sábado, 22 de febrero de 2014

Angelitos empantanados o historias para jovencitos – Andrés Caicedo



Lo único que quiero es dejar un testimonio,
escribir aunque sea mal, aunque lo que escriba no sirva de nada
que si sirve para salir de éste infierno por el que voy bajando,
que sea ésa la verdadera razón por la que he existido…”
Andrés Caicedo, Carta a Carlos Mayolo, 13 de enero de 1972

Angelitos empantanados o historias para jovencitos de Luis Andrés Caicedo Estela (escritor colombiano, 1951-1977) es una novela corta (poco más de 100 páginas) de publicación póstuma que realizó la Editorial Norma de Bogotá en 1995.

Antes de comenzar con la reseña de este libro, le dedicaré unas líneas al autor, pues escribir y leer a Caicedo me sumerge en un sentimiento de desasosiego, en una inquietud ya no por decir, sino por gritar que Andrés necesita ser leído, invocado a través de sus letras:



Con aquella mirada se inventó mi destino, que fue cruel.
Andrés Caicedo

Caicedo, me duele escribirte, pues lo hago pensándote como un amor pasado y quebradizo, con tu imagen en la mente como si te hubiera dejado así el día de ayer y hoy ya no estás. Me duele escribirte porque te se ahora parte de mí, porque me reconozco como tu semejante en el dolor y en esta maldita ansiedad que no nos deja, que nos conforma. Porque se que también lees estas letras, en tus perpetuos 25 años y hermosa imagen congelada, porque lograste lo que me pienso incapaz de hacer. Porque envidio tus letras y tu vida, porque te otorgo la razón. Y, finalmente, por esta incapacidad que me limita, por no poderte tocar, por saberte tan imposible e inexistente, al menos en mi realidad. Porque a través de tu mirada y letras veo mi propio abismo y sí, este me mira de vuelta. ¿Será que vienes a llevarme de la mano, para que no sienta miedo? Mi numen empantanado.

Caicedo afirma, en ¡Que viva la música!, su primer novela publicada, que vivir más de 25 años es una insensatez, y se suicida precisamente a esa edad, el 4 de marzo de 1977, mismo día que le entregan un ejemplar de la copia de su novela recién publicada. Existen diferentes testimonios sobre lo que ocurrió ese día después de recibir la copia de su libro y antes de ingerir 60 pastillas de secobarbital, pero lo cierto es que partió satisfecho de haber logrado difundir parte de su obra, pues del resto se encargaron amigos y familiares, y quizá eso ya lo tenía en mente.



Caicedo era una figura hermosa: alto, delgado, de cabello largo y mirada profunda, de sonrisa grande y mente atroz. Nació con un infierno propio al que reconoció, aceptó, y al que, tras algunos intentos fallidos, decidió huir. En su obra, Caicedo retrata a su país, a su sociedad, como una realidad atrayente e incluso encantadora, pero insufrible en un par de días. La reclusión es en cierto punto el plan ideal, después de algunas experiencias, pero incluso las necesidades básicas pueden arruinar tan simple felicidad.



Quizá conocer la muerte a temprana edad, con el deceso de su hermano menor, fue el inicio de un idilio que culminaría él mismo. Caicedo no culpó a nadie por su muerte, simplemente deseó poner fin a ese anacronismo y sinsentido en el que se había convertido su vida a los 24 años (como él mismo lo refiere a su madre en una carta escrita en 1975, dos años antes de suicidarse) y porque desde los 21 no lograba entender el mundo.

Caicedo fundó, en su natal Cali, el Cince-Club, la revista Ojo al cine y una vanguardia contestataria. Caicedo no sólo pensaba y escribía, también actuaba y más que un cambio radical, buscaba primero informar, difundir y expresar, entrar desde la mente y transformar consciencias. Dejó, a pesar de haber sido corto su tiempo de creación, una obra considerable integrada por ensayos, poesía, cuentos, tres novelas inconclusas y más de 20 cuentos. Han sido 9 sus publicaciones póstumas y en 2012, en su país natal, realizaron la exposición Andrés Caicedo: Morir y dejar obra con archivo donado por su familia a la Biblioteca Luis Ángel Araujo.



En Angelitos empantanados, Caicedo nos ofrece varios datos autobiográficos y nos presenta una ciudad que sucumbe ante los embates de la modernidad y el desarrollo; nos describe a la naturaleza presa del hombre y la execrable urbanización. A través de una mirada adolescente, nos hace partícipes y nos vuelve testigos de las problemáticas amorosas así como de la violencia de las que todos hemos sido víctimas, de alguna u otra forma, pues aunque la experiencia afectuosa se da entre dos personas, las agresiones surgen, comúnmente, de un grupo social, por todas las implicaciones colectivas que conlleva. Caicedo formó parte de estos angelitos empantanados, de estos adolescentes interesados únicamente en su propia persona y en el ahora, pero que también tenían curiosidad por el exterior.

