domingo, 30 de septiembre de 2018

La manzana - Joca Reiners Terron (cuento)




«La manzana» es un cuento de Joca Reiners (escritor brasileño, 1968) publicado en la Revista de la Universidad de México en marzo de este año. La traducción es de Paula Abramo.



La manzana


Era 1968. Konstantin volvió al laboratorio y tomó distraídamente la manzana que su mujer había depositado en el escritorio la noche anterior para que desayunara. Lena andaba preocupada por su salud, y con razón, pues él se alimentaba muy mal. Durante dos segundos, al observar el brillo de la cáscara roja, Konstantin ponderó comerse la manzana. Pero pronto cambió de idea y la puso junto con los otros objetos en el interior del prototipo. En el área de transferencia había un viejo reloj de pulsera que nunca se había retrasado ni un segundo y otro de arena, que había pertenecido a su bisabuelo. Sin parpadear dos veces, Konstantin presionó el botón. Era la centésima ocasión que lo hacía sin obtener resultados, y en la punta del dedo índice empezaba a salirle un callo. Cinco minutos después, cuando abrió la portezuela, el reloj de pulsera y el de arena seguían intactos, pero la manzana había desaparecido. A partir de ese experimento, Konstantin nunca volvió a ser el mismo. Todas las mañanas iba al laboratorio, se detenía frente al prototipo y observaba la ventanita del área de transferencia como si vislumbrara a través de ella un paisaje del futuro repleto de manzanos. No comprendía esa desaparición sin registros. La pérdida de apetito de su marido preocupó a Lena, que dejó de escoger las manzanas más rojas y rollizas del mercado. Ella ya no se acordaba muy bien del origen de su teoría, pero atribuía poderes inexplicables a las manzanas. Tal vez todo se debía a esos cuentos de hadas que tanto le gustaban de niña, o entonces a la atracción que siempre había sentido por el intenso carmín de su cáscara. Durante años, desde la mañana que siguió al día en que durmió por primera vez con Konstantin, lo había alimentado con manzanas escogidas con devoción. Lena atribuía su felicidad a las manzanas. Sin embargo, después de que Konstantin le relató a su mujer lo que había sucedido al accionar el prototipo, ésta dudó. Lena nunca había visto una fruta tan reluciente como la que había desaparecido en el experimento de su marido. Parecía perfecta, tanto en forma como en color. ¿Y qué decir del olor que despedía? No parecía una manzana de California, ni de ningún lugar de Estados Unidos, sino de la Rusia de su juventud. Era la manzana ideal, la que traducía a la perfección el poder de las manzanas y el amor que sentía por Konstantin. Y él la había desperdiciado en una de sus investigaciones, qué cosa. Así, ante la creciente distracción de su marido, Lena abandonó de una vez por todas su predilección por esa fruta. Empezó a servir alimentos más calóricos. Adoptó la comida congelada. Konstantin nunca se resignó a la falta de solución del enigma. Estaba viejo y sus oportunidades se acababan. Día tras día notaba que su cerebro ya no tenía la misma agilidad que en otras épocas, e incluso las ecuaciones fáciles le exigían más concentración de la que hubiera necesitado jamás. “De no ser por la fidelidad y devoción de Lena, ni me acordaría de comer”, rezongaba. Preocupado no tanto por su muerte, sino por la pérdida de la razón, había dejado de poner atención a los cambios del menú. Por otro lado, entre una y otra órbita de su cabeza alrededor de la Luna, a Konstantin le parecía extraño el comportamiento de su mujer. Lena parecía más triste y pasaba horas frente a la tele. Ya tampoco le llevaba manzanas para el desayuno. No parecía la misma persona. Pocos días después de cumplir 72 años, en diciembre de aquel año, Konstantin dejó colgado un artículo en la red mundial alternativa a internet conocida como thewall.net. En él explicaba los motivos de su fracaso como científico. La red thewall.net era el registro online más antiguo que existía. Algunos especulaban sobre su origen desconocido remontándolo a unos cien años. Ahí se colgaban preguntas de todo tipo. La de Konstantin decía así: “¿Qué saben de los viajes en el tiempo? ¿Alguien encontró una manzana aparentemente salida de la nada?” Murió sin recibir respuestas. Con el fallecimiento de su marido, la vida de Lena dejó de tener sentido. Konstantin murió tranquilamente, pues el Alzheimer había borrado las obsesiones científicas de su mente. Así, Lena pudo hacer lo que mejor sabía: cuidarlo. Sus meses finales habían sido muy serenos. Algunos meses después de su muerte y de las fiestas de fin de año, no obstante, Lena se puso nostálgica. Despertaba a la mitad de la noche y estiraba los brazos largamente hacia el otro lado de la cama, sin encontrar el cuerpo de Konstantin. Hasta extrañaba su roncar asmático, y le daba risa recordarlo. ¡Cuántas noches pasó Lena sin dormir por culpa de los ronquidos de Konstantin! Es curioso cómo lo que hace que una persona se enamore se convierte, pasado algún tiempo, en el principal motivo de odio. Tal vez ahora Lena ya estaba del otro lado. Había superado el resentimiento. Había vuelto al principio, y al fin podía amarlo de nuevo. Se quedó dormida.
Era 1938. Konstantin y Lena se conocieron en la Universidad de Moscú. Ella había perdido a sus padres en la adolescencia y vivía sola en un departamento minúsculo cerca de la estación Dmitrovskaya, mientras que Konstantin terminaba su doctorado en el Instituto de Ingeniería Física. Él tenía 42 años y nunca se había casado. Lena había cumplido 30 años en enero. Todavía era virgen. Casi siempre solo por los corredores de la escuela, Konstantin parecía un pájaro con las alas atrofiadas por la falta de vuelo. No era particularmente guapo, pero tenía una cabellera pelirroja y erizada que lo distinguía de la multitud de estudiantes. Cuando hablaba, parecía estar a punto de estallar en llamas. Una vez, en un baile, una amiga en común llamada Larissa los presentó. Era una buena amiga. Lena y Konstantin bailaron como locos esa noche. Él caminaba de un modo vacilante que al principio Lena atribuyó al vodka. No descubrió que no bebía sino hasta que lo besó bajo la luz amarillenta de los postes a la orilla del Volga. Pocas horas después, esa misma noche, Lena ya se habría enamorado de la forma tortuosa de caminar y existir en el mundo de Konstantin. Y, al inicio de la mañana siguiente, Konstantin ya se había convertido para ella en el mundo entero, un mundo solamente suyo y de nadie más. Caminaron abrazados hasta la estación y sólo cuando llegaron descubrieron que los trenes habían dejado de circular hacía mucho tiempo. Por el camino platicaron sobre las estrellas y hablaron del invierno y de la nieve y discutieron sobre la poesía y el flujo del tiempo, y Konstantin recitó muy alto unos versos de Pushkin que ella no conocía. Entonces él se puso a saltar por el murete que había a lo largo del río, y a Lena hasta se le fue el aire cuando casi se cayó. Después de eso, los dos se rieron a carcajadas, abrazados. Cuando pasaron por la estación Dmitrov­skaya, los techos de bronce de la ciudad, a lo lejos, empezaban a reflejar el sol. Ante su edificio, con el día fulgurando en el horizonte, Lena titubeó, pero al final guió al muchacho escaleras arriba tomándolo de las manos. Se enroscaron en el pasamanos y se besaron para celebrar cada descansillo que superaban, hasta alcanzar la puerta estrecha de madera del departamento de Lena; Konstantin la levantó en brazos y la llevó hasta la cama. Muy al principio de la tarde siguiente, Lena despertó hambrienta. Sentía que estaba emergiendo de un sueño infinito y circular tras recibir un beso llameante. Mientras descubría a la distancia que Konstantin roncaba a un volumen quizá demasiado alto para su gusto, revolvió la cocina sin encontrar nada de comer. Al sacar la segunda lata vacía de la repisa, no obstante, Lena encontró una manzana que no recordaba haber guardado allí. Su cáscara era tan roja —Lena la partió a la mitad y sintió su olor carmesí—, simplemente la manzana más hermosa que hubiera visto jamás; en el cuarto, Konstantin se desperezaba. Cada cual mordió su mitad de la manzana. En ese preciso instante ambos supieron que estaban unidos para siempre.

