sábado, 28 de diciembre de 2013

Los predilectos - Jaime Mesa




Los predilectos (Alfaguara, 2013) de Jaime Mesa (escritor de Puebla, México 1977) es la segunda novela publicada del autor, la primera fue Rabia (Alfaguara, 2008) y cuya reseña también aparecerá pronto por aquí. El autor fue becario del FONCA en el área de novela durante 2008-2009. Actualmente imparte talleres de creación literaria y es editor.

Los predilectos tiene una narrativa circular en primera persona y donde el autor le da vida a una voz femenina, pues la protagonista es Scarlett Kunzen, una mujer que a sus más de treinta años rememora su vida a partir de su mayoría de edad, cuando toma la decisión de salir del hogar nuclear para enfrentarse a un mundo del que ya poco cree que la pueda sorprender. Y precisamente que sea una protagonista es una de las muchas singularidades de esta novela, pues remite precisamente a esa “reciente” objetividad de la escritura a la que alude Mesa en esta entrevista:

En realidad fue más fácil escribir como mujer de lo que yo pensaba —
asegura el autor, y luego añade—: Lo que hice, el truco literario
que hice fue nunca pensar que tenía que escribir como una mujer.
Yo me sentaba a escribir y no decía: “ay cómo escribirá una mujer,
cómo lo haría una mujer”, porque se hubiera tronado la narración,
hubiera quedado muy artificial. Entonces lo que hice fue que descubrí que sí,
a pesar de las diferencias normales y obvias entre un hombre y una mujer,
al final de cuentas la condición humana se impone: le tenemos miedo a lo mismo.
Y con esa neutralidad o punto medio entre hombres y mujeres,
fue en la que me sumergí a escribir la novela.

Y es una narrativa sobre la que Margo Glantz, en su ensayo ¿Neutralidad o sexualidad de la escritura? dice: 'La enunciación de un discurso femenino organizado por una cabeza masculina no termina en el siglo XVIII', refiriéndose a ciertas obras de Choderlos de Laclos, Diderot y Bataille donde se le otorga trascendencia a esas letras escritas por plumas masculinas que otorgan voz a figuras femeninas, que cuestiona esa necesidad de asignar sexo a la escritura y que aboga precisamente por esa neutralidad de la que habla Mesa.

A sus dieciocho años, Scarlett Kunzen nota que es una mujer con una genética sobresaliente y que al saber su futuro asegurado económicamente, no tendrá que preocuparse por cuestiones mundanas como buscar una profesión o desarrollar sus habilidades en actividades específicas, por lo que decide salir de esa supuesto refugio familiar donde todos los lujos no pueden otorgar las experiencia efímeras de la vida que anhela conocer.

Scarlett viaja y descubre todo lo que hasta entonces había permanecido oculto a su realidad perfecta: aficiones sexuales mortales que conoce a través del anuncio en internet de un gift giver (persona seropositiva que desea infectar a una persona sana) y que la convierte en un bug chaser (persona que busca ser infectada con VIH) a través del raw sex o sexo piel a piel, que restringe el uso de condones, para lograr dicho objetivo. Después de su primer encuentro con un gift giver, este la lleva a una convertion party (orgías sexuales para bug chasers y gift givers) también llamadas Russian roulette parties, fiestas sexuales en donde se reúnen personas infectadas y no infectadas y el riesgo de contagio se vuelve muy latente y da lugar al fuck to death o el acto sexual en el que hay contagio de VIH. Las últimas dos acepciones en inglés definen a la perfección las razones de estas fiestas y personas por realizar tales actos: el contacto directo con una enfermedad fatal como una forma de muerte temporalmente incognoscible pero certera. Parecido a lo anterior también está un fetichismo sexual llamado feederism (acto compulsivo en el consumo de cualquier tipo de alimentos), donde los gainers (personas alimentadas) y los feeders (personas que preparan o aportan los alimentos) crean una relación enfermiza y desigual donde ambos lados están de acuerdo en ejercer sus peligrosos roles.

Esta cercanía con la muerte me trajo a la mente la película Kissed (Lynne Stopkewich, 1996) cuya temática central es la necrofilia desde una perspectiva femenina -no objetiva- y quizá, por lo tanto, con una sensibilidad y emotividad sorprendente que transforman a esta parafilia en un acto apasionado, más allá de lo meramente sexual.

Scarlett relata aquí algunos de esos hechos con cierta parsimonia que le ha otorgado el paso de los años y de la misma manera relata acontecimientos impactantes con una belleza que logra atraer al espectador/lector, que nos vuelve partícipes de esas fiestas, descripciones que logran transmitir esa fijación y gusto por tales actos que por la mayoría de las personas podrían ser repudiados o reprobados, incluso aunque en lo más profundo de su ser sientan la misma atracción fatalista.