Una característica de estos angelitos, es que pertenecen a una clase social alta y estudian en colegios con buena reputación, cuestiones que usualmente augurarían cierta estabilidad o felicidad, pero lo que rodea sus vidas e incluso se encuentra dentro de sí mismos es un sentimiento de no pertenencia, una soledad que busca compañía con sus semejantes y la siempre latente pulsión de muerte: varios de los personas secundarios e incluso primarios mueren accidentalmente, desaparecen o son víctimas de actos brutales. Existen adultos en la narración, sí, pero aparecen como una mancha gris, como restos decrépitos de lo que alguna vez fueron, personas en decadencia debido a enfermedades o adicciones, sombras desterradas de sus cuerpos que se han convertido en simples espectadores de la vida.

He leído en reiteradas ocasiones que estos adolescentes, al igual que Caicedo, rehuyen del mundo adulto y se niegan a formar parte de él, pero para mí esta afirmación no es tan terminante. No rehuyen, simplemente no es lo que les toca vivir. Narran sus vidas precisamente desde el punto en el que se encuentran en ese momento, no rechazando el mundo adulto o las responsabilidades, simplemente no tomándolo en cuenta, pues no es vital en su contexto. El detalle aquí está en que, tanto Caicedo como sus personajes, se han congelado en el tiempo y no llegarán nunca a la edad adulta. El mundo adulto está excluido, pero no a manera de rechazo, sino como un cosmos extemporáneo a sus edades.

Impresiona el cambio de la voz narrativa, pues en los primeros capítulos el narrador es el protagonista, un adolescente que relata cómo conoció a su primer amor, en el segundo capítulo los narradores son Angelita, la adolescente de la cual está enamorado el protagonista, Miguel Ángel, otro adolescente que es el novio de Angelita y, por último, Berenice (nombre proveniente de la misma Berenice de Poe), una mujer mayor que se dedica a la prostitución. En el tercer capítulo el narrador es Miguel Ángel, de nuevo. Otra peculiaridad de esta novela, es que según el personaje que esté narrando, la historia toma cierto enfoque e incluso puede cambiar radicalmente, algo semejante a lo que pasa en la realidad de todos, pues las perspectivas personales son por completo subjetivas. En el caso de estos angelitos empantanados, los finales de sus propias vidas pueden variar entre envejecer felizmente juntos, ser víctimas jóvenes de atroces asesinatos o morir por mano propia tras concebir un elaborado plan. El lector decidirá qué historia es la que más le agrada, como pasa con la historia de vida del autor.

La siguiente entrada estará dedicada al cuento del mes que será, por supuesto, de Caicedo. Pueden leer las primeras páginas de esta novela en el siguiente enlace del Punto de lectura. Para finalizar, transcribo las mejores líneas de este libro, que fueron varias y que realmente me fascinaron:

“... agitado con tantos recuerdos, tan desordenados como dolorosos, o más bien: dolorosos por lo desordenados.” P. 9

“... ella mantenía como una agresividad que se manifestaba, sobre todo, en lo desprevenida que paseaba su belleza, y un tímido hubiera prevenido allí una humillación, cierto gesto duro en la boca, suficiente, se lo advertía, cierto sentimiento de alerta en la mirada.” P. 10

“(...) terror (...) tal palabra significa para mí un lugar común.” P. 13

“Es una oscuridad que tritura” P. 18

“(...) le encontré en la mirada una desesperación extraña(...)” Ibídem

“Con aquella mirada se inventó mi destino, que fue cruel” P. 19

“La misma sequedad de boca se me ha debido pasar a la mirada, porque ella me miró de nuevo y le parecieron tan feos mis ojos que prefirió seguir mirando el suelo. (...) nunca más pudo dejar de mirarme como a un enfermo.” P. 22

“Yo sí le había advertido una gran capacidades de concentración en asuntos sin importancia.” P. 23

“Caminaba por el patio en la misma ausencia de dirección que puede tener un delirio, sin ver a dónde era que ponía el siguiente paso...” P. 25

“(...) el viento sonaba en las esquinas y en los árboles y retumbaba sin forma dentro de su cabeza.” P. 26

“(...) me los he imaginado abrazados, meciéndose uno en el otro, arrullados por la misma lloradera.” P. 28

“Para ella el Fin del Mundo siempre quiso decir un lugar concreto, a donde podían llegarse los hijos pródigos y los expatriados. Quién sabe qué pensará de todo esto ahora que está muerta.” P. 29

“(...) y en la mano una ramita o un terrón, sus modestos recuerdos de otras edades del mundo.” P. 30

“(...) sólo por un segundo, experimenté una incapacidad intelectual de ver con gozo a las personas.” P. 31

“-Te he estado buscando (y aproveché para sacar de una todo el aire que retenía) porque te quiero mucho. ¿Quieres ser mi novia?
Fue como si le hubieran dado de coces en la cara. Se echó para atrás bufando.
-¿He dicho algo malo? -dije, parándome de mi comodísima posición-. Perdóname, perdóname.
Angelita cogió un puñado de piedras y comenzó a arrojarlas al agua, con movimientos duros.
-Y yo que he gozado con tu presencia -fue lo que dijo.” P. 33

“¿Qué clase de ser especial se creía para demandar del amor algo más complicado?” P. 34