TOP 10: Escritores mexicanos de terror - Reactor 105.7




Clauzzen Hernández, conductora del programa «Hexen, el libro negro» en Reactor 105.7, realizó hace unos días un especial de literatura de terror mexicana, y fue muy grato descubrir que aparezco en la selección realizada por el escritor Miguel Lupián.

Esta lista, además, funciona como un catálogo que incluye varios enlaces e información específica que permiten acercarse y conocer un poco a cada uno de los autores.


Hexen, El libro negro
Jueves / 22:00 a 00:00 horas
Con Clauzzen Hernández
Un programa cuya columna vertebral es la música subterránea pero que subraya la importancia de todas sus inspiraciones: literatura, artes visuales, arte negro, horror, fantasía, ciencia ficción, psiques extremas y delirantes, sátira, humor negro, milicia, historia, leyendas, mitos.

TOP 10: Escritores Mexicanos de Terror

Listado leído en #HexenExtended 14.09.2018 Maratón música mexicana Reactor 105.7
Escritores mexicanos de Terror porMiguel Lupián @mortinatos / Penumbria @RPenumbria
Autores clásicos con contemporáneos. Sobra decir que muchos quedaron fuera.
AMPARO DÁVILA(1928)
La gran maestra del fantástico-terrorífico mexicano. Sus cuentos no pueden faltar en todo listado (sin importar del género que se trate).
Cuentos recomendados: “El huésped” (su cuento más famoso), “Música concreta”, “La quinta de las celosías”.
Libro recomendadoEl huésped y otros relatos siniestros(ilustrado por Santiago Caruso) / Fondo de Cultura Económica, 2018
FRANCISCO TARIO(1911-1977)
Un clásico del cuento fantasmagórico y de terror mexicano. Nebuloso, inmisericorde, insólito y mágico.
Cuentos recomendados: “Ragú de ternera”, “La noche del féretro”, “Entre tus dedos helados”.
Libro recomendadoObras completas, tomo I/ Fondo de Cultura Económica, 2015
ADELA FERNÁNDEZ(1942-2013)
Autora poco conocida (salvo que fue la hija del “indio” Fernández) que mezcla la crueldad y el dolor, rompiendo las fronteras entre lo fantástico, lo onírico y el horror.
Cuentos recomendados: “La jaula de tía Enedina”, “Cordelias”, “Yemasanta”.
Libro recomendadoDuermevelas/ Aliento, 2003
EMILIANO GONZÁLEZ(1955)Nuestro gran consentido. Sus cuentos son una mezcla de terror, fantasía y decadentismo. Su obra podría ser clasificada como fantasía siniestra o weird.
Ensayos en http://www.penumbria.mx/category/emiliano-gonzalez/
Cuentos recomendados: “Rudisbroeck o los autómatas”, “El discípulo”, “Último día en el diario del señor X”.
Libro recomendadoLos sueños de la bella durmiente(versión reducida) / CONACULTA, 2005 (el original de 1978 es casi imposible de conseguir).
ATENEA CRUZ(1984)
Flamante ganadora del Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción 2017. Su novela corta (y fantasmagórica) Ecoses una siniestra mezcla entre Amparo Dávila, Adela Fernández, Juan Rulfo y la película Freaks.
Cuento recomendado: “Una mujer solitaria”.
Libro recomendadoEcos/ Tierra Adentro, 2017
BERNARDO ESQUINCA(1972)
Tal vez el máximo exponente del terror y la novela negra en nuestros días
Cuentos recomendados: “Moscas”, “A donde voy siempre es de noche”, “Los búhos no son lo que parecen”.
Libro recomendadoDemonia/ Almadía, 2011.
LOLA ANCIRA(1987)
