lunes, 23 de diciembre de 2013

Tres veces la mujer de gris – Carmen Pacheco




Tres veces la mujer de gris de Carmen Pacheco (escritora española, 1980) es una novela infantil publicada en 2009 y finalista de la XXX edición del Premio Barco de Vapor de la Editorial SM. Este es el primer libro de literatura infantil que reseño, a pesar de que me encantan los libros infantiles y en especial los álbumes ilustrados (la editorial Fondo de Cultura Económica tiene muchos títulos increíbles). Este es el segundo libro publicado por la autora y lo descubrí después de investigar un poco sobre su última publicación, El corazón del sueño (2011), y seguirle la pista en todos los medios electrónicos posibles, llegando a instagram y twitter. porque han de saber que, cuando conozco a un autor que me interesa y sobre todo después de leerlo, entro en un estado stalker en donde no paro hasta encontrar sus webs personales y todo tipo de sitios donde pueda obtener más información de él/ella (y las entrevistas son mis favoritas). Mea culpa.

Encontré el libro en algún evento masivo literario hace algunos meses y me sorprendió tanto ver algo de la autora, que no pude dejar pasar la oportunidad y lo compré. Retrasé la lectura porque (como toda la vida) hay libros atrasados por leer y constantemente se añaden más a la lista infinita, pero finalmente puedo constatar el talento de Pacheco para la narrativa y creación de personajes, mundos alternos y la profundidad en ciertas ideas que, sinceramente, no adjudicaría a la literatura infantil.

Don Roberto y Róber son los protagonistas de esta singular aventura de misterio donde se refleja más de una problemática social actual, como la alienación o enajenación que, por diversas razones, crea individuos cada vez más enclaustrados en sí mismos. Tiene algunas ilustraciones sobrias y precisas, a blanco y negro, que completan la imagen de los personajes y algunos escenarios.

A pesar de la diferencia de edad tan marcada entre estos personajes que comparten el nombre, el anciano malhumorado y el niño son físicamente muy parecidos debido a una enfermedad que sufrió el pequeño Róber, que lo dejó calvo, y conforme conocen más uno sobre el otro de lo que han vivido, crean una relación que se fortalece con el brote de un cariño inesperado, pues es precisamente la empatía que sienten mutuamente la que los hace comprender que el dolor no se mide por los años de vida de una persona, y tampoco la felicidad. Don Roberto, a pesar de no sentir ninguna simpatía por los niños, logra sentirla por Róber, pues “... algo en la conducta del niño y en su manera natural de afrontar la desgracia le había recordado a sí mismo.”

Don Roberto nunca pensó que podía aprender tanto de una persona tan pequeña, y sorprendido de que uno de esos mundos diminutos e inexpertos hubiera sufrido y entendiera tanto de la pérdida y el dolor le hizo comprender que no hacía falta vivir más de sesenta décadas en la faz de la tierra para interpelar a los demás, a sí mismo o al universo con interrogantes sobre la muerte y el recuerdo.

El libro está dividido en nueve capítulos y sin duda en el capitulo cinco, Algunas pistas, reside una melancolía abrumadora que, confieso, me tuvo al borde de las lágrimas (y sólo me contuve por estar en un espacio público). Y es que con preguntas como -¿A usted se le ha muerto alguien? Róber toca los recuerdos más dolorosos de Don Roberto y del lector, a nuestros muertos. A través de un pequeño diálogo llegan a la conclusión de que el lugar al que se van todas las personas que parten es a la memoria, al recuerdo. Y es quizá un conocimiento universal pero que necesita reafirmarse no tres o cuatro veces, sino cientos, miles, un conocimiento colectivo que habrá que confirmar cuantas veces sea necesario, cuantos momentos de angustia y oscuridad sean necesarios. Y aquí es donde lo infantil del libro me crea conflicto, pues trata de forma más profunda que libros “para adultos” un tema bastante complicado, y lo mejor: lo resuelve de manera maravillosa.

Justo por los días en que estaba en esta lectura, alguien posteó en Facebook un enlace (en inglés) precisamente sobre lo que estaba pensando sobre la literatura infantil, es un texto en inglés de The guardian que habla sobre las razones por las que la literatura infantil debería ser considerada tan importante como la “gran literatura” basándose en un hecho tan simple como ser capaz de cambiar al lector y al mundo.

Una de las frases más bellas que encontré en el libro fue: “... le colocó la mano sobre la espalda, con ternura y con cuidado, como se tocan las cosas frágiles y desconocidas que uno cree que puede romper.” Esa imagen que alude a la fragilidad no sólo física del niño, sino anímica, una fragilidad total por la que surge un sentimiento natural de protección.

Les comparto mis hallazgos como el blog de la autora, su fanpage en facebook, y de paso el blog de su hermana, que hace unos cómics monísimos y divertidos y con quien, por cierto, publicó un libro en conjunto titulado Let's Pacheco



Por último, una entrevista de 2011, de la que transcribo una de las preguntas (y donde vienen muy buenas referencias literarias para anotar en las listas infinitas de lecturas):

¿Cuáles han sido tus principales influencias literarias y cuáles tus libros favoritos? ¿Y en literatura juvenil en concreto?


Mi eclecticismo en lecturas roza casi la esquizofrenia literaria, pero es que siento la necesidad de pasar de un extremo a otro, terminar una novela de ciencia ficción hard de Dan Simmons, por ejemplo y pasarme a Virginia Woolf. Creo que esta mezcla delirante es precisamente lo que me influye y así surgen cosas como Misterioso asesinato en Oz, donde hay ciencia ficción, un toque victoriano y mucho de las novelas de Agatha Christie que devoré de pequeña. Me encanta la novela negra, sobre todo si la escribe Raymond Chandler, la novela de misterio, la fantasía hard, la ciencia ficción (todos los subgéneros), las novelas de espías (Graham Greene y John Le Carré son dos de mis escritores favoritos), y todo lo que ha escrito para niños y adultos Roald Dahl. También me gustan mucho las escritoras Karen Blixen, Katherine Mansfield, Dorothy Parker, Carson McCullers, Nancy Mitford, Clarice Lispector... Sé que un libro me está gustando si estoy deseando terminarlo para leerme la vida de su escritor en wikipedia (no me dejo hacerlo antes, es una manía). Como libros preferidos siempre he citado El guardián entre el centeno de J.D. Salinger y La campana de cristal de Sylvia Plath porque los dos llegaron a mi vida en momentos difíciles y fueron lecturas que me ayudaron mucho. El problema es que hace un par de años me los encontré a ambos en la mesa de un Urban Outfitters y que tus libros preferidos los vendan en una tienda de ropa moderna te da qué pensar. Así que a partir de esta entrevista los cambiaré por El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, Cerca del corazón salvaje de Clarice Lispector y El corazón es un cazador solitario de Carson McCullers que me parecen muy dignos sucesores y que además explican un poco el título de mi último libro.

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