“Durante la cierta lucidez que da la caminata comprendí lo siguiente: que hiciera lo que hiciera en lo que yo decidiera fuese el resto de mis días, siempre estaría allí esa rabia para entorpecer cualquier acción, un examen final para el que no estudiaría jamás, una lección oral no dada. Entonces decidí convertir aquella rabia en pura tristeza, y la única manera era aceptar con despojamiento mi destino, uno que pocos hombres lo tienen ya: el de romántico desgraciado. Mi única acción de los días no sería otra que pensarla y lamentarme, y a todas esas iría convenciéndome de mi singularidad y mi grandeza.” P. 35

“-Olvídame: te desafío-. Pero yo ya me había decidido por los gajes de la cobardía.” P. 36

“Hombre de grandes derechos: ha tenido acceso a la fuente de la belleza y a cambio no tiene más deber que el sufrimiento.” P. 36

“Qué van a comprender el que un hombre lo deje todo por la que le paga mal.” P. 36

“(...) dicen que conoció a una mujer que, aunque correspondiéndole, lo volvió loco.” P. 36-37

“Yo caminaba era mirando a la altura de los postes (desde que la conocí perdí la costumbre de mirar al suelo).” P. 37

“-Aló, aló -me dijo, dándome pataditas-. Cómo vamos de abismo.
Me voltié y lo miré.
-Todavía no toco fondo -le dije. A su lado estaba una mujer de blanco.
-Puede que no haya fondo -dijo Danielito.” P. 38

“Esta exuberante vegetación, esta libertad (...) no hacen más que recordarme mi mortandad.” P. 39

“Me compliqué la vida con una nueva crisis: primero un pánico y una vergüenza que yo volví, con habilidad, una monotonía general, pues de otro modo me era imposible seguir viviendo.” P. 41

'“Que te vaya bien en tu primer día de muerte, amor mío.” Ahora siento que me vuelven las fuerzas.' P. 44

“(...) esas horas eran cuando más dizque sufría y tenía que hacer sonidos raros para ahuyentar las penas.” P. 46

“(...) me veía la cara y ahí mismo sabían que yo estaba pensando en mi amor muerto.” P. 50

“Levantarme todos los días, ¿quién va a poder vivir así?” P. 56

“(...) me aburrí del mundo, no salgo más aunque te pongas a chillar.” P. 59

“(...) me despertaba contándome una historia de una niña que cayó a un pozo tan profundo, tan profundo, que hasta tuvo tiempo de pensar encima de qué caería cuando tocara fondo. Y así yo iba abriendo los ojos, sin afán, con calma, y fijaba la imagen de mi madre sobre mí cuando después de caer y caer, la niña comprendía que había caído en un pozo sin fondo.” P. 60

“Pensé que me iba a dejar abandonada este domingo, abandonada no, algo peor, después le cuento.” P. 65

“¿Por qué está tan callado? Y se pegaba más el teléfono. Y yo tenía que apartarlo rápido de la oreja, no fuera que su voz se me metiera de pronto, ¿qué tal? Una palabra de ella metida para siempre aquí en el coco, mi nombre dicho por ella.” P. 66

“(...) ella olía a pesebre y a a tristeza de niñito viejo.” P. 69

“Poeta soy, así como loco. Lo único que me falta es tocar la guitarra eléctrica.” P. 70

“(...) dolores y males sin nombre, reliquia de un mundo olvidado, condición de melancolía, oscuro (...)” P. 70

“(...) el exceso de charla también produce angustia.” P. 71

“(...) tratando de pillar el primer recuerdo de mi vida, ahora que no recuerdo nada, ahora que no necesito de memoria, como no sea para terminar de contar este cuento.” P. 74

“Vengo de una raza notable por la fuerza de la imaginación y el ardor de las pasiones. Los hombres me han llamado loco. Lo cierto es que aquellos que sueñan de día conocen muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche. Diremos pues que estoy loco. Concedo por lo menos que hay dos estados distintos en mi existencia mental: el estado de razón lúcida que no puede discutirse y que pertenece a la memoria de los sucesos de la primera época de mi vida, y un estado de sombra y duda que pertenece al presente y a lso recuerdos que forman la segunda era de mi existencia. Lo que pasa es que soy muy feliz en la duda y en la sombra.” P. 75

“(...) leyeron y no supieron si el recuerdo que les producía, la sensación de nostalgia insoportable, venía era del pasado o del futuro.” P. 76

“Quise contarle algo, buscar, en mi soledad, ayuda.” P. 76

“Estaba loco de la dicha, no importaba que perdiera la memoria, que los ojos se me llenaran de muerte, que el pelo se me secara todo de tanto sufrir tanto.” P. 79

“Regresé a ella en ese domingo porque por ella había perdido la memoria. (...) Regresé para recordar que la quería. (...) el silencio y el perpetuo movimiento se me parecían a ella.” P. 80

“(...) lloraba mirando al suelo como si en el suelo estuviese la causa de su futuro, de su desgracia.” P. 83

“(...) porque la presencia de ella era pura condición de soledad y (...) porque me dejara de ser tan bobo si creía que ella iba a malgastar su amor en una sola persona (...)” Ibídem

“(...) mi amigo no era como yo, aunque también se trastornaba con los dientes de Berenice.” P. 84