Autora en pleno ascenso (está por salir su nuevo libro El vals de los monstruosen Tierra Adentro) que gusta mezclar referencias y géneros (con predilección por lo macabro).
Cuentos recomendados: “Dédalo”, “Paygame”, “Cosmogonía de las parafilias”.
Libro recomendadoTusitala de óbitos/ CONACULTA, 2013.
NÉSTOR ROBLES(1985)
Terror hecho en Tijuana (aunque también escribe ciencia ficción).
Cuentos recomendados: “Asesino anónimo”, “Llamada perdida”, “Bruja caníbal”.
Libro recomendadoVoraz/ Paraíso Perdido, 2015.
ANA MARTÍNEZ CASAS(1990)
Tal vez la escritora más brutal de su generación.
Cuentos recomendados: “El gran guiñol”, “Erotic Pet Shop”, “Sueño de una noche de otoño”.
Libro recomendadoFlores inmundas/ Lengua de diablo, 2014
VALENTÍN CHANTACA(1986)
Autor terrorífico que ha sobresalido, principalmente, en la literatura juvenil, cerniendo sobre las nuevas generaciones atmósferas de miedo y angustia sofocante.
Lee su columna en Penumbria: http://www.penumbria.mx/category/la-caverna-del-conjurador/
BIO: En 2009, fue seleccionado como miembro del Programa Jóvenes Creadores del FONCA, en la categoría de cuento. En noviembre del mismo año, fue incluido en la antología Estación Central bis con Zoológico infrarrojo: 2 historias de pollos (Ficticia Editorial). Dicho relato también fue traducido al francés y recopilado en la antología Lectures du Mexique, Nouvelles et microrécits. Auteurs Mexicains du XXI Siecle (publicación digital de la Universidad de Poitiers).
En 2014, obtuvo una mención honorífica en el 4to Concurso Nacional de Haiku en México, organizado por el ITAM y la Academia Mexicana-Japonesa Tokiyo Takama. En 2015, fue beneficiario del PECDA (Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico) Colima con el proyecto Las noches en Colima también son temibles.
Cuentos recomendados: “La máscara”, “Tela de araña”, “Ojos amarillos”.
Libro recomendadoNarraciones para leerse con la luz apagada/ Pearson, 2016

sábado, 29 de septiembre de 2018

Puedo soñar que ocurrió (cuento publicado en Punto de partida No. 211)




Ya está disponible (en impreso y digital) el número 211 de la revista Punto de partida. «Nuevos ecos del 68 / 50 años» reúne diversos textos de autores mexicanos nacidos entre el 87 y el 95 en torno a sucesos relacionados con el movimiento estudiantil de 1968. 

Comparto páginas, entre otros, con José Manuel Cuéllar (cuento), Aura García-Junco Moreno (crónica) y Berta Soní (ensayo).







Puedo soñar que ocurrió

Allí donde la toques, la memoria duele.
YORGOS SEFERIS



–Yo quería estudiar para sacerdote, pero no se pudo. Entré aquí porque no quería dejar de estudiar. También me puse a trabajar en un taller mecánico, junto con mi hermano, allá por la casa —Carlos se sinceraba a la menor oportunidad. Eran pocas las personas con las que podía conversar sin prisas.

—Fíjate, dos de mis amigos son miembros de la Acción Católica de la Juventud Mexicana. Yo les huyo por mis jales y porque el gobierno está siempre sobre ellos. Con decirte que nomás en la persecución de la época cristera mataron casi a mil —Manuel, quien tenía veintinueve años, una edad cercana a la de Carlos, era el único con quien había entablado amistad en la secundaria abierta.

