viernes, 23 de mayo de 2014

Mar de la memoria – Gilma Luque




Mar de la memoria (Ediciones B, 2013) de Gilma Luque (escritora mexicana, 1977) es la segunda novela de la autora, egresada de Filosofía de la Universidad del Claustro de Sor Juana y becaria del FONCA en la disciplina de novela durante dos periodos.

La novela está conformada por dos partes y ambas son narradas por Gabriela Rodríguez, la protagonista: la primera, Materia oscura, es narrada desde la voz de la adolescencia, de la impericia de una adolescente de 17 años que carga, desde que fue concebida, con el dolor de una madre abandonada y suicida. El lenguaje es coloquial y cumple a la perfección la creación del perfil de Gabriela, nos introduce de manera rápida y personal a un universo donde la mentira y la soledad son las bases que conforman la realidad de los personajes.

Materia oscura incluso puede designar la esencia de ambas mujeres, ese silencio perpetuo dentro de sus almas que lo cubre todo, esa ausencia de felicidad más por decisión propia que por designio del futuro, por una elegida permanencia eterna en el pasado. Una materia en ausencia de color y de dicha pero que no elimina del todo la felicidad en su existencia, que aún recuerda cómo disfrutar de ciertos pequeños placeres que les permiten aferrarse a lo que está por venir, a pesar de la certeza de saber perdido todo.

Algo extraordinario es que esta primer parte termina de manera contundente con cuatro líneas que describen un suceso terrible y que encierran la furia, la rabia del abandonado, del que se sabe de pronto solitario y extraviado, del que ya no reconoce su propio cuerpo o sus propios recuerdos, del que se deja morir siguiendo a ese primer muerto en nuestras vidas que desprende una parte de nuestra alma para no irse tan solo a dónde sea que vaya, porque si hay algo seguro, es que ese nuevo lugar será desolador.

La segunda parte, Féretro de cristal, (que por cierto, lleva un hermoso epígrafe de Banana Yoshimoto) muestra un fuerte cambio en la narrativa: ésta madura junto con el personaje, pues han transcurrido casi dos décadas y su voz lo refleja. Debo admitir que me sentí fascinada con este giro, con la profundidad reflejada por Luque y un estilo mucho más definido, una aguda sensibilidad y un delicado uso de alegorías y símbolos que no están exentas en la primer parte.

Luque, a lo largo de la novela, hace un compendio de explicaciones y sentimientos sobre lo que es vivir de la mano de la tristeza, tener una existencia vacía que se resguarda en la de otros y que incluso lleva a la protagonista a la codependencia hacia pretendidas figuras de autoridad o idealizadas por la mente y el imaginario de la adolescente y sus reminiscencias, ya en la adultez.

Gabriela no sólo heredó ciertos rasgos bellos de su madre, también su tristeza y abatimiento por la vida, esa eterna melancolía que acompañan a quienes se saben fuera de lugar en esta existencia terrenal. Luque otorga a la depresión la condición de ser, una condición natural y humana de la que nadie está exento, pero que la mayoría decide encubrir con pretendida felicidad y fingidas sonrisas que permiten que el curso de la vida, así como la estirpe, continúen.

Uno de los misteriosos temas que activa el mecanismo de esta historia es el suicidio, la acción que anula la vida por decisión y mano propia, y que por más disparatado que pueda parecer, se hace o decide conscientemente, variando el tiempo de planeación, acción e intentos.

A continuación, trascribo mi pregunta y respuesta favorita en una entrevista a la autora que encontré en Internet:

¿Tuviste algunas relecturas o lectiras
nuevas para reforzar cosas a la hora de escribir?

Tuve relecturas importantes, por ejemplo,
La campana de cristal, de Sylvia Plath. Me parece
que la idea o el tono salía de eso, una vez que
uno desea morir de verdad va a terminar haciéndolo.
En el libro hago referencia a Platón, siempre releo ideas
sobre la muerte. Lo que significa no estar aquí
pensando que lo que tienes que hacer es estar aquí.

Pueden leer la entrevista completa desde la página original en este enlace.

Para leer un amplio fragmento de la novela, pueden visitar el siguiente enlace.

Mar de la memoria está a la venta en las librerías Gandhi, El sótano y El péndulo.

Cierro la reseña con una serie de frases que encierran todo el misterio del título y la novela en sí, todo el desasosiego que significa la existencia para estas dos mujeres.

“Lo que más recuerdo de mi madre son sus mentiras. Miente para casi todo, aún cuando no hay necesidad (...)” P. 17

“Las islas, como los bosques, son lugares para perderse.” Ibídem

“Una confesión jamás debería de tomarse a la ligera: decir hace que las cosas dejen de ser las mismas.”
P. 19

“Kati dice que la gente no cambia, se revela. Y ella se siente un monstruo.” P. 27

“(...) siempre me despido con una angustia que me sigue como perro, un perro que se aferra a que yo sea su dueña, un perro agresivo, lastimado.” P. 30

“¿Cómo diablos se las arregla para ser tan infeliz?” P. 33

“Yo tengo un señor perro llamado Angustia y vive en mi corazón decapitado.” P. 35

“Ya no se qué palabras usar con ella, qué palabras podrían causar su muerte.” P. 37

“Posiblemente quieras a alguien más que a ti, lo sé porque así somos: amar nos rebasa.” P. 55

“(...) me contó de un río que tiene las aguas del olvido, si tomas de ellas te quedas sin recuerdos: quiero varios frascos.” P. 57

“Soy una mujer que duda, que teme. No se cómo ni cuándo comencé a abrir las manos, el corazón, a dejar mi vida en un lugar seguro: Lejos de mí.” P. 82

“Los días no me traicionaron hasta que se cansaron de la mentira.” Ibídem

“Tenía miedo de salir y perderme, miedo de estar tan sola, de poder pensar y sentir, miedo de ese deseo que yo enterraba muy dentro de mí para que no fuera cierto: deseaba morir.” P. 91

“Yo era una asesina en potencia y estaba enamorada.” P. 108

“(...) todo era frío porque así es la muerte.” p. 110

“Es tan fácil olvidar lo importante, subestimarlo cuando algo bello es posible.” P. 112

“Mi memoria elige para recordar los momentos menos adecuados. Tal vez lo hace a propósito para que lo sucedido no sea tan real, no lo sea todo.” P. 116

“Tomé más vino para recordar u olvidar lo inexorable, lo inminente, para sentirme alegre aunque fuera una mentira o para llorar sin ninguna restricción y con el pretexto de no estar en mis cabales, aunque ese no fuera u pretexto, aunque fuera una verdad ignorada, y que nadie creería si yo la pronunciaba sólo porque sí.” P. 120

“Yo me recuerdo ilesa, a salvo de la vida, ausente, fuera.” P. 121

“Sentirse innecesario te borra.” P. 125

“Pero el pasado se repite sin cansancio aunque no volvamos a él. Tiene su propio espacio. El espacio del pasado es continuo.” P. 126

“Uno no elige los recuerdos, ellos nos inventan a nosotros.” Ibídem

“Yo quería besar a alguien indiferente a mí. ¿Y si esa era la única felicidad?” P. 127
“(...) siempre pasaba algo en la vida que nos volvía incapaces para estar vivos de verdad. Algo que nos debilita, sí, ya no podemos equivocarnos, caer. Tenemos un muerto.” P. 128

“Pensé: Toda mi desdicha ahora le pertenece.” P. 133

“Ella sólo lloraba por las noches, de 11 a 1. Por el día su tristeza era resignada.” P. 135

“Pensaba ilusamente que uno entristecía por algo y no como condición de ser.” P. 140

“Pensé que siempre terminábamos siendo la sombra de algún muerto.” P. 150

“Reclamarle por qué no me salvaba de mí.” P. 155

“El amor es un accidente que pocas veces les sucede a dos personas al mismo tiempo.” P. 165

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