“Y comenzamos a llenar los tableros de la clase con las 8 letras de su nombre a 2 colores, y los muchachos que me preguntaban qué quiere decir eso, ¿es el nombre de una hembra? Cuál hembra, les decía yo, es el nombre de un cuento.” P. 85

“Era como si nunca hubiera estado contigo, ésa era la verdad: te olvidaba. Ella no concedía el regalo del recuerdo, no se podía (...)” Ibídem

“A la mujer de ojos irritados de tanto hacerle compañía a su llanto (...)” P. 87

“Soy nave sin regreso, un amor en vano, un terco peliador de medianoche. Yo guardo los 7 trocitos blancos que arranqué de sus encías. Tuve que botar el resto porque estaban llenos de caries. Raíces del cielo. Yo poseo una caja negra, pulida, redonda, en donde guardo las puntas de sus senos y bien conservado ese par suyo de ojos, y un poco de su pelo. Y ahora voy a compra un equipo completísimo de aire acondicionado.
Ven a visitarme.” P. 89

“(...) tengo que acomodarme a la tristeza, o aceptar que la desesperación es la única vía de acceso a todo en este nuevo día, y decirme que son las 6 (...)” P. 91

“(...) tampoco puedo tratar de explicárselo porque hay cosas que dejan de significar apenas tratamos de encontrar un signo, un código que les dé expresión, así que ella tiene que soportar su ignorancia de mí si vamos por la calle y yo pego un grito en mitad de la calle o me jalo los pelos, y es porque tengo que estar en guardia desalojando pensamientos impensables, innominables, o si no me muero (...)” P. 96

“Miraba a Angelita como con una cara de sufrimiento, como si no comprendiera el mundo (...)” P. 102

“¿A qué olerá el beso de un hombre que tiene el infierno adentro?” P. 103


miércoles, 12 de febrero de 2014

Mi perfil desde "La imaginación en México"

Feliz de anunciarles que hace unos días subieron mi perfil a La imaginación en México, sitio creado por los escritores mexicanos Alberto Chimal y Raquel Castro: "Literatura de imaginación. Narrativa de lo fantástico. Un censo de autores y obras de imaginación fantástica en México.

Los autores vivos presentados aportan cada uno su propia semblanza, muestra de obra y recomendaciones.

Adicionalmente, enlaces, semblanzas e información adicionales son responsabilidad de los editores, que invitan a toda persona interesada a hacer sugerencias, comentarios y preguntas.

Contacto: laimaginacionmx@gmail.com"

Además de mi perfil de autor, podrán leer otro de los cuentos que integran mi libro, La mujer volátil. Transcribo a continuación la información del sitio y el cuento, y pueden ver mi perfil directamente en La imaginación en México aquí

Lola Ancira

(Querétaro, 1987)

Se ha dedicado a las letras y el modelaje. Estudió la Licenciatura en Letras Modernas en Español en la Universidad Autónoma de Querétaro. Ha escrito artículos para Panóptico y Voz Editorial. Algunos de sus cuentos se han publicado en las revistas Proyecto Neurosis, Onomatopeya y La testadura literaria. Actualmente es editora en el newsroom de la revista digital ZRZMR (Zarzamora) y escribe para Yaconic. Publicó el libro de cuentos fantásticos, Tusitala de óbitos (Pictographia Editorial, 2013).

Enlaces

Presentación de L. A. en Zacatecas.
Entrevista con el escritor Joel Flores.

Recomendación

Joel Flores




LA MUJER VOLÁTIL

Lola Ancira

“Y cada noche te encuentro

en mis paseos por el cielo”

Violeta

            Violeta nació sin rasgo distintivo alguno. Lo que todos notaron, al pasar el tiempo, fue esa inmensa luz que no dejaba de irradiar de su cabeza, esa armonía constante emanando de su ser: una indescifrable aura azulada. Ella formaba parte de esos entes privilegiados que inusualmente visitan nuestro planeta y que generalmente fracasan en su intento por encajar en esta intrascendente existencia, pues su alma tiende a ser mucho más impetuosa e insondable.

            Por su puesto que este era un mundo corrupto ya, donde espíritus como el suyo sufren la malicia y falsedad en los que otros se recrean. Aquejada de malestares físicos, su existencia terrestre fue siempre un triste padecimiento.

            Tiempo después y siendo ya una joven mujer,  fastidiada de la vida mundana en la tierra, donde todo a su parecer era extraño y excesivo o minúsculo e insignificante, tomó la determinación de irse al lugar que siempre miraba: el lugar donde todo se iluminaba con un azul celeste que inundaba todo y la futura gigante roja indagaba hasta donde llegaban sus extensos rayos, donde las formas tenían sentido y vivían; pero también el lugar donde, posteriormente, todo desaparece al ser devorado por las tinieblas, cuando el mundo se vestía de difusas siluetas y los demonios, aprovechando tal confusión, subían del infierno.

            Encontraba la sucesión de días y noches tan insuficiente y tan errados a aquellos que le daban un significado a su existencia por completo inadecuado, que el comportamiento díscolo de los demás la fue orillando a un fastidio total, a una determinación que se volvía cada vez más innegable en su mente.

            Por las noches, frecuentemente observaba la bóveda celeste y se pensaba en el universo, en esa negra inmensidad del cosmos en el que crecían impresionantes paraísos formados por  galaxias, donde el número de astros era irracional y donde la adversidad no tenía lugar. Así fue surgiendo su idilio por los cuerpos celestes y su violento misterio.

            Sin encontrar forma de interpretar las acciones incoherentes que devenían en sucesos absurdos y que acontecían sin parar y sin transmutar un solo día - tales como la infidelidad, el engaño y autoengaño, la mentira, la hipocresía, el abandono y todo ese hórrido acervo de acciones que los seres humanos cultivan afanosamente-, eligió buscar justificación (que nunca encontró) para existir entre sus coetáneos, quienes se interesaban más en sí mismos y su egoísta fruición. Por ende, jamás la escucharon.

            Su voz dejó entonces de escucharse y su presencia perdió fuerza y buscó fáciles y rápidos caminos para volver al universo, pero resultaron en complicaciones físicas impensadas.

            El último día en que se le vio fue cuando logró marcharse. Su cuerpo se elevó porque era necesario, pues le resultaba imposible continuar por cualquier trayecto terrestre. Aquellos aprehensivos que necesitan saberlo todo dicen que de su cabeza empezó a crecer algo, como una idea que iba creciendo conforme pasaban los minutos.

            Cuentan que se fue a lo alto de una montaña y que estando allí, de pie, comenzó a desarrollarse aquél globo que tenía sobre la cabeza y que tenía un aspecto muy peculiar, pues su cubierta era casi transparente y en ella viajaban palabras y frases, ideas que no podían ser leídas, pues se entrecruzaban y cambiaban constantemente; dicen otros que aunque hubieran podido ser leídas, resultarían imposibles de comprender, pues todo aquello era resultado de su ansia de irse, de su anhelo por evadirlos.

            También refieren que de su cabeza salieron llamas que alimentaban ese globo, y que se fue elevando hasta ser un punto diminuto que en algún momento desapareció de todas las miradas.

            Lo cierto de los hechos es que Violeta tenía una cabeza flamante que alimentaba a un globo aerostático. Y conforme se alejaba, se fue convirtiendo en un astro más en el cielo que expiraría alguna vez, pero mucho después que todos nosotros y nuestra estirpe.

            Se fue a existir allá donde todo tiene un sentido y una finalidad,  y ahora es ese astro gigantesco y poderoso que quería ser, formando ya parte de la eternidad.

            Y a pesar de ver el cielo y no saber exactamente que gran astro es, ella se manifiesta a quienes la conocieron e intentaron comprender (muy tarde, quizá), a través de sus sueños, en esos viajes astrales a través de los cuales la encuentran en su forma (re)conocida, en su forma terrenal.

            Resultaría imposible suponer que se ha olvidado de nosotros, pues nos visita a menudo a través de la memoria, el inconsciente y los falsos recuerdos, dando por resultado acontecimientos que no ocurrieron, eventos ilógicos o imposibles que embrollan el pasado con una realidad diferente, creando sucesos distorsionados que impregnan de felicidad nuestras vidas y le dan un nuevo significado (aunque falso) al recuerdo… pero, finalmente, qué importa lo falso o lo real, si el interés es el de una emotiva permanencia en los vivos. Vuelve ahora de la única manera en que puede y sabe: por medio de imágenes desdibujadas que ostentan ese sentimentalismo del pasado y que se extraen a la realidad cuando logramos retornar.

            He contado tu historia, mujer volátil, para que otros la sepan, para que no quedes en el olvido jamás, para que vivas por siempre en el recuerdo de algunos. He contado tu historia porque no me canso de buscarte allá arriba y de preguntarte siempre, aunque no me contestes, por lo menos no con palabras. He contado tu historia porque ahora vives en mí. He contado tu historia porque se que a través de las palabras se recibe la inmortalidad.

            Ahora sólo vivo con el miedo de olvidar el único recuerdo seguro que tengo en mi mente de tu forma terrestre: el de tu voz.

—-

Este cuento pertenece al libro Tusitala de óbitos (Pictographia, 2013), cuya producción editorial se realiza con apoyo del beneficio derivado del Artículo transitorio cuadragésimo segundo del Presupuesto de Egresos de la Federación 2012 (México).

viernes, 31 de enero de 2014

Rocanrol suicida – Rogelio Flores



Rocanrol suicida (Verso destierro,2011) de Rogelio Flores (escritor mexicano, 1974) es una compilación de 13 relatos y es su segundo libro publicado de cuentos.

Hace pocos días me informaron que me entregarían un libro enviado por otro escritor, y yo le respondí con el mismo gesto: le mandé mi libro. No tenía idea de quien sería y al tenerlo en mis manos y leer el título, no sabía que imaginar. La primer sorpresa que me llevé fue al leer algo que podría ser el epílogo de la obra, escrito por Eusebio Ruvalcaba (autor de Un hilito de sangre, libro que reseñé hace tiempo ya): 

Las historias de Rogelio Flores nos envuelven, nos arropan desde las primeras líneas. No porque ex profeso sean narraciones para los oídos de un niño, nada que ver, sino porque poseen esa suerte de encantamiento del que hablaba Stevenson. Que de no haberlo el cuento se cae en mil pedazos. Sin anunciarse en canal cultural alguno, sin decir quítense que ahí les voy en twitter o facebook, Rogelio Flores escribe puntual y metódica, rigurosa y porfiadamente. En este caso impelido por la música. Sabe que la literatura está anclada en la tenacidad y el azar. Que ninguna palabra que se escriba está a salvo de la maquinaria implacable de la autocrítica. Quizás por eso resulte tan placentera su lectura. Porque la musculatura del buen narrador se advierte, aun antes de que el escritor levante las pesas. Leámoslo si no.

Leer que fueran cuentos y esa alusión a Stevenson, mas la pequeña biografía ( foto incluida con el logo fluorescente del club Dada X de fondo) y una genial cita de Chandler incluida en ella: “...si no fuese duro, no podría estar vivo, si no fuera tierno, no merecería estarlo.” fueron suficientes alicientes para empezar a leerlo en ese momento. Y terminé sus letras en pocos días.

Este libro está escrito con canciones y vivencias, con el soundtrack de una generación cada vez más desencantada de la mano de una búsqueda eterna, como todo lo humano. La mayoría de los cuentos están escritos en primera persona (lo que da un toque biográfico a la narrativa) y podrían clasificarse dentro del realismo sucio, movimiento literario que llegó al blog con el pie derecho en la entrada anterior, gracias a Bukowski.

El autor describe episodios y acontecimientos comunes, usuales, siempre conectados con ese caos interno que se externa en los momentos precisos pero muchas veces en los lugares incorrectos, o viceversa. Sucesos que son mejor mantener bajo el anonimato, de los que nace una necesidad más grande por escucharlos o leerlos que por contarlos, donde convertiste en espectador y por consiguiente voyeur es la apremiante finalidad pues siempre será mucho mejor escuchar desgracias ajenas que propias, donde se crea cierta complicidad y de donde nace una identificación tal que es imposible reprimir una sonrisa honesta, un sentimiento de camaradería por haber sobrevivido a lo mismo y estar a la distancia temporal necesaria para leerlo y asociarlo con un buen recuerdo, por horrenda que haya sido la situación.

Rocanrol suicida es un álbum de recortes, fotografías y símbolos musicales retratados en palabras para la posteridad, para que los cómplices no olviden y para que los novatos conozcan, aprendan. Es sentarte en un bar frente a dos cervezas y un sobreviviente, una persona que rememora en su -ya no tan joven- vida a las personas, lugares, texturas y sabores que han formado su vida a partir de sus mejores recuerdos.

Existe cierta continuidad temática en dos de los relatos, La última risotada de Javier Solís y Nada, querida, no pasa nada: el abandono, específicamente el de la mujer amada, que desaparece sin aviso o amenaza previa, en una especie de huida del ser que la mantiene emocionalmente cautiva. O quizá esta continuidad temática es la misma continuidad de la vida, como la consecuente resaca a una borrachera monumental o la depresión post-fiesta, ese momento en el que finalmente estás solo y vuelves a tu vida ordinaria y afligida, donde ya no hay canciones a todo volumen que bloqueen tus pensamientos ni personas nuevas en las que intentes olvidar a las pasadas, cuando el vaso contiene un líquido que ahora te da asco pero que hace unas horas bebías con singular alegría.

Este libro es también un boleto para un viaje al espacio urbano de la mano de David Bowie, Robert Smith, Caifanes, Los amantes de Lola y su mítica música, vistiendo de negro y con maquillaje recargado en una danza con travestis, prostitutas y amigos en bares; con borrachos genéricos que dejan paso (de mala gana) a las nuevas generaciones, sedientas y ávidas de estupefacientes y melodías que los aleje de una realidad poco agraciada o comprendida.

Estas páginas son recuerdos transformados en letras, historias de amor recientes y pasadas carentes de la ilusión y la felicidad que alguna vez tuvieron, pues eso quedó atrás, junto con la juventud.

Este Rocanrol suicida nos muestra que la única manera (o al menos la más eficaz) de enfrentar la realidad es con golpes, sangre y sexo, actos que encubren la soledad y el desencanto de los que todos somos presa en algún momento de la vida y por tanto surgen esas ganas de desaparecer o poder vivir en marte.



El ya mencionado Nada, querida, no pasa nada es mi cuento favorito, pues el misticismo de la narración gira en torno a una mujer-fantasma, un espíritu que ha embrujado al hombre que aún la ama y al que no dejará libre.

Pueden leer y conocer más del autor en su blog de wordpress,  de donde leí Con la boca deshecha, texto que simplemente me encantó:

"Soy hombre. Amo a una mujer, ella y todo el mundo lo sabe. Amo a una mujer y no sé si ella me ama a mí. No me atormento por ello… no espero nada, aunque quiero todo. El amor no es un negocio, o una transacción. Existe y está ahí. Amo a una mujer que sabe danzar con tacones altos, aun estando borracha. Me gustan sus ojos oscuros y el color de su piel. Yo no le gusto. Lo sé. Esas cosas se saben, se perciben. Ella me quiere, pero yo no lo gusto. O por lo menos, no lo suficiente como para correr el menor de los riesgos, el más chiquito. Aún así, yo me batiría en duelo por ella.”

Por último, las frases memorables:

No con una sonrisa de modelo, sino una de borracha. Espontánea, imperfecta, errática.” Caperucita feroz, P. 21

La alegría de los chicos no parece real, de hecho creo que los hombres siempre estamos tristes. Con la llegada de los treinta años se experimenta una aversión hacia los más jóvenes; un tipo de envidia que aparece en tu estómago...” Las Ratas de Coyoacán, P. 43

Supe también que en cuestión de minutos terminaríamos cogiendo, y que yo no podría evitar cerrar los ojos y pensar en la mirada de Cecilia cuando Ignacio la desnudaba y ella me seguía coqueteando. Tampoco me importó. No me importaba nada, y en honor a la verdad, a ella tampoco.” Ibídem, P. 53

Todos somos hijos de una timidez criminal y vulgar, herederos de nada.” Ibídem, P. 57

... a veces tengo la impresión de ya no tener nada interesante que decirle a nadie, menos a una mujer bonita y joven.“ Pasolini soy yo, P. 59

Me gustan las personas que visten de negro, como ellos (refiriéndose a Roy Orbison, Johnny Cash, Nick Cave y Morrisey). Yo solía hacerlo hasta que noté que toda mi ropa se había desteñido con el tiempo y se había convertido en algo entre gris y verdoso.” Ibídem, P. 60

Pensé en Oscar Wilde y una de sus frases que más me gustan: la decadencia es un privilegio de la aristocracia. Al reflexionarlo, se me ocurrió que sólo los edificios hermosos se convierten en ruinas, mientras los feos son demolidos y desaparecen sin dejar más rastro que el cascajo. (...) Quiero pensar que soy un edificio viejo, como los que abundan en La Habana, habitado por fantasmas femeninos o por gatos. (...) You have killed me, y pienso en ella, mi fantasma mayor.” Ibídem

Sólo evadía los problemas y se encerraba a escribir en su diario, para luego llorar durante horas. Solía hacerlo antes de irse y yo solía preguntarle si pasaba algo. Invariablemente respondía “nada” y sonreía, haciendo un esfuerzo sobre humano. Y si sus labios mentían callando, sus ojos -como rehenes de ella misma- me gritaban que sí pasaba algo y yo les creía; y con los míos les decía que tuvieran paciencia, que ya arreglaríamos todo. Pero sus ojos nunca comprendieron el idioma de los míos. (...) Y yo sabía que ese aroma se iría en poco tiempo, quizá para siempre y que en adelante mi casa olería a vacío.” La última risotada de Javier Solís, P. 65-66

... todo el que sonríe en el mundo, es un idiota, un retrasado mental; que todo el que no ha sido engañado, vive en el engaño.” Ibídem, P. 71

Ha cesado la lluvia. Tiro el cigarro con sangre a un charco indefenso. La brasa se consume y un hilo de humo se eleva al cielo como el alma de un niño muerto.” Ibídem, P. 72

Ella. La mujer que amaste como un imbécil y se fue, dejándote a merced de la pero de las compañías; tú. Y es que sin Ella, tú eres la peor versión de ti mismo, un ente autodestructivo y oscuro, un ser amargado, un fanático del rencor, un morboso con ansias de ver cómo la ciudad se entrega -como una puta vieja y desesperada- a los brazos del fin del mundo. (...) Tomas el abrigo y las llaves, y escapas a lugares concurridos, que son los que la ahuyentan. De preferencia, aquellos donde no te acompañó, donde hay otras mujeres, mujeres con ojos humanos, que no asesinan ni cantan con ellos, que no te vuelven loco, que no te ponen de rodillas con un parpadeo.” Nada, querida, no pasa nada, P. 74

Por momentos la olvidas, sintiéndote feliz y borracho (y libre), y experimentas una sensación de bienestar que no existe, que es un amera ilusión. (...) Juan José Arreola: “La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones.” Pero tu vida no es un cuento de Arreola: tu vida se ha transformado en un interminable juego con los dados cargados en el que es imposible ganar o dejar de hacer apuestas suicidas; tu vida se parece más a un bolero de Julio Jaramillo, a una película de terror muy mala, exhibida de manera interrumpida en un cine donde no hay nadie sentado en las butacas, más que tú.” Ibídem


Ella -tu propia Lady Ligeia, tu relato de Poe-, nunca habrá de dejarte; te acompañará siempre... e invadirá los rostros de todas esas mujeres que quisieras amar y no puedes, porque ya se te olvido cómo. No puedes hacer nada, Ella es un fantasma. Tú, un alma en pena.” Ibídem, P. 76.

domingo, 26 de enero de 2014

Hijo de Satanás – Charles Bukowski



“El camino del infierno estaría lleno de compañía, pero aún era tremendamente solitario.”
Charles Bukowski

Hijo de Satanás de Charles (Heinrich Karl) Bukowski (escritor estadounidense nacido en Alemania, 1920 - 1994) reúne 21 cuentos y fue publicado por Anagrama en 1993; es la traducción de Septuagenarian Stew: Stories & Poems, publicado en 1990 por Black Sparrow. El autor cuenta con más de cuarenta publicaciones y escribió cuento, novela, poema y ensayo.

A Bukowski lo leí por primera vez con este libro, hace dos años, gracias a un préstamo y recomendación de un amigo. Había leído algunas citas pero tenía un sentimiento ambivalente respecto a su obra, pues aunque en general escuchaba muy buenas críticas, el realismo sucio no era algo que me fascinara leer o me llamara (al igual que el realismo, en general), además de que no sabía exactamente con qué empezar y las acusaciones de misoginia no me agradaban en absoluto. Esta recomendación fue de lo más acertada y aunque el realismo sucio no se volvió mi favorito (ya había leído El rey de la Habana, de Pedro Juan Gutierrez) aprendí a valorar su mérito literario. Tiempo después leí una de sus novelas, La senda del perdedor, que me agradó bastante y estará reseñada pronto por acá.

Volví a leer el libro hace unos días porque sentía cierta urgencia de tener a Bukowski en el blog, y también porque las notas que hice en ese entonces desaparecieron, al igual que las citas que había seleccionado, y en esta segunda lectura fijé mi atención en cuestiones que en la primera vez no lo había hecho, o quizá si pero lo olvidé (me suele pasar). La cuestión es la de siempre: el libro no cambia con el paso de los años, somos nosotros los que volvemos a él siendo ya diferentes y este es, sin duda, un libro que entra en mi lista de favoritos.

El genio de Bukowski radica en que enuncia verdades universales con las palabras precisas y justas, en las que el lector puede identificarse por completo y con una crudeza que al enfrentarnos con la realidad, sin señalamientos de advertencia, crea un dejo de desconsuelo y cierta tristeza de saberlo todo perdido.

Con los personajes subversivos y trágicos que Bukowski puebla estas 199 páginas, recorremos momentos significativos o de revelación en la vida de un boxeador, un jockey, algunos vagabundos, jugadores de béisbol, un actor, trabajadores de fábrica comunes e incluso de un escritor, del que varias pistas y detalles en Los escritores y Bloqueado dejan ver que se trata de él mismo:

          - ... es un tipo condenadamente barriobajero. ¿Cómo logra vender?
          - Tiene lectores barriobajeros. (P. 122)

          - No sabe escribir, Nelson.
          - Y no tiene educación literaria, Harold.
          - Es un maleducado y un mal leído, Nelson.
          - Un pichaboba. Un completo pichaboba, Le odio.
          - ¿Por qué lo leen? ¿Por qué compran sus libros.
          - Es por el estilo simple que tiene. Esa falta de profundidad les da confianza. (P. 124)

Y son precisamente las mismas cuestiones por las que algunos escritores y/o lectores consideran que su literatura no es importante o “buena”, porque no encaja con el modelo del escritor intelectual al que acostumbran leer. A mí, en lo particular, es esto lo que me fascina de él. 

En una especie de justificación para su escritura, Bukowski escribe en las lineas finales de Los escritores:

¿Qué mierda es esto? -dirían.
Chicas, contestaría el si pudiese, esto es la frase simple, sin confusiones, el diálogo realista.   Ésta es la forma en que debe hacerse. Y sólo podreís besar mi fea cara con los dientes amarillos en vuestros sueños. Yo ya estoy comprometido. (P. 126)

La crítica social hacia el país donde vivía y su cultura está presente en varias de las páginas, siendo esta frase una de mis favoritas para representarlo: “Los pobres venían a ver jugar a los millonarios.” (en referencia a los miles de aficionados a cualquier deporte que atiborran los estadios).

Varios son los cuentos memorables de este libro, entre los que destacan Hacia arriba sin alas, mi cuento favorito quizá porque mezcla el realismo con lo fantástico de una manera muy natural, en el que dos hombres que se conocen en un bar establecen una extraña conversación, donde uno de ellos confiesa tener la palabra mágica para poder volar. En Fama, el final abrupto y fatal le da un toque de misticismo a la historia sobre un actor que comienza a consolidar su exitosa carrera. La venganza de los malditos es una suerte de narración utópica en la que decenas de vagabundos logran poner de acuerdo a sus etílicas mentes para saquear una tienda departamental y la odisea en la que deviene dicho acto, y Tráeme tu amor, donde una mujer con ciertos dotes de vidente sabe exactamente lo que está haciendo su marido en un hotel, mientras ella está internada en una clínica de salud mental por dichas “alucinaciones”.

No podía dejar pasar el momento para mostrarles mi poema favorito de Bukowski y el que debería ser el himno de los escritores:

¿Así que quieres ser escritor?

Si no te sale ardiendo de dentro,
a pesar de todo,
no lo hagas.
A no ser que salga espontáneamente de tu corazón
y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte durante horas
con la mirada fija en la pantalla del ordenador
ó clavado en tu máquina de escribir
buscando las palabras,
no lo hagas.
Si lo haces por dinero o fama,
no lo hagas.
Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte
y reescribirlo una y otra vez,
no lo hagas.
Si te cansa sólo pensar en hacerlo,
no lo hagas.
Si estás intentando escribir
como cualquier otro, olvídalo.

Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti,