martes, 29 de septiembre de 2015

La noche de los crueles – Mariana Rergis





La noche de los crueles (Tierra Adentro, 2014) es el primer libro de cuento de Mariana Rergis (escritora mexicana, 1978), quien ha sido becaria del Centro Mexicano de Escritores (2004-2005) y del FONCA (2010-2011).

Sus páginas reúnen 14 relatos donde Rergis discurre en torno al insomnio, esa afección que se sufre en silencio y que tiene una amistad cercana con la locura. Como una estoica insomne, la autora aprovechó cada minuto en el que permaneció despierta cuando nadie más lo hacía, en esos momentos donde el mínimo sonido es un estruendo desolador que recuerda que nada debe permanecer alerta y que sí, no poder descansar es una especie de maldición.

Rergis habló sobre lo anterior en su presentación en Tuxtla, en el VIII Encuentro Nacional de Poetas y Primero de Narradores Carruaje de Pájaros, lugar donde tuve el placer de conocerla y charlar con ella en varias ocasiones.

7 son los los cuentos que  se convirtieron en mis favoritos. En “Pies fríos”, la creación de pesadillas para evitar el sueño y tratar de convencer a los demás (sobre todo a uno mismo) de que la noche encierra monstruos que libera en nuestras mentes en reposo se convierte en una necesidad imperiosa para rehuir de la muerte que acecha en la oscuridad, en lo desconocido. Augurios funestos e historias de muerte para dormir aguardan cada noche por el nieto de una anciana que sólo quiere un compañero para mantenerse en vela.

“Funámbula” es, quizá, el cuento más triste del libro. El insomnio no sólo afecta al ser humano, y es peor el caso de un animal enfermo porque éste no puede expresarse con palabras, y no hay remedio para lo que se calla. Una bestia siempre será mucho más imponente, pero también mucho más frágil.

“Un rojo destello” demuestra lo atractivo que puede resultar un vicio, y más aún quien lo comparte. Expone los principales engaños, por mínimos que sean, entre una pareja que ha decidió vivir junta a pesar de lo poco que se conocen, a pesar de todo. Por supuesto, la tentación a lo prohibido se presenta, y de manera mucho más contundente.

“Ella yacía en su tumba” es el reflejo de lo que sucede cuando un anhelo, ya sea de amor o de venganza, se convierte en la única razón para vivir. Pero cuando lo lejano se vuelve una posibilidad, fractura todo pensamiento creado, toda opción planeada. Cuando lo inalcanzable finalmente cede, el deseo cesa junto con todo afán.

“Aída y las locas” es un destello fulminante de violencia, una bofetada de la realidad de un hospital psiquiátrico exclusivo para el género femenino. La narración de este relato es fascinante y está muy bien lograda, es una lectura que obliga a releer los párrafos por lo fuerte de las imágenes y que despierta cierta angustia que no permite interrumpir la lectura.

“La mano insomne” me recordó a las películas de terror The Beast with 5 Fingers (1946) y The hand (1981), y también a dos cuentos que he leído recientemente, “La mano”, de Ana Punset, y “La mano anárquica”, de Pablo Raphael (repito: mis lecturas se llaman entre sí). Es increíble como esas dos extremidades tan necesarias y útiles pueden tener fines contrarios a los de la creación, como pueden convertirse en armas mortales incluso para su propietario. Perder la sensibilidad y saber ajeno algún miembro del propio cuerpo ya es lo suficientemente aterrador, ¿pero qué hacer si se descubre que aquel conspira contra el resto del cuerpo, como una especie de cáncer fulminante?

“Insomnio” es la antropomorfización del padecimiento, es la representación de éste en una hermosa y posesiva mujer, en una dama agresiva pero de grácil movimiento, en una belleza que corrompe y destroza, que seduce y engaña.

“La mujer esqueleto (leyenda esquimal)” cierra el libro, y es una interpretación de la autora de la mitología inuit, muy parecida a la leyenda de Sedna, donde una mujer, la autoridad de una figura paterna y la inmensidad del océano convergen en un trágico y conmovedor suceso.

El libro está a la venta en El Sótano.

Para finalizar, transcribo algunas de las mejores frases del libro:

Papalotes

“La casa volvió a quedarse vacía, habitada por un silencio tan pesado que podía tocarse.” p. 30


Hay unos ojos

“…sólo los muertos miran como el abismo…” p. 47


Una familia de mal dormir

“Envidié a las familias que dormían; ellos al menos tenían un tercoi de su vida para descansar uno del otro.” p. 50

“…lo instruí, en fin, en el oficiio del insomne” p. 54


Un rojo destello

“…ella se encontraba casi feliz enroscándose como una serpiente mientras él dormía silencioso.” p. 67

“…la vida era algo muy preciado y no cualquiera la merece, hay que salir a pelearla, a esforzarse por ella.” p. 68

“…la decadencia también tiene un encanto: la de arrojarse detrás de la inalcanzable belleza.” p. 71


La noche de los crueles

“…en México todo el mundo cree en fantasmas y todo el mundo dice haber tenido encuentros con ellos en algún momento de su vida. Es un tema cotidiano de conversación, algo que nadie confesaría a menos que los otros quisieran confesarlo.” p. 76


Ella yacía en su tumba

“Ve a destruir lo que le resta de vida. Ve a calmar tu conciencia de alguna forma. Que te vea para que se sienta mierda. Que sepa que ni en la muerte que se inventó puede escapar de ti, que sepa que tú la encontrarás siempre, en cualquier vida que ella trate de reconstruir, aunque la que ahora tiene sea bastante más miserable que la que ya dejó.” p. 94


Aída y las locas

“Hay algunas que hacen las noches pasaderas, como ésa que se masturba.” p. 95


La mano insomne

“Nunca he podido dejar de escribir, no he podido dejar de agarrar botellas de vino, no he podido dejar de buscar rostros sobre los cuales impactarme, no he podido dejar de hacer daño… y ahora no puedo arrepentirme de todo lo que he hecho y, sobre todo, no puedo olvidar.” p. 107

“Usted sólo ha hecho una cosa buena en su vida,: escribir.” p. 109


“Sólo saqué de ti desastres.” Ibídem

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