Reseña personal: Restos de corazón (Fondo Editorial Tierra Adentro, 1998) es el primer libro de Blas Valdez (escritor y guionista mexicano, Los Mochis, Sinaloa, 1972). En 73 páginas y 13 cuentos se encuentran reunidos suicidas y asesinos reales y en potencia, la indiferencia y la incertidumbre, posibilidades y confesiones, realidades alternas, accidentes e infortunios, actos irreverentes para unos y sacros para otros, duelos amorosos y finales infaustos, hoteles, fotografías, iglesias, armas de fuego, aeropuertos y estacionamientos en penumbra, todo sumergido en una estela de violencia que el ser humano es tan asiduo a crear.
Ya
se que llevas el diablo por dentro.
Y
mira, ¡yo llevo el infierno!, ¡el infierno!...
¡Cásate
conmigo!
¿Me
escuchas?
¡Cásate
conmigo!
Este
libro me lo prestó una gran amiga hace unos meses, y debo decir que
desde el primer cuento quedé enganchada, por lo que lo terminé ese
mismo día. La locura, los celos y la inestabilidad emocional crean
la base de estas historias que se entrelazan para poder crear un solo
escenario en el que diversos personajes tienen más en común de lo
que podrían imaginar y donde la cordura sólo es una invención del
hombre civilizado. Es de los restos de corazón precisamente de donde
surgieron estas historias, estos individuos etéreos que cobran vida
con la inquina, con el resentimiento y la animadversión que sienten
incluso por sí mismos, pero también ese amor remanente que impide
buscar un final individualista, que los empuja a buscar a alguien más
y hacerlo cómplice de ese destino fatídico del que ninguno puede
escapar: la muerte.
Sólo
he conocido dos tipos de mujeres en mi vida:
las
que me hacen desear el celibato y las que me ponen suicida.
Mención
especial merece el cuento El
club de los futuros suicidas,
que inevitablemente, desde la primer lectura, me recordó El club de los suicidas
de Stevenson. En él, un grupo de individuos se conocen a través de
una terapia grupal para personas que se han intentado suicidar o no
logra suprimir esos fatalistas pensamientos:
Los
cuatro nos brindábamos ayuda para combatir esos
repentinos
deseos de vivir, de trabajar,
de
enamorarse y formar una familia.
De
sobra sabíamos que esos deseos son una trampa, la trampa del
“mañana
mejorarán las cosas”, del “esta vez será diferente”;
pero
no, nada cambia, nada cambiará.
Todo
apesta a humano, a sufrimiento.
Esta
descripción de uno de los integrantes me encantó, además de que su
nombre es el mío:
Y
Dolores, ella parecía hipnotizarnos con su mirada,
con
su olor, con sus recuerdos. 'Desde chica ha habido
alguien
más dentro de mí, alguien que me está enloqueciendo',
nos
aseguró un día con ese aire de desadaptada que tanto cautivaba.
Blas
Valdez mantiene un perfil bajo en las redes sociales y en realidad
hay poca información sobre él, pero he conseguido recopilar lo
siguiente: en 2002 publicó Rompecabezas,
un libro en el que coexisten novela, cuento, poesía, guiones
cinematográficos e emails... tan raro como pueda parecer, y, si mal
no recuerdo, en algún sitio leí también que su tirada, con este
libro, era crear una nueva Rayuela...
tan catastrófico y ambicioso como esto pueda sonar. Pero, como ya he
dicho, no hablo de lo que no conozco, así que tendré que
conseguirlo pronto. En 2008, su cuento Violanchello
fue llevado al cine por el director Alfonso Pineda, bajo el título
de Amor, dolor y
viceversa,
que, por cierto, también está en mi lista de pendientes:
Una
tarde para un libro y para una reseña, una tarde de análisis
introspectivo y de reunir (con toda la fuerza de esta palabra) los
restos de corazón...
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