Tras esa etapa de “perdición”, Scarlett se interna en una clínica de rehabilitación para adictos (en su caso, a la comida y al sexo) y es donde conoce a tres jóvenes ucranianos, los hermanos Dimitri y Kosntantin y a Soseki, pocos años menores que ella y pertenecientes a una afamada banda de rock que empezaba a declinar por falta de material nuevo derivado de sus excéntricas vidas y excesos con drogas o alcohol. Los cuatro formaron entonces un idílico grupo de los denominados por la protagonista como beautiful and damned y que eran precisamente eso, personas jóvenes, hermosas y 'malditas' o 'condenadas' por sus futuros previamente escritos, que al saberse en la cima y teniendo todo lo que podrían desear, no hacían más que disfrutar el momento, el instante, con una juventud que parecería eterna y una conciencia adormilada por el placer, con deleites y satisfacciones momentáneos que compraban segundos de una fruición de la que ignoraban los límites y el precio, ignorando también al futuro y las posibles consecuencias que tendrían que enfrentar, pero siempre teniendo consciencia de la muerte como el final.

Respecto a esta forma de llevar sus vidas, que recuerda la locución latina Carpe diem y a La Celestina, obra de Fernando de Rojas, reseña que escribí hace algún tiempo aquí y de la que transcribo tres párrafos fundamentales para justificar la mención:

En la obra, todos los personajes coinciden en la atracción sexual y el disfrute placentero de los cuerpos jóvenes y hermosos, se saben dentro de un tiempo de vida fugaz y tienen una interacción estrecha con la muerte. Les importa vivir el presente, no lo que pasará en el futuro, pues el destino es desconocido y este podría ser glorioso o traer la fatalidad. Rechazan los conceptos tradicionales de moral y crean su propio código moral, donde todo vale para obtener los placeres y beneficios propios.

Calisto y Melibea se encuentran en la situación de vivir un presente indefinido, gozando de noches de deleite, preocupándose sólo por ver llegar la hora en que sus cuerpos se reúnan de nuevo en la oscuridad cómplice de la noche. Pero el destino teje en estas noches la ruina y muerte de ambos.

Para Albert Camus, en este caso, “Matarse, en cierto sentido, y como en el melodrama, es confesar. Es confesar que se ha sido sobrepasado por la vida o que no se la comprende…Es solamente confesar que eso "no merece la pena".

A pesar de que la atmósfera en la que se desarrolla la novela generalmente está alejada de nuestro país, Mesa describe características específicas de la cultura ucraniana con gran detalle y logra crear una vívida imagen del sviata vecheria o cena de la víspera de navidad, donde describe algunos platillos y tradiciones ucranianas muy bellas: “A la usanza más antigua, Konstantin dispuso un lugar libre para considerar a los parientes fallecidos, cuyas almas deberían retornar para asistir al banquete.”

Sobre el título de la obra, es la misma Scarlett quien explica (después de analizar la vida de una afamada actriz que al final de sus días perdió gran parte de su fama y a la que conoció en persona -de la que fue testigo en su ascendencia y decadencia y del único vestigio perdurable que dejó en la tierra y en el anonimato-) que es únicamente a través de la descendencia como se logra la permanencia en la tierra, a través del perfecto legado genético. Porque la memoria tiene límites y es imperfecta, y para formar parte de ese limitado listado artístico de nombres eminentes hace falta algo más que el simple gusto de perdurar: se necesita cierto talento, visión, capacidad y un don.

Scarlett me trajo a la mente a un personaje bastante peculiar que entró en mi vida hace una década: Violeta Schmidt (de Diablo Guardián) y un dato curioso es que, cronológicamente hablando, Violeta tendría una edad aproximada actual a la de Scarlett. En esta formidable entrevista, Mesa habla sobre la importancia de los personajes en su narrativa y de dónde surgió:

Otra cosa sobresaliente de esta novela son los personajes, los cuales están muy bien construidos. Se ve que hay un trabajo muy intenso en saber de dónde vienen, qué piensan y hacía dónde van. ¿Qué tanto te preocupa la construcción de los personajes y cuánto de tu propia personalidad les diste?

Jaime Mesa: Vengo de la tradición de los novelistas rusos, franceses e ingleses del siglo XIX, de estas largas novelas donde lo importante siempre es el personaje. Se recuerda vagamente la trama de Crimen y Castigo de Dostoievski, pero todo mundo recuerda a Raskólnikov, incluso con el paso del tiempo, Raskólnikov se vuelve un estereotipo que la gene puede decir “ah, él se comporta como Raskólnikov”; la importancia de desarrollar a los personajes en la literatura, y máxime en la novela, es que con el paso del tiempo es a ellos a quienes recordamos, son quienes realmente construyen una novela ¿por qué? pues porque no son individuos, es decir, no son copias exactas de una persona que respira y vive en el mundo o son una copia de su autor, sino que son construcciones armadas con cientos de pedazos de muchas personas, entonces de esa forma se vuelven grandes Frankensteins armados con los símbolos y la esencia de muchas personas, y que pueden ser buenos satélites o receptores de una corriente humana; uno puede encontrar a Madame Bovary o a Anna Karenina que al paso del tiempo ya representan arquetipos que son reflejo de un grupo muy fuerte de la población.

Otra coincidencia interesante la encontré en la página 156, donde cierto personaje le propone a Scarlett, quien no encuentra el sentido de la vida a sus 26 años, escribir un libro. Y la coincidencia es precisamente que a mis 26 años publiqué mi primer libro (y aunque ya tengo varias respuestas favorables, sigo buscando el significado de la vida).