—Mis papás fueron cristeros, mi viejo estuvo en muchas batallas. Mi mamá cuidaba a los heridos en la Santa Juana de Arco, qué no le habrá tocado ver… Luego nacimos nosotros.

—Oye, mano, deberías leer Héctor, es una novela sobre cristeros. Te la voy a regalar la próxima semana.

Carlos nunca había tenido un libro fuera de los de texto gratuitos y el misal de su madre. Manuel se lo entregó en una bolsa de papel estraza y le dijo que estaba un poco maltratado porque era una edición de 1953 que había conseguido en la librería de viejo de la Antonio Caso. Carlos se lo agradeció y lo primero que hizo fue escribir su nombre completo atrás de la portada: “Carlos Francisco Castañeda de la Fuente”. Después cerró el libro para admirar la tapa. Era verde esmeralda. Debajo de “Jorge Gram” y “Héctor. Novela histórica cristera”, tenía una fotografía en blanco y negro de un combatiente con un gran sombrero, carrilleras cruzadas en el pecho y un rifle descansando junto a él. Sentado en una silla y de guaraches, miraba al horizonte, desconfiado. 

Comenzó a leerlo esa misma tarde, durante los breves descansos en el taller mecánico en el que trabajaba; sustituyó su misal. El libro versaba sobre el enfrentamiento entre el gobierno y la Iglesia católica en México, la Cristiada. Aquellos batallones que luchaban, mataban y morían en nombre de Dios estaban integrados, en su mayoría, por campesinos leales a su fe.

Carlos marcaba oraciones, con lápiz hacía anotaciones al margen y doblaba por el borde las hojas a las que recurría con insistencia. Una frase en particular lo iluminó: “Detrás de cada movimiento hay un hombre dispuesto a dar la vida.” (Continuar leyendo en el sitio web de Punto de partida)



lunes, 24 de septiembre de 2018

Revista Punto de partida 211 (FILUNI 2018)




En el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario 2018 presentarán el nuevo número de la revista Punto de partida, Nuevo eco del 68 / 50 años, que incluye un cuento mío (ese mismo día estará disponible la versión digital). 

La cita es el jueves 27 a las 18:00 horas en el salón Francisco Monterde del Centro de Exposiciones y Congresos UNAM.

Al presentar el programa de la Feria, que se inaugurará mañana, se mencionó el tema de los 50 años del movimiento del 68: 


(...) habrá conferencias y presentaciones editoriales en el marco de los 50 años del movimiento de 1968, que no podía quedar fuera de la feria, y para ello tendrán la presentaciones de volúmenes como “Mayo del 68: para quienes no lo vivieron”, de Patrick Rotman, el martes 25 a las 18 horas; y “Memorial del 68, vol. I Hechos y contextos”, el vol. II “Ciudadanía y movimientos”, y la “Revista Punto de Partida 211: Nuevo eco del 68/50años”, esto el jueves 28 a las 18 horas.
Así como conferencias y mesas redondas, tal es el caso de “Dossier M68”, con Guadalupe Nettel, Julieta García González y Guillermo García Pérz, de la Revista de la Universidad de México, el 29 de septiembre a las 15 horas.

jueves, 6 de septiembre de 2018

XXXVII Feria Internacional del Libro del Instituto Politécnico Nacional




Dentro del marco de la XXXVII Feria Internacional del Libro del Instituto Politécnico Nacional, que se realiza en el Centro Cultural Jaime Torres Bodet (Zacatenco) e inició el viernes 31 de Agosto y terminará el domingo 9 de septiembre, la escritora Laura Baeza y yo participaremos en la charla «El cuento y sus modalidades» precisamente el día del cierre, el domingo 9 a las 14 horas. La cita es en el Foro Einstein.

¡Hasta entonces!