Horacio Quiroga
Esta entrada inaugura una nueva sección en el blog: datos biográficos de célebres escritores, debutando con Horacio Quiroga, uno de mis favoritos.
Horacio Silvestre Quiroga Forteza nació en Salto, Uruguay el 31 de diciembre de 1878 y murió el 19
de febrero de 1937 en Buenos Aires, Argentina, fue un destacado escritor latinoamericano
conocido principalmente por sus relatos cortos y cuyo estilo está
caracterizado por el declive del modernismo y el surgimiento de las
vanguardias, envuelto por una atmósfera melancólica. A lo largo de
su vida se vio afectado por amores tormentosos y diversas muertes
inesperadas de sus seres queridos, iniciando con el deceso accidental
de su padre al disparar un arma de fuego en 1879.
Sus
primeros estudios los realizó en Montevideo y su atracción por la
literatura surgió desde entonces, empezó haciendo diversas publicaciones
y colaboraciones para La
Revista y El
reforma y
escribió sus primeros poemas entre 1894 y 1897, creó
el círculo literario “Los tres mosqueteros” y se forma como
pupilo de Leopoldo Lugones, al tiempo que fundó la Revista
de Salto, pero
en el mismo año presenció el suicidio de su padrastro Ascencio
Barcos. En 1900 viaja
a París y como resultado de ese experiencia escribe Diario
de viaje a París. Al
siguiente año mueren dos de sus hermanos a causa de la fiebre
tifoidea y accidentalmente activó el revolver que mataría a su
amigo Federico Ferrando.
Hogar de Horacio Quiroga en Misiones.
En
1902 decide mudarse a Argentina y trabaja como profesor de castellano
en un colegio de Buenos Aires. En ese mismo año, decide acompañar a
Lugones a una expedición a la provincia de Misiones, lugar que sería
su hogar por mucho tiempo, donde criaría a sus hijos en sus primeros
años de vida y donde recibiría la mayor inspiración para escribir
sus cuentos: a través de la difícil vida en la selva., en constante
interacción con la vida salvaje y sus peligros. En 1904 publica su
primer libro de cuentos, El
crimen de otro, donde la
influencia de Edgar Allan Poe salta a la vista. Quiroga estaba más
que satisfecho al ser comparado con Poe, pues para él era su
principal maestro. En esa época trabajó en la creación de diversos
cuentos por varios años y publicaba periódicamente en la revista
Caras y Caretas,
convirtiéndose
gracias a esto en un escritor reconocido y prestigioso.
Horacio Quiroga con su primera hija.
En
1906 Quiroga publica su novela corta Los
Perseguidos
y vuelve a Misiones, donde desarrolló diversos empleos
gubernamentales durante años, a la par de su creación literaria.
Regresa a Buenos Aires en 1916, tras el suicidio de su primera
esposa, Ana María Cirés. Cría solo a sus dos hijos y continúa con
sus diversos proyectos literarios y clases de literatura. Tiempo
después conoce a la que sería su segunda esposa, nuevamente se
mudan a al selva y ahí crían a su pequeña hija, hasta que en 1935,
ella lo abandona, llevándose a la niña con ella. Quiroga queda
entonces solo y enfermo, pues los primeros síntomas de su cáncer de
próstata ya se hacían notar.
Horacio Quiorga con su segunda esposa.
Entre
1901 y 1935 Quiroga publicó diversos poemas, cuentos, un libro de
cuentos infantiles, novelas e incluso una obra de teatro. Dejó una
obra basta y opulenta tanto en contenido como en forma,
particularmente decadente y sorpresiva. Mención particular merecen
sus Cuentos de amor de
locura y de muerte (1917)
donde todos los cuentos hacen honor al título, especialmente a la
muerte. Así mismo, cuenta con publicaciones póstumas, como Cartas
Inéditas de H. Quiroga (1959).
Otra
de sus obras más célebre, específicamente porque en ella Quiroga
describe su método de escritura creativa, es el Decálogodel perfecto cuentista,
donde describe singularidades sobre el proceso de la creación
literaria, las fases de la escritura y del cuento y características
narrativas (que no se reconocen en toda su obra debido a las
diferentes etapas de su desarrollo como escritor).
Quiroga
estaba influenciado por Poe, Kipling y Muapassant, y los estilos de
estos escritores son la esencia de Quiroga, quien a través de sus
peculiaridades logró crear una nueva narrativa con un riguroso
estilo y se enfocó en una atmósfera por completo diferente pero no
menos misteriosa y letal: la selva y los animales que viven en ella.
Sus narraciones magníficas y enérgicas, crudas pero sin salir de
ese espectro que pudiera ser real, es lo que causa más
estremecimiento.
La
vorágine de la muerte por mano propia no paró con su primera
esposa, pues el mismo Quiroga se quitó la vida ingiriendo veneno en
1937, tras sufrir agudos dolores y ser diagnosticado con cáncer de
próstata. El año siguiente Alfonsina Storni y Leopoldo Lugones, dos
de sus amistades literarias, siguieron el mismo camino. Su primera
hija, Eglé, se suicidó en 1938 y su hijo Darío en 1952. Su tercera
y última hija, María Helena, se suicidó al arrojarse de un
edificio en 1988.
El
funesto sino de la estirpe de Quiroga y sus allegados finalmente no
pudo ser evadida, pero su magnífico genio creativo nos ha dejado un
legado literario que será conservado para la posteridad y su
inmortalidad depende de que alguien decida descender en sus abismales
crónicas a través de su lectura.
Para
despedirnos de él, habrá que evocarlo con algunas de sus más
sabias palabras:
“¡Qué
locura! Los amantes que se han suicidado sobre una cama de hotel,
puros
de cuerpo y alma, viven siempre. Nada nos ligaba a aquellos dos fríos
y duros
cuerpos,
ya sin nombre, en que la vida se había roto de dolor.”
“Resiste
cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado
fuerte.
Más
que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga
paciencia.”
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