miércoles, 12 de febrero de 2014

Mi perfil desde "La imaginación en México"

Feliz de anunciarles que hace unos días subieron mi perfil a La imaginación en México, sitio creado por los escritores mexicanos Alberto Chimal y Raquel Castro: "Literatura de imaginación. Narrativa de lo fantástico. Un censo de autores y obras de imaginación fantástica en México.

Los autores vivos presentados aportan cada uno su propia semblanza, muestra de obra y recomendaciones.

Adicionalmente, enlaces, semblanzas e información adicionales son responsabilidad de los editores, que invitan a toda persona interesada a hacer sugerencias, comentarios y preguntas.

Contacto: laimaginacionmx@gmail.com"

Además de mi perfil de autor, podrán leer otro de los cuentos que integran mi libro, La mujer volátil. Transcribo a continuación la información del sitio y el cuento, y pueden ver mi perfil directamente en La imaginación en México aquí

Lola Ancira

(Querétaro, 1987)

Se ha dedicado a las letras y el modelaje. Estudió la Licenciatura en Letras Modernas en Español en la Universidad Autónoma de Querétaro. Ha escrito artículos para Panóptico y Voz Editorial. Algunos de sus cuentos se han publicado en las revistas Proyecto Neurosis, Onomatopeya y La testadura literaria. Actualmente es editora en el newsroom de la revista digital ZRZMR (Zarzamora) y escribe para Yaconic. Publicó el libro de cuentos fantásticos, Tusitala de óbitos (Pictographia Editorial, 2013).

Enlaces

Presentación de L. A. en Zacatecas.
Entrevista con el escritor Joel Flores.

Recomendación

Joel Flores




LA MUJER VOLÁTIL

Lola Ancira

“Y cada noche te encuentro

en mis paseos por el cielo”

Violeta

            Violeta nació sin rasgo distintivo alguno. Lo que todos notaron, al pasar el tiempo, fue esa inmensa luz que no dejaba de irradiar de su cabeza, esa armonía constante emanando de su ser: una indescifrable aura azulada. Ella formaba parte de esos entes privilegiados que inusualmente visitan nuestro planeta y que generalmente fracasan en su intento por encajar en esta intrascendente existencia, pues su alma tiende a ser mucho más impetuosa e insondable.

            Por su puesto que este era un mundo corrupto ya, donde espíritus como el suyo sufren la malicia y falsedad en los que otros se recrean. Aquejada de malestares físicos, su existencia terrestre fue siempre un triste padecimiento.

            Tiempo después y siendo ya una joven mujer,  fastidiada de la vida mundana en la tierra, donde todo a su parecer era extraño y excesivo o minúsculo e insignificante, tomó la determinación de irse al lugar que siempre miraba: el lugar donde todo se iluminaba con un azul celeste que inundaba todo y la futura gigante roja indagaba hasta donde llegaban sus extensos rayos, donde las formas tenían sentido y vivían; pero también el lugar donde, posteriormente, todo desaparece al ser devorado por las tinieblas, cuando el mundo se vestía de difusas siluetas y los demonios, aprovechando tal confusión, subían del infierno.

            Encontraba la sucesión de días y noches tan insuficiente y tan errados a aquellos que le daban un significado a su existencia por completo inadecuado, que el comportamiento díscolo de los demás la fue orillando a un fastidio total, a una determinación que se volvía cada vez más innegable en su mente.

            Por las noches, frecuentemente observaba la bóveda celeste y se pensaba en el universo, en esa negra inmensidad del cosmos en el que crecían impresionantes paraísos formados por  galaxias, donde el número de astros era irracional y donde la adversidad no tenía lugar. Así fue surgiendo su idilio por los cuerpos celestes y su violento misterio.

            Sin encontrar forma de interpretar las acciones incoherentes que devenían en sucesos absurdos y que acontecían sin parar y sin transmutar un solo día - tales como la infidelidad, el engaño y autoengaño, la mentira, la hipocresía, el abandono y todo ese hórrido acervo de acciones que los seres humanos cultivan afanosamente-, eligió buscar justificación (que nunca encontró) para existir entre sus coetáneos, quienes se interesaban más en sí mismos y su egoísta fruición. Por ende, jamás la escucharon.

            Su voz dejó entonces de escucharse y su presencia perdió fuerza y buscó fáciles y rápidos caminos para volver al universo, pero resultaron en complicaciones físicas impensadas.

            El último día en que se le vio fue cuando logró marcharse. Su cuerpo se elevó porque era necesario, pues le resultaba imposible continuar por cualquier trayecto terrestre. Aquellos aprehensivos que necesitan saberlo todo dicen que de su cabeza empezó a crecer algo, como una idea que iba creciendo conforme pasaban los minutos.

            Cuentan que se fue a lo alto de una montaña y que estando allí, de pie, comenzó a desarrollarse aquél globo que tenía sobre la cabeza y que tenía un aspecto muy peculiar, pues su cubierta era casi transparente y en ella viajaban palabras y frases, ideas que no podían ser leídas, pues se entrecruzaban y cambiaban constantemente; dicen otros que aunque hubieran podido ser leídas, resultarían imposibles de comprender, pues todo aquello era resultado de su ansia de irse, de su anhelo por evadirlos.

            También refieren que de su cabeza salieron llamas que alimentaban ese globo, y que se fue elevando hasta ser un punto diminuto que en algún momento desapareció de todas las miradas.

            Lo cierto de los hechos es que Violeta tenía una cabeza flamante que alimentaba a un globo aerostático. Y conforme se alejaba, se fue convirtiendo en un astro más en el cielo que expiraría alguna vez, pero mucho después que todos nosotros y nuestra estirpe.

            Se fue a existir allá donde todo tiene un sentido y una finalidad,  y ahora es ese astro gigantesco y poderoso que quería ser, formando ya parte de la eternidad.

            Y a pesar de ver el cielo y no saber exactamente que gran astro es, ella se manifiesta a quienes la conocieron e intentaron comprender (muy tarde, quizá), a través de sus sueños, en esos viajes astrales a través de los cuales la encuentran en su forma (re)conocida, en su forma terrenal.

            Resultaría imposible suponer que se ha olvidado de nosotros, pues nos visita a menudo a través de la memoria, el inconsciente y los falsos recuerdos, dando por resultado acontecimientos que no ocurrieron, eventos ilógicos o imposibles que embrollan el pasado con una realidad diferente, creando sucesos distorsionados que impregnan de felicidad nuestras vidas y le dan un nuevo significado (aunque falso) al recuerdo… pero, finalmente, qué importa lo falso o lo real, si el interés es el de una emotiva permanencia en los vivos. Vuelve ahora de la única manera en que puede y sabe: por medio de imágenes desdibujadas que ostentan ese sentimentalismo del pasado y que se extraen a la realidad cuando logramos retornar.

            He contado tu historia, mujer volátil, para que otros la sepan, para que no quedes en el olvido jamás, para que vivas por siempre en el recuerdo de algunos. He contado tu historia porque no me canso de buscarte allá arriba y de preguntarte siempre, aunque no me contestes, por lo menos no con palabras. He contado tu historia porque ahora vives en mí. He contado tu historia porque se que a través de las palabras se recibe la inmortalidad.

            Ahora sólo vivo con el miedo de olvidar el único recuerdo seguro que tengo en mi mente de tu forma terrestre: el de tu voz.

—-

Este cuento pertenece al libro Tusitala de óbitos (Pictographia, 2013), cuya producción editorial se realiza con apoyo del beneficio derivado del Artículo transitorio cuadragésimo segundo del Presupuesto de Egresos de la Federación 2012 (México).

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