Desde cientos de años atrás, la temática del
suicidio ha suscitado múltiples opiniones, y es un hecho que desde entonces ha
contado tanto con partidarios como con detractores. Albert Camus lo definió
prodigiosamente: «El único problema filosófico verdaderamente serio es el suicidio.
Juzgar si la vida es o no digna de vivir es la respuesta fundamental a la suma
de preguntas filosóficas».
Esta controversial acción es el
eje temático de Vida extra (Pearson,
2017), la primer novela juvenil (con ilustraciones de Cuauhtémoc Watzka) del
escritor Alfredo Carrera.
Vida extra es un viaje en el tiempo a finales de la década de
los 90 –ésa que, para muchos, amenazaba con concluir y llevarse al mundo entero
con ella, todo por el posible colapso tecnológico que se avecinaba– y
principios del nuevo siglo. Como en un videojuego, esta novela ofrece la
posibilidad de volver a la vida tras una
muerte virtual: Juan Carlos, el protagonista, desde el primer capítulo abre su
mundo y su mente para el lector y explica por qué decidió dar marcha atrás con
su plan de suicidio, mismo que estaba a segundos de realizar.
A través del diario de este
adolescente de diecisiete años que cursa el sexto semestre de preparatoria y cuya
historia se sitúa en 2002, Carrera ha creado un muestrario perfecto de la forma
de vida de la juventud de entonces que, aunque en realidad no parece tan
lejano, es una buen ejemplo de cómo los avances tecnológicos han modificado a
la sociedad. Juan Carlos utiliza unos Walkman, para conectarse a internet debe
usar la línea del teléfono (y desconectarse en caso de que su madre quiera
hacer una llamada), su principal fuente de investigación es la enciclopedia
digital Encarta, visita la ilustrativa página web Shownomercy y, entre sus amigos, es uno de los pocos privilegiados que tiene un celular de segunda generación.
La trama se desarrolla a la par
que los personajes se presentan desde la perspectiva de Juan Carlos gracias a
las cartas que envió previamente a su intento de suicidio por correo postal
(otro elemento que ahora podría considerarse anticuado, sobre todo por las
nuevas generaciones). Estas misivas breves aparecen intercaladas en la novela a
través de un diseño original, pues simulan hojas arrancadas de un cuaderno.
Diversas referencias tanto musicales como literarias salpican estas páginas,
entre ellas un aparentemente inofensivo «club de los suicidas», que evoca al
singular relato de Robert Louis Stevenson El
club de los suicidas, publicado en 1878.
Con un humor ácido que, por las
alusiones a la muerte autoinflingida recuerdan a Joseph Conrad («Que piensen lo
que quieran, pero no pretendía ahogarme. Tenía intención de nadar hasta
hundirme –pero no es lo mismo»), Carrera expone aquí temas como la friendzone y el bullying, un sistema educativo deficiente, la fragmentación
familiar y la difícil y penosa transición de la infancia a la adultez y el
desarrollo de la personalidad. Vida extra
es una novela para nuestro adolescente –suicida o no– interior, que nos recuerda que los jóvenes en
esta etapa pueden ser ineptos, indisciplinados o soberbios, pero siempre fieles a sí mismos.
Con los años, las penas y los
miedos se acumulan, creando lastres que nos impiden cada vez más tomar nuestras
propias decisiones y buscar, por trillado que parezca, la felicidad, mientras
que el tiempo va cubriendo con delgadas capas grises la persona que realmente fuimos para así poder cumplir ciertas expectativas familiares y sociales sobre lo que
implica la vida adulta. Por lo tanto, la juventud parecería un desperfecto que
debe superarse a la brevedad posible.
Carrera refleja cómo los adolescentes viven las
emociones intensificadas, y algo que aparentemente no es grave o importante,
crece en ellos como un monstruo que puede devorarlos por completo, como una
sombra que los envuelve y los persigue incluso en los sueños. Durante la
juventud el sufrimiento es exponencial, profundo y radicalmente desmesurado.
Las primeras experiencias sentimentales y físicas impactan en un mayor grado
porque no tiene precedentes, pues sólo se tenía información teórica. Y los
resultados, muchas veces, pueden ser desastrosos. Para Shakespeare, «La
juventud, aun cuando nadie la combata, halla en sí misma su propio enemigo».
Juan Carlos es el mejor ejemplo de lo anterior.
A
través de los tres meses que transcurren en los treinta y cinco capítulos de Vida extra, Juan Carlos describe,
primero a través del recuerdo y después en el presente, todo aquello que estuvo
vinculado a su casi fatalista decisión, pero también van surgiendo, poco a
poco, sus puntos de apoyo y salvación, demostrando una evolución en el
personaje conforme el argumento de la novela se desarrolla.
Una última reflexión sobre el
tema. La eutanasia o el suicidio asistido es legal desde 2002 en Bélgica, pero en
2014 esta ley anuló cualquier restricción referente a la edad de quien la
solicite, aunque el principio sigue siendo el mismo: la persona debe estar
sufriendo alguna enfermedad física o mental que no tenga cura. 24 & ready to die es un documental
que retrata precisamente esto: una joven de veinticuatro años muestra por qué
ha decidido recurrir a la eutanasia. Problemas psicológicos que la han aquejado
durante la mayor parte de su vida le impiden disfrutar de su existencia. Ha sido aprobada
para el procedimiento, pero algo ocurre días antes de que se lleve a cabo. Paloma,
la protagonista de once años de la película Le hérisson (2009), tiene una opinión sobre la existencia muy similar a la de la joven del
documental y a la de varios personajes de Vida
extra. Uno de los encantos de estas obras es, precisamente, descubrir cómo
se modifica la introspección de los protagonistas conforme se enfrentan a ciertas experiencias.
Escritores suicidas (1985) de Héctor Gamboa, Suicidios ejemplares (1991) de Enrique Vila-Matas, Réquiem por un suicida (1993) de René Avilés Fabila, La tienda de los suicidas (2008) de Jean Teulé y Agenda del suicidio (2011) de Pablo
Raphael son otros recomendables libros que tocan esta controversial temática a
través de la ficción (excepto el primero, que es biográfico).
El libro está a la venta en la página web de la editorial Pearson, así como en la de Librería Porrúa, y en librerías ElSótano.
Para finalizar, transcribo algunas de las mejores frases
de la novela:
«Sé que las mujeres acumulan más intentos de
suicidios y que los hombres son efectivos en un porcentaje mayor, pero y no
logré que creciera ese número: soy un fraude.» p. 10
«Los tres escogimos el silencio como lenguaje
universal para intentos fallidos de suicidio.» p. 13
«Le digo diario, aunque más parece una carta pública
al mundo.» p. 16
«Intento mantenerme cuerdo, pero el asunto me obliga
a escribir estas cosas.» p. 17
«Mis deseos de morir no se fueron. Por las noches
fantaseaba con dejar de respirar.» p. 19
«Quería que lo vieran todos. Si la muerte no provoca
nada, parece inútil.» p. 23
«Quiero dormir con la esperanza de no despertar o
hasta que el fin del mundo esté cerca, hasta el Juicio Final.» p. 36
«Me tomó de la mano como si fuera un niño que se
puede perder, que puede encontrar unas tijeras para clavárselas en el pecho,
que puede encontrar pronto un edificio más alto para saltar… No me aguanto ni
yo.» p. 41
«Creo que me hubiera gustado que se suicidaran otros
en lugar de hacerlo yo, pero no los puedo obligar.» p. 57
«Marcado de por vida, o por lo menos en lo que acabo
la prepa.» p. 65
«Recibía a los invitados y preguntaba: "¿Cuál es tu método preferido?", al tiempo que
señalaba un montón de instrumentos, como un mazo, una soga, una jeringa, una
bolsa enorme con pastillas.» p. 69
«Las parejas
siempre terminan mal.» p. 111
Gracias por el contenido!
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