Finalmente, pocas páginas antes de que termine la novela hay una explicación exacta de quiénes son 'los predilectos': esos seres de vidas públicas que dan de qué hablar porque siempre hay alguien que preste atención a su existencia, los predilectos se encuentran completamente alejados del anonimato, son más que el resto, que esas vidas ordinarias y comunes que jamás serán iluminadas por reflectores o enaltecidas por escenarios.

No está de más decir que este libro me enganchó desde el primer párrafo y para comprobarlo, pueden empezar a leer las primeras páginas de Los predilectos en este enlace de Alfaguara y comprar el ejemplar impreso en Librerías Gandhi o el ePub en este otro enlace.

Son muchas las frases seleccionadas que transcribí y aún así me faltaron algunas, pero todas valen varias lecturas y un análisis personal:

“De niña me parecía que el obituario de una estrella de cine o televisión involucraba un atisbo de lo que ha sido y de lo que será la vida del resto de nosotros. Pequeños resúmenes de ilusiones y fracasos. Como si al momento de morir (cuando la agonía de un astro anuncia la inminencia de un sistema solar) acuñaran un nuevo estereotipo, un cliché que aún no es cliché, y eso nos diera paz para continuar sabiendo que todo permanece. Esas vidas expuestas son como cartas astrales: prefiguraciones cósmicas de lo que podríamos hacer con nuestra breve y banal existencia.” P. 13

“Quizá a veces convenga no saber demasiado de uno mismo.” P. 14

“Yo, hablándome a mí misma con esta honestidad mentirosa que otorga la soledad.” P. 16-17

“... proclamaba formalmente su muerte; es decir, el olvido.” P- 24

“... los adictos se parecen a los genios, cuya conciencia los margina del exterior, de los demás, bajo el conocimiento de que la grandeza reina en ellos.” P. 38

“Creo que entre más sólido sea algo más riesgo hay de ruptura. Los linajes y, sobre todo, las personas se quiebran.” P. 55

“... nada cambiará hasta que realmente necesites cambialos porque estás al borde de ti mismo.” P. 57

“¿Qué si te tocan los papeles secundarios? ¿Qué si te toca trabajar en una empresa pequeña y nunca vienen de otra más grande a contratarte? ¿Qué si eres bueno, el mejor de tu clase, el mejor del lugar donde trabajas, y nunca vienen por ti? ¿Qué si vas afuera y no puedes? Bien para los que no se dan cuenta de su lugar. Pero a quien busca su lugar en el mundo, ¿qué tal le sentaría enterarse de que es el personaje incidental? ¿A qué edad? ¿A los treinta? Mejor que sea a los sesenta cuando lo descubras. ¿La gente no piensa en eso? ¿En el papel que les tocó desempeñar? ¿O sí lo hacen y por eso existen tantos satisfactores baratos y efímeros para evitar la subida del índice de suicidios? Acostúmbrate y se feliz. ¿Quién puede vivir con una verdad así? Por lo visto, todos. O, al menos, la gran parte. Porque tampoco se suicidan seis mil millones de personas. ¿Diez millones? Aún sigue siendo poco.” P. 59

“De entre todas las personas siempre preferí a las que han conseguido algo, sea lo que sea. Invariablemente estarán insatisfechos, pero su nivel de frustración será menor.” P. 60

“... ¿y fui yo la que se imaginó con el virus dentro y dueña de un poder inconmensurable?” P. 63

“El melodrama como catarsis.” P. 68

“Era como saber que alguien más tiene un objeto, o es dueño de recuerdos más exactos que tú y lo envidias.” P. 86

'... no podía soportar la idea de una vida anónima, sepultada en algún país europeo donde sólo tú estuvieras consciente de que vivías. A pesar de que sabía, a la manera de una premonición maldita, que al cabo de los años cualquier lugar sería “un país europeo donde sólo tú estuvieras consciente de que vivías.”' P. 103

“Daba entrevistas donde se dedicaba a hacer crecer el mito con mentiras que realzaban algo tan común como hallar un tema para escribir una canción.” P. 104

“... se dirigió a su casa a iniciar su infierno personal.” P. 118

“... con su amistad me había perdonado como otras personas jamás lo habían logrado hacer.” P. 120

“Ahora sé que pocas veces guardamos el recuerdo de nuestra última vez porque pensamos que siempre habrá otra y otra, que el sexo es algo tan fácil de conseguir que siempre habrá alguien dispuesto.” P. 120

“... lo inalcanzable es perpetuamente inalcanzable, aun cuando lo tienes, porque en ese momento desaparece...” P. 129

“El genio nunca compite. El genio sólo esta ahí y hace las cosas.” P. 136

“Pero sobre todo, un deseo muy explosivo de comerlo, sí, esa era la palabra, comerlo, de tomar una de sus manos y lamerla hasta un punto doloroso, de tomar sus labios y morderlos, de arrancar, de arañar, de masticar.” P. 139

“... luchas esforzadamente contra nuestros más profundos defectos o, si somos más realistas, contra nuestra naturaleza.” P. 146

“La soledad no sirve, como muchos piensan, para estar contigo mismo, sino con los demás. sirve para aprender la mirada que el mundo tiene sobre ti y sobre los otros. Aprender el lenguaje de los demás.” P. 148

“Me sentí como si acabara de terminar con el hombre de mi vida y nos despidiéramos con un abrazo. Llena de sindicación y tedio, El arrepentimiento vendrá después. No ahora. Por el momento es suficiente la culpa Para dejar que te siga abrazando aunque sientes que estás en contacto no con un desconocido, sino más bien con un enemigo. Un enemigo íntimo, Tratas de apartarte, pero llegan inesperadamente fugaces flashazos de un pasado muy cercano, los pasados cercanos que se encuentran a un año de distancia, y empiezas a llorar. Eso es la desolación, la inmovilidad bajo el deseo de salir de ahí.” P. 148

“Lo único que teníamos en común eran su atenciones hacia mi condición deprimida y triste.” P. 150

“Lo que hace la diferencia es que nos consideramos importantes, necesarios para el mundo. Y eso no es verdad. Nuestras vidas no tienen la menor importancia más que para unos cuantos conocidos cercanos. Sin embargo, pensar que somos importantes, invulnerables, genera cambios y que el mundo evolucione. Si todos aceptáramos nuestra condición transitoria y finita, aún perseguiríamos animales por las llanuras y nos comeríamos los unos a los otros, estaríamos a la expectativa de los relámpagos y de la lluvia. Pero piénsalo, mueres y ¿qué pasa? Nada. Absolutamente nada.” P. 163

“¡Es tan fácil abandonar el tormento de la creación para sucumbir a la bella y perfecta pasividad de contemplar lo que alguien más ha creado!” P. 170

“Los niños (...) significaban algo que podía romperse con una facilidad extrema y que, sin embargo, no había que romper...” P. 174

“La gente suele cansarse si después de algunos minutos no les cuentas una tragedia personal o indicios de descontento. Las vidas felices y tranquilas no son dignas de atención. Son, por lo general, aburridas.” P. 194

“... debemos tener cuidado con lo que preguntamos a alguien que no conocemos porque podemos acertar y detonar todos sus males. Esa necesidad idiota de interesarnos por los demás.” P. 194

“Y como siempre, la novela que sucede en nuestras cabezas se opone completamente a la realidad.” P. 199

“¿Qué no las historias de hadas le han permitido mantener la esperanza a generaciones desde que la humanidad sufre desgracias?” P. 202

“Uno es lo que es desde el principio, lo demás son modificaciones a nuestra naturaleza, el mejoramiento consciente de nosotros.” P. 203

“Y hablas, y estudias tus gestos antes de ejecutarlos y despliegas tus mejores elementos en ese juego de conquista cuyo peligro aún estás a muchos años de descubrir. Pero todas las personas, aun los grandes amores, empiezan así. Sin conciencia.” P. 215

“Nadie sabe por qué termina amando a una persona determinada. Tampoco nadie sabe si tenemos uno, dos o más amores de a vida. Nadie sabe, obnubilada por el dolor, cuando termina una relación, si realmente ese amor es el único, o si se desvanecerá con el paso de los años.” P. 218


“... yo, en mi vida, había gozado y sufrido de la misma manera con situaciones y personas reales como imaginarias.” P. 233

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Cuento de navidad – Ray Bradbury

Ray Bradbury by francoclun (Pencil on watercolor paper Fabriano 300 gr hot pressed satinata).


"Hay solo dos cosas con las que uno se puede acostar: una persona y un libro."
Ray Bradbury

Ray Douglas Bradbury (escritor estadounidense, 1920–2012) autor representativo de ciencia ficción, terror y fantasía es el creador del cuento del mes que, por cierto, no tiene una finalidad moralizante pero coincide con la época del año. Pareciera que es el autor predilecto en el blog, pues Crónicas marcianas, Zen en el arte de escribir y otro de sus cuentos, La última noche del mundo (publicado hace unos meses, en el que hubiera sido su cumpleaños número 93) ya forman parte de estos archivos.

Noté que en ninguna de las entradas anteriores mencioné detalles sobre su vida y otras publicaciones, por lo que en esta entrada escribiré una breve biografía del autor.

Bradbury nació el 22 de agosto en Illinois y viajó junto con su familia a diversas ciudades, estableciéndose finalmente en Los Ángeles, en 1934. Posteriormente radicó en California, donde vivió el resto de su vida. Desde temprana edad fue atraído por la literatura como lector y creador. Por impedimentos económicos no pudo asistir a la universidad, por lo que fue vendedor de periódicos durante cuatro años y empezó a formarse en la biblioteca estatal de forma autodidacta, donde escribió sus primeros relatos cortos que empezó a vender a algunas revistas locales (1938) y que ocho años después fueron publicados en una compilación de cuentos titulada Dark Carnival. Sobre esta ideología del aprendizaje autodidacta, tiene una frase genial:

"No puedes aprender a escribir en una universidad.
Es un lugar muy malo para los escritores porque
los profesores siempre piensan que saben más que uno,
y no es cierto. Ellos tienen muchos prejuicios. Digamos: a ellos les gusta
Henry James, pero ¿qué pasa si no quieres escribir como Henry James?
(…) La biblioteca, por otro lado, no tiene límites.
La información está ahí para que la interpretes.
No hay nadie que te diga que pensar,
que te diga si eres bueno o no. Lo descubres por ti mismo."

Se casó en 1947 con Marguerite McClure, quien trabajaba en la librería a la que Bradbury acostumbraba ir en el centro de Los Ángeles y tuvieron cuatro hijas. Bradbury se dedicó a escribir a tiempo completo entonces y con la publicación de su primer novela, Crónicas Marcianas, logró posicionarse dentro del anhelado mundo literario. Estuvieron casados hasta la muerte de ella, en 2003. 

Su producción fue muy basta e incluye novela -más de 30, entre las más conocidas están Crónicas marcianas (1950) y Farenheit 451 (1953)-, guiones para televisión y cine, ensayo, poema y por supuesto cuento (más de 600, de los que pueden leer algunos considerados como los mejores en este sitio). Varias de sus obras han sido adaptadas en películas, cómics y series.

Escuchar la historia de su propia voz sobre cómo se convirtió en escritor junto con otros recuerdos, consejos y sugerencias es simplemente fascinante, en este video podrán conocer al autor de una forma directa e inusual.

Bradbury recibió un homenaje en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara en 2009, aquí pueden encontrar algunas transcripciones de la charla virtual que tuvo con los asistentes. Como dato final y extra, también en honor al escritor llamaron (9766) Bradbury a un asteroide descubierto en 1992.

En referencia a la historia, Cuento de navidad es un relato futurista que demuestra que el verdadero espíritu “navideño” va más allá del acostumbrado consumismo en el que vivimos y que la capacidad de demostrar afecto a nuestros seres queridos no se basa únicamente en lo material; representa también toda la belleza natural que rodea al mundo en que vivimos y lo sorprendente y hermoso que resulta prestar atención a los detalles que usualmente ignoramos.

Cuento de navidad

El día siguiente sería Navidad y, mientras los tres se dirigían a la estación de naves espaciales, el padre y la madre estaban preocupados. Era el primer vuelo que el niño realizaría por el espacio, su primer viaje en cohete, y deseaban que fuera lo más agradable posible. Cuando en la aduana los obligaron a dejar el regalo porque excedía el peso máximo por pocas onzas, al igual que el arbolito con sus hermosas velas blancas, sintieron que les quitaban algo muy importante para celebrar esa fiesta. El niño esperaba a sus padres en la terminal. Cuando estos llegaron, murmuraban algo contra los oficiales interplanetarios.
-¿Qué haremos?

-Nada, ¿qué podemos hacer?

-¡Al niño le hacía tanta ilusión el árbol!

La sirena aulló, y los pasajeros fueron hacia el cohete de Marte. La madre y el padre fueron los últimos en entrar. El niño iba entre ellos, pálido y silencioso.

-Ya se me ocurrirá algo -dijo el padre.

-¿Qué...? -preguntó el niño.

El cohete despegó y se lanzó hacia arriba al espacio oscuro. Lanzó una estela de fuego y dejó atrás la Tierra, un 24 de diciembre de 2052, para dirigirse a un lugar donde no había tiempo, donde no había meses, ni años, ni horas. Los pasajeros durmieron durante el resto del primer "día". Cerca de medianoche, hora terráquea según sus relojes neoyorquinos, el niño despertó y dijo:

-Quiero mirar por el ojo de buey.

-Todavía no -dijo el padre-. Más tarde.

-Quiero ver dónde estamos y a dónde vamos.

-Espera un poco -dijo el padre.

El padre había estado despierto, volviéndose a un lado y a otro, pensando en la fiesta de Navidad, en los regalos y en el árbol con sus velas blancas que había tenido que dejar en la aduana. Al fin creyó haber encontrado una idea que, si daba resultado, haría que el viaje fuera feliz y maravilloso.

-Hijo mío -dijo-, dentro de medía hora será Navidad.

-Oh -dijo la madre, consternada; había esperado que de algún modo el niño lo olvidaría. El rostro del pequeño se iluminó; le temblaron los labios.

-Sí, ya lo sé. ¿Tendré un regalo? ¿Tendré un árbol? Me lo prometieron.

-Sí, sí. todo eso y mucho más -dijo el padre.

-Pero... -empezó a decir la madre.

-Sí -dijo el padre-. Sí, de veras. Todo eso y más, mucho más. Perdón, un momento. Vuelvo pronto.

Los dejó solos unos veinte minutos. Cuando regresó, sonreía.

-Ya es casi la hora.

-¿Me prestas tu reloj? -preguntó el niño.

El padre le prestó su reloj. El niño lo sostuvo entre los dedos mientras el resto de la hora se extinguía en el fuego, el silencio y el imperceptible movimiento del cohete.

-¡Navidad! ¡Ya es Navidad! ¿Dónde está mi regalo?

-Ven, vamos a verlo -dijo el padre, y tomó al niño de la mano.

Salieron de la cabina, cruzaron el pasillo y subieron por una rampa. La madre los seguía.

-No entiendo.

-Ya lo entenderás -dijo el padre-. Hemos llegado.

Se detuvieron frente a una puerta cerrada que daba a una cabina. El padre llamó tres veces y luego dos, empleando un código. La puerta se abrió, llegó luz desde la cabina, y se oyó un murmullo de voces.

-Entra, hijo.

-Está oscuro.

-No tengas miedo, te llevaré de la mano. Entra, mamá.

Entraron en el cuarto y la puerta se cerró; el cuarto realmente estaba muy oscuro. Ante ellos se abría un inmenso ojo de vidrio, el ojo de buey, una ventana de metro y medio de alto por dos de ancho, por la cual podían ver el espacio. El niño se quedó sin aliento, maravillado. Detrás, el padre y la madre contemplaron el espectáculo, y entonces, en la oscuridad del cuarto, varias personas se pusieron a cantar.

-Feliz Navidad, hijo -dijo el padre.



Resonaron los viejos y familiares villancicos; el niño avanzó lentamente y aplastó la nariz contra el frío vidrio del ojo de buey. Y allí se quedó largo rato, simplemente mirando el espacio, la noche profunda y el resplandor, el resplandor de cien mil millones de maravillosas velas blancas.


Las Pléyades, en la constelación de Tauro, es un cúmulo abierto
 formado por unas 3000 estrellas ubicado a unos 400 años luz (120 parsecs) de la Tierra.
 También se le conoce como "Las siete hermanas", "Las siete cabritillas" o
 con los términos astronómicos NGC 1432/35 y M45. 
Tomada el 1 de junio de 2004 por NASA, ESA, AURA/Caltech, Palomar Observatory.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Tres veces la mujer de gris – Carmen Pacheco




Tres veces la mujer de gris de Carmen Pacheco (escritora española, 1980) es una novela infantil publicada en 2009 y finalista de la XXX edición del Premio Barco de Vapor de la Editorial SM. Este es el primer libro de literatura infantil que reseño, a pesar de que me encantan los libros infantiles y en especial los álbumes ilustrados (la editorial Fondo de Cultura Económica tiene muchos títulos increíbles). Este es el segundo libro publicado por la autora y lo descubrí después de investigar un poco sobre su última publicación, El corazón del sueño (2011), y seguirle la pista en todos los medios electrónicos posibles, llegando a instagram y twitter. porque han de saber que, cuando conozco a un autor que me interesa y sobre todo después de leerlo, entro en un estado stalker en donde no paro hasta encontrar sus webs personales y todo tipo de sitios donde pueda obtener más información de él/ella (y las entrevistas son mis favoritas). Mea culpa.

Encontré el libro en algún evento masivo literario hace algunos meses y me sorprendió tanto ver algo de la autora, que no pude dejar pasar la oportunidad y lo compré. Retrasé la lectura porque (como toda la vida) hay libros atrasados por leer y constantemente se añaden más a la lista infinita, pero finalmente puedo constatar el talento de Pacheco para la narrativa y creación de personajes, mundos alternos y la profundidad en ciertas ideas que, sinceramente, no adjudicaría a la literatura infantil.

Don Roberto y Róber son los protagonistas de esta singular aventura de misterio donde se refleja más de una problemática social actual, como la alienación o enajenación que, por diversas razones, crea individuos cada vez más enclaustrados en sí mismos. Tiene algunas ilustraciones sobrias y precisas, a blanco y negro, que completan la imagen de los personajes y algunos escenarios.

A pesar de la diferencia de edad tan marcada entre estos personajes que comparten el nombre, el anciano malhumorado y el niño son físicamente muy parecidos debido a una enfermedad que sufrió el pequeño Róber, que lo dejó calvo, y conforme conocen más uno sobre el otro de lo que han vivido, crean una relación que se fortalece con el brote de un cariño inesperado, pues es precisamente la empatía que sienten mutuamente la que los hace comprender que el dolor no se mide por los años de vida de una persona, y tampoco la felicidad. Don Roberto, a pesar de no sentir ninguna simpatía por los niños, logra sentirla por Róber, pues “... algo en la conducta del niño y en su manera natural de afrontar la desgracia le había recordado a sí mismo.”

Don Roberto nunca pensó que podía aprender tanto de una persona tan pequeña, y sorprendido de que uno de esos mundos diminutos e inexpertos hubiera sufrido y entendiera tanto de la pérdida y el dolor le hizo comprender que no hacía falta vivir más de sesenta décadas en la faz de la tierra para interpelar a los demás, a sí mismo o al universo con interrogantes sobre la muerte y el recuerdo.

El libro está dividido en nueve capítulos y sin duda en el capitulo cinco, Algunas pistas, reside una melancolía abrumadora que, confieso, me tuvo al borde de las lágrimas (y sólo me contuve por estar en un espacio público). Y es que con preguntas como -¿A usted se le ha muerto alguien? Róber toca los recuerdos más dolorosos de Don Roberto y del lector, a nuestros muertos. A través de un pequeño diálogo llegan a la conclusión de que el lugar al que se van todas las personas que parten es a la memoria, al recuerdo. Y es quizá un conocimiento universal pero que necesita reafirmarse no tres o cuatro veces, sino cientos, miles, un conocimiento colectivo que habrá que confirmar cuantas veces sea necesario, cuantos momentos de angustia y oscuridad sean necesarios. Y aquí es donde lo infantil del libro me crea conflicto, pues trata de forma más profunda que libros “para adultos” un tema bastante complicado, y lo mejor: lo resuelve de manera maravillosa.

Justo por los días en que estaba en esta lectura, alguien posteó en Facebook un enlace (en inglés) precisamente sobre lo que estaba pensando sobre la literatura infantil, es un texto en inglés de The guardian que habla sobre las razones por las que la literatura infantil debería ser considerada tan importante como la “gran literatura” basándose en un hecho tan simple como ser capaz de cambiar al lector y al mundo.

Una de las frases más bellas que encontré en el libro fue: “... le colocó la mano sobre la espalda, con ternura y con cuidado, como se tocan las cosas frágiles y desconocidas que uno cree que puede romper.” Esa imagen que alude a la fragilidad no sólo física del niño, sino anímica, una fragilidad total por la que surge un sentimiento natural de protección.

Les comparto mis hallazgos como el blog de la autora, su fanpage en facebook, y de paso el blog de su hermana, que hace unos cómics monísimos y divertidos y con quien, por cierto, publicó un libro en conjunto titulado Let's Pacheco



Por último, una entrevista de 2011, de la que transcribo una de las preguntas (y donde vienen muy buenas referencias literarias para anotar en las listas infinitas de lecturas):

¿Cuáles han sido tus principales influencias literarias y cuáles tus libros favoritos? ¿Y en literatura juvenil en concreto?


Mi eclecticismo en lecturas roza casi la esquizofrenia literaria, pero es que siento la necesidad de pasar de un extremo a otro, terminar una novela de ciencia ficción hard de Dan Simmons, por ejemplo y pasarme a Virginia Woolf. Creo que esta mezcla delirante es precisamente lo que me influye y así surgen cosas como Misterioso asesinato en Oz, donde hay ciencia ficción, un toque victoriano y mucho de las novelas de Agatha Christie que devoré de pequeña. Me encanta la novela negra, sobre todo si la escribe Raymond Chandler, la novela de misterio, la fantasía hard, la ciencia ficción (todos los subgéneros), las novelas de espías (Graham Greene y John Le Carré son dos de mis escritores favoritos), y todo lo que ha escrito para niños y adultos Roald Dahl. También me gustan mucho las escritoras Karen Blixen, Katherine Mansfield, Dorothy Parker, Carson McCullers, Nancy Mitford, Clarice Lispector... Sé que un libro me está gustando si estoy deseando terminarlo para leerme la vida de su escritor en wikipedia (no me dejo hacerlo antes, es una manía). Como libros preferidos siempre he citado El guardián entre el centeno de J.D. Salinger y La campana de cristal de Sylvia Plath porque los dos llegaron a mi vida en momentos difíciles y fueron lecturas que me ayudaron mucho. El problema es que hace un par de años me los encontré a ambos en la mesa de un Urban Outfitters y que tus libros preferidos los vendan en una tienda de ropa moderna te da qué pensar. Así que a partir de esta entrevista los cambiaré por El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, Cerca del corazón salvaje de Clarice Lispector y El corazón es un cazador solitario de Carson McCullers que me parecen muy dignos sucesores y que además explican un poco el título de mi último libro.

martes, 17 de diciembre de 2013

Memoria del polvo – Edgar Adrián Mora




Memoria del polvo de Edgar Adrián Mora (escritor de Puebla, México, 1976) es el segundo libro del autor reseñado en este blog; el primero fue Raza de víctimas, donde también pueden encontrar una breve biografía sobre él. Como se menciona en dicha reseña, este es el libro ganador del Primer Premio Nacional de Narradores Jóvenes UACM 2005 en el género de cuento.

Al igual que Raza de víctimasMemoria del polvo es una compilación de relatos, donde once historias conviven ya sea bajo la mirada de una joven mujer, un niño, un viejo, hombres despertando a la adultez o por un narrador omnisciente que es enfrentado por uno de sus personajes.

Las letras de estas páginas crean una atmósfera de nostalgia por las personas que ya no están, por lo menos no en el presente, y que se combina con una añoranza de la infancia, de ese pasado en el que la vida no era tan abrumadora y la realidad aún conservaba cierto misterio, incluso en las cosas más triviales. También refleja la ferocidad del ser humano y lo que origina: una violencia recíproca que cesa hasta colmar su venganza. Las descripciones rurales, detalladas y que reflejan un conocimiento profundo de esta forma de vida, recrean realidades tan ajenas o alejadas de nosotros sobre las que conviene reflexionar, pues son parte de nuestro origen común como seres humano.

Epígrafes contundentes que anuncian una inminente adversidad y que también actúan como sinopsis de las narraciones nos guían en la lectura a lo largo de esta intangible memoria, y es así como, entre otros, Chesterton, Goethe, Bonifaz Nuño y César Vallejo hacen acto de presencia en esta obra.

El primero de los cuentos, Chapado a la antigua, narra el desencanto de un asaltante de antaño que con aflicción repudia las acciones y actitudes de los asaltantes modernos, reprobando su falta de tacto y educación, de solemnidad e incluso que no tengan la necesidad de hacerlo y sin embargo procedan. Particularmente, este cuento me llamó la atención precisamente por eso, por la crítica irónica que hace de estos individuos y porque en una charla con un buen amigo pensamos en escribir una “Guía o manual para asaltantes”, debido a nuestras recientes experiencias de asalto y robo fallido (contra nosotros, claro).

En Carta al abuelo Tejón se revive esta experiencia de infancia al saber perdido a seres amados en el plano físico, pues a escasa edad no se entiende el concepto de muerte tal como lo comprendemos después. O quizá se entiende mejor, sin tanto embrollo sentimental y religioso pero sí con un espíritu puro. Y quizá también el dolor se vuelve más profundo y de ahí surge la necesidad infantil de representar siempre al alma, a la energía que ha partido del cuerpo humano, a través de otro ser.

En el cuento que da título al libro (y uno de mis favoritos), Memoria del polvo, Mora narra la búsqueda de un texto por parte de un solitario y ausente padre hasta que encuentra su muerte; y el legado para el hijo, más allá de ser genético, es una investigación profesional que debe realizar ya no como obligación, sino como continuidad a la obra de vida del padre, como resultado de esa necesidad de resolver un acertijo mortal que durante décadas no logró descifrar. En este relato, el autor da la mejor descripción del polvo en el que se convierten los libros antiguos que se pueda leer:

El polvo es el testimonio de que todas esas ideas, palabras y significados siguen vivos, de que nunca podrán morir en vano, de que aquel olor representa lo que ha quedado aprisionado entre la tierra y el cielo inmarcesible. El polvo. El olor del polvo en su propia memoria.”

Mirada sesgada está formado por una pareja y esa incompatibilidad de pensamientos y planes futuros, en ese contacto y convivencia que se crean a partir del tiempo (por mínimo que sea) y cierta necesidad de evitar la soledad, de saberse integrado en una sociedad a la que poco le importa el individuo y en la que las personas se sustituyen porque son desechables, donde en todas partes, a todas horas, las historias se repiten una y otra vez, hasta el infinito o el hastío. Es aquí también donde coexisten Cortázar e Idea Vilariño, el primero a través de ciertas ideas y la segunda con uno de sus más entrañables poemas:

Ya no será...

Ya no será,
ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa, no te tendré de noche
no te besaré al irme, nunca sabrás quien fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era,
ni quién fuiste, ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos,
querernos, esperarnos, estar.

Ya no soy más que yo para siempre y tú
Ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte. No te veré morir.

En el último relato, Hotel Esperanza, somos testigos de la metaficción que crea Mora al dotar de consciencia propia a uno de los personajes que, gracias a esto, se subleva contra su creador y le cuestiona elementos tan básicos como la decisión de asesinar a otro de los personajes, que ni siquiera tiene nombre o descripción. En este aspecto, recuerda a Niebla, novela de Unamuno donde el personaje principal se rebela contra su trágico final, anunciado en la historia y por lo que visita al autor, para abogar por su existencia. Finalmente, la muerte del personaje llega por otro medio y se logra así el cometido de Unamuno. Pero aquí, el personaje subversivo de Mora trasciende las explicaciones y respuestas del escritor e incluso es él mismo quien reflexiona:

Cuando alguien se atreve a preguntar por qué los personajes no huyen de su destino, podemos responderle simplemente que no lo hacen porque no existen alternativas. No tenemos hacia donde escapar.”

Y, a su manera, lo justifica:

Es un cobarde, necesita que otros hagan el trabajo sucio, necesita que otros viajen, que otros mueran, que otros maten.”

La confusión y las dudas que surgen en el lector sobre estos episodios son precisamente la finalidad de los autores: no afirmar que la literatura es mera ficción o que la vida es simple realidad.

Para finalizar, transcribo las mejores frases del libro:

A nadie le niegues la palabra, me dice, si no hay nada que darles a las gentes dales el saludo, a nadie le hace daño y a todos les alivia la soledad de momento.” en Al purgatorio de visita.

El comienza a recoger las cosas y a arrojar tierra sobre las brazas que aún resplandecen entre la ceniza, como estrellas recién nacidas que no deben intentar crecer.” Íbidem.

Las palabras tienen, aunque no queramos, dimensiones que se miden según el hueco que llenan en el estómago del otro.” en Mirada sesgada.

¿Por qué la gente tiene que vivir junta? ¿Por qué no se puede amar desde el espacio que encierra la propia miseria y el propio júbilo? ¿De verdad no se puede?” Íbidem.

Yo sólo trataba de concentrarme en ajustar una frase sin aceite. Se atoraba. Rechinaba y los oídos se rompían sin remedio. Decirlo de otro modo. Ponerlo en otro lado. Inventarlo en otro tiempo.” Íbidem.

“ - ¿Sabes qué es lo único exacto? Las lágrimas
  - ¿Qué?
  - Salen cuando tienen que salir. Nunca son planeadas. No te dices un día: pues bueno, hoy toca clase en tal salón a las once, comida a las tres con tal persona y dosis de llanto a las ocho. No respetan horarios, ni lugares, ni protocolos. Es lo único exacto que nos queda.” Íbidem.

... no lloras por lo que sabes falso, sino por lo que no puede ser verdadero.” Íbidem.

Tú no existirías, yo no existiría si el tipo que lee la historia pierde el interés a la quinta línea. Además, no es real, sólo son palabras impresas en un papel. Es un juego, ¿no lo entiendes? Tú y yo tenemos que jugar para que otro decida nuestra existencia.” en Hotel Esperanza.

Duerme y todo desaparecerá, no le temas a lo que no comprendes, ten miedo de las posibilidades que conoces de sobra. Hasta mañana.” Íbidem.