la
máquina de escribir, el teclado de una computadora o la tinta de una
pluma. El escritor crea mundos inexistentes basados en el ya
conocido, que podrían ser por completo imaginarios e incluso
ficticios, pero siempre con bases y/o fundamentos verídicos, por más
mínimos que sean, y por las cuales tenemos la capacidad de pensar y
construir, interpretando mediante imágenes, un plano diferente al de
la existencia terrenal. La imaginación, emergiendo y siendo incitada
de esta manera, crea una trascendencia metafísica personal, que
claramente va más allá de la existencia física y perecedera.
Bioy
creó una isla donde lo fantástico no es algo sobrenatural, sino que
es la realidad per se.
La fantasía como realidad le da un giro a la perspectiva de la vida
misma, tal como lo vivió el fugitivo.
La ciencia
ficción, tan aclamada por Bioy y muchos otros escritores de éste
género literario, es lo que estamos viviendo actualmente. Todos los
avances científicos, dispositivos electrónicos y aparatos que sólo
era posible imaginar (dado el grado de extrañeza que generaban en la
sociedad) son los aparatos en los que basamos nuestras vida diaria.
Las cámaras digitales, los dispositivos de grabación (voz, imagen,
video), los proyectores y televisores, las salas de cine e incluso
las proyecciones en tercera dimensión, los juegos en línea que
conectan a millones de seres humanos mediante un aparato que cuente
con Internet y el Internet mismo, que facilita el intercambio y el
acercamiento a todo tipo de información y personas de la manera más
rápida y eficaz, están modificando tanto la mentalidad como la
forma de vida de las personas desde hace ya varios años.
El posible
alcance de la tecnología, a partir de lo que puede inducirse por la
imaginación, ha dado paso a que el ingenio y la fantasía conciban
aparatos y artefactos que son creados posteriormente por científicos
e investigadores de todo el mundo. La
invención de Morel incluso
podría ser algo existente, o emerger al mundo real en unos años.
Todo queda reservado a la imaginación del hombre, y nada más.
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