miércoles, 20 de diciembre de 2017

El idioma analítico de John Wilkins - Jorge Luis Borges (ensayo)

Jorge Luis Borges. Foto: Museo Nacional de Bellas Artes


«El idioma analítico de John Wilkins» forma parte de Otras inquisiciones, libro de ensayos de Jorge Luis Borges publicado en 1952.


El idioma analítico de John Wilkins



He comprobado que la decimocuarta edición de la Encyclopaedia Britannica suprime el artículo sobre John Wilkins. Esa omisión es justa, si recordamos la trivialidad del artículo (veinte renglones de meras circunstancias biográficas: Wilkins nació en 1614, Wilkins murió en 1672, Wilkins fue capellán de Carlos Luis, príncipe italiano; Wilkins fue nombrado rector de uno de los colegios Oxford, Wilkins fue el primer secretario de la Real Sociedad de Londres, etc.); es culpable, si consideramos la obra especulativa de Wilkins. Éste abundó en felices curiosidades: le interesaron la teología, la criptografía, la música, la fabricación de colmenas transparentes, el curso de un planeta invisible, la posibilidad de un viaje a la luna, la posibilidad y los principios de un lenguaje mundial. A este último problema dedicó el libro An Essay Towards a Real Character and a Philosophical Language (600 páginas en cuarto mayor, 1668). No hay ejemplares de ese libro en nuestra Biblioteca Nacional; he interrogado, para redactar esta nota, The life and Times of John Wilkins (1910), de P. A. Wrigh Henderson; el Woertebuch der Philosophie (1924), de Fritz Mathner; Delphos (1935), de E. Sylvia Pankhurst; Dangerous Thoughts (1939), de Lancelot Hogben.
     Todos, alguna vez, hemos padecido esos debates inapelables que una dama, con acopio de interjecciones y de anacolutos jura que la palabra luna es más (o menos) expresiva que la palabra moon. Fuera de la evidente observación de que el monosílabo moon es tal vez más apto para representar un objeto muy simple que la palabra bisilábica luna, nada es posible contribuir a tales debates; descontadas las palabras descompuestas y las derivaciones, todos los idiomas del mundo (sin excluir el volapük Johann Martin Schleyer y la romántica interlingua de Peano) son igualmente inexpresivos. No hay edición de la Gramática de la Real Academia que no pondere “el envidiado tesoro de voces pintorescas, felices y expresivas de la riquísima lengua española”, pero se trata de una mera jactancia, sin corroboración. Por lo pronto, esa misma Real Academia elabora cada tantos años un diccionario, que define las voces del español… En el idioma universal que ideó Wilkins al promediar el siglo XVII, cada palabra se define a sí misma. Descartes, en una epístola fechada en noviembre de 1629, ya había anotado que mediante el sistema decimal de numeración, podemos aprender en un solo día a nombrar todas las cantidades hasta el infinito y a escribirlas en un idioma nuevo que es el de los guarismos; también había propuesto la formación de un idioma análogo, general, que organizara y abarcara todos los pensamientos humanos. John Wilkins, hacia 1664, acometió esa empresa.
     Dividió el universo en cuarenta categorías o géneros, subdivisibles luego en diferencias, subdivisibles a su vez en especies. Asignó a cada género sin monosílabo de dos letras; a cada diferencia, una consonante; a cada especie, una vocal. Por ejemplo: de, quiere decir elemento; deb, el primero de los elementos, el fuego; deba, una porción del elemento del fuego, una llama. En el idioma análogo de Letellier (1850) a, quiere decir animal; ab, mamífero; abo, carnívoro; aboj, felino; aboje, gato; abi, herbívoro; abiv, equino; etc. En el Bonifacio Sotos Ochando (1854), imaba, quiere decir edificio; imaca, serrallo; image, hospital; imafo, lazareto; imarri, casa; imaru, quinta; imedo, poste; imede, pilar; imego, suelo; imela, techo; imogo, ventana; bire, encuadernador; birer, encuadernar. (Debo este último censo a un libro impreso en Buenos Aires en 1886: el Curso de lengua universal, del doctor Pedro Mata).
     Las palabras del idioma analítico de John Wilkins no son torpes símbolos arbitrarios; cada una de las letras que las integran es significativa, como lo fueron las de la Sagrada Escritura para los cabalistas. Mauthner observa que los niños podrían aprender ese idioma sin saber que es artificioso; después en el colegio, descubrirán que es también una clave universal y una enciclopedia secreta.
     Ya definido el procedimiento de Wilkins, falta examinar un problema de imposible o difícil postergación: el valor de la tabla cuadragesimal que es base del idioma. Consideremos la octava categoría, la de las piedras. Wilkins las divide en comunes (pedernal, cascajo, pizarra), módicas (mármol, ámbar, coral), preciosas (perla, ópalo), transparente (amatista, zafiro) e insolubles (hulla, greda y arsénico). Casi tan alarmante como la octava, es la novena categoría. Esta nos revela que los metales pueden ser imperfectos (bermellón, azogue), artificiales (bronce, latón), recrementicios (limaduras, herrumbre) y naturales (oro, estaño, cobre). La belleza figura en la categoría decimosexta; es un pez vivíparo, oblongo. Esas ambigüedades, redundancias y deficiencias recuerdan las que el doctor Franz Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (1) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas. El Instituto Bibliográfico de Bruselas también ejerce el caos: ha parcelado el universo en 1000 subdivisiones, de las cuales la 262 corresponde al Papa; la 282, a la Iglesia Católica Romana; la 263, al Día del Señor; la 268, a las escuelas dominicales; la 298, al mormonismo, y la 294, al brahmanismo, budismo, shintoísmo y taoísmo. No rehúsa las subdivisiones heterogéneas, verbigracia, la 179: “Crueldad con los animales. Protección de los animales. El duelo y el suicidio desde el punto de vista de la moral. Vicios y defectos varios. Virtudes y cualidades varias.”
     He registrado las arbitrariedades de Wilkins, del desconocido (o apócrifo) enciclopedista chino y del Instituto Bibliográfico de Bruselas; notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo. “El mundo -escribe David Hume- es tal vez el bosquejo rudimentario de algún dios infantil, que lo abandonó a medio hacer, avergonzado de su ejecución deficiente; es obra de un dios subalterno, de quien los dioses superiores se burlan; es la confusa producción de una divinidad decrépita y jubilada, que ya se ha muerto” (Dialogues Concerning Natural Religion, V. 1779). Cabe ir más lejos; cabe sospechar que no hay universo en el sentido orgánico, unificador, que tiene esa ambiciosa palabra. Si lo hay, falta conjeturar su propósito; falta conjeturar las palabras, las definiciones, las etimologías, las sinonimias, del secreto diccionario de Dios.
     La imposibilidad de penetrar el esquema divino del universo, no puede, sin embargo, disuadirnos de planear esquemas humanos, aunque nos conste que estos son provisorios. El idioma analítico de Wilkins no es el menos admirable de ésos esquemas. Los géneros y especies que lo componen son contradictorios y vagos; el artificio de que las letras de las palabras indiquen subdivisiones y divisiones es, sin duda, ingenioso. La palabra salmón no nos dice nada; Zana, la voz correspondiente; delfine (para el hombre versado en las cuarenta categorías y en los géneros de esas categorías) un pez escamoso, fluvial, de carne rojiza. Teóricamente, no es inconcebible un idioma donde el hombre de cada ser indicara todos los pormenores de su destino, pasado y venidero.)
     Esperanzas y utopías aparte, acaso lo más lúcido que sobre el lenguaje se ha escrito son estas palabras de Chesterton: “El hombre sabe que hay en el alma tintes más desconcertantes, más innumerables y más anónimos que los colores de una selva otoñal… cree, sin embargo, que esos tintes, en todas sus fusiones y conversiones, son representables con precisión por un mecanismo arbitrario de gruñidos y de chillidos. Cree que del interior de un bolsista salen realmente ruidos que significan todos los misterios de la memoria y todas las agonías del anhelo” (G.F.Watts, pág.88, 1904).

jueves, 7 de diciembre de 2017

Diálogo en torno a dos obras sobre psiquiatría y el Manicomio La Castañeda




Mañana, viernes 8 de diciembre, se llevará a cabo un diálogo sobre los libros Los pacientes del Manicomio La Castañeda y sus diagnósticos y La psiquiatría más allá de sus fronterasambos publicados este año por el IIH y coordinados por el doctor Andrés Ríos Molina, a las 17 horas en el Salón Académico del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM (Circuito Mario de la Cueva S/n, Coyoacán, Ciudad Universitaria). Participarán Cristina Sacristán, el propio Andrés Ríos Molina, José Antonio Maya y Rebeca Monroy Nasr.





Me interesa especialmente el primero de ellos porque el proyecto de ficción en el que estoy trabajando actualmente está basado en casos reales de pacientes de La Castañeda, así que esta interesante obra no pudo ser publicada en mejor momento.



martes, 5 de diciembre de 2017

Los nuevos aeroplanos: narrativa




Quedan todos cordialmente invitados a la lectura que realizaremos seis narradores el jueves 7 de diciembre a las 19:00 horas en la Casa del Poeta Ramón López Velarde (avenida Álvaro Obregón 73, Roma Norte, CDMX).

El evento Los nuevos aeroplanos: narrativa es organizado por Cuadrivio Ediciones.

¡Hasta entonces!






lunes, 4 de diciembre de 2017

Territorio ficción - Antología de cuento joven





La Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación acaba de publicar tres libros, uno de ellos es Territorio ficción. Antología de cuento joven (DGESPE,2017). El maestro y escritor Édgar Omar Avilés coordinó este genial proyecto cultural de fomento a la lectura.

Los libros en papel se distribuirán en las Escuelas Normales, y el formato en PDF está disponible de forma gratuita en la página de la Gaceta Somos Normalistas de la DGESPE, donde también encontrarán la antología Parkour pop.ético. Poetas jóvenes de México Cuentos del insomnio de Héctor Alvarado Díaz. 

Parkour pop.ético (coordinada por Armando Salgado y José Agustín Solórzano) y Territorio ficción (coordinada por Alfredo Carrera y Víctor Solorio) reúnen poesía y narrativa, respectivamente, de más de cien autores jóvenes de México como Alejandro Badillo, Iliana Vargas, Luis Panini, Gabriel Rodriguez Liceaga, Raquel Castro, Iván Farías, Julian Mitre, Aniela Rodríguez, Mariana Orantes, Fernando Trejo, Alejandro Paniagua, Daniel Medina, Rafael Villegas, Cecilia Magaña, Edna Montes y Ronnie Medellin.

Tuve la fortuna de ser seleccionada para Territorio ficción: mi cuento, «Música de fondo» (página 63), es una historia breve de dos adolescentes que gira en torno al suicidio.

Para concluir, transcribo el bellísimo prólogo de Carrera y Solorio.



Bienvenido a
Territorio ficción


Más de una vez hemos sentido que somos personajes de un cuento o hemos creído que nuestra vida es única y digna de ser leída. Esta sensación puede estar llena de preocupación, alegrías, dudas, extrañeza, etc. Cuando así nos pasa, nos preguntamos: ¿qué pasará en la siguiente página de nuestra vida?

La ficción es aquello que no ha sucedido, pero en lo que, de igual forma, podemos encontrarnos. Los escritores parten de su experiencia para crear historias desde sus universos propios. Algunas veces son historias que tratan de la vida del narrador; a veces, de alguien más; otras, son algo intermedio o nacen de la imaginación más frenética. En todas estas formas hay dos planos, y la realidad y la ficción se cruzan infinidad de veces. Los personajes de los cuentos, mientras los leemos, se sientan a nuestro lado y nosotros vivimos como ellos, los acompañamos y nos acompañan. Los seres humanos somos parte de una gran ficción, complejísima, llamada vida, donde los sueños son parte del día a día. Por eso la lectura debe de ser parte de nosotros, porque ahí nos podemos encontrar. Las páginas son espejos de papel. Puertas de papel. Ríos de tinta.

En los cuentos que aquí se incluyen, el mundo cae en decadencia y se alza en lo sublime; pero ambas cimas pueden ser simas (sí, con ese), todo depende de dónde estemos pisando o con los zapatos de quién. Cada cuento no se termina de escribir hasta que es leído. En nuestra cabeza, desde nuestro ser, se acaba de escribir; reconfiguramos las historias, siempre, porque los personajes se deciden o toman salidas que no habían elegido, se arriesgan y las consecuencias son otras según el punto de vista y la experiencia de vida del lector.

Los cuentos que integran este territorio que estás por pisar, son una ventana, una puerta o una casa, ya serás tú el que decida cómo gozarlos, cruzarlos y habitarlos. 

La juventud da más gasolina que cualquier otra etapa de la vida, nos empuja a saltar, a cruzar la barda, a accionar el interruptor. Que sea la lectura un motor en la carretera de tu existencia. Sé bienvenido a Territorio ficción.


Alfredo Carrera y Víctor Solorio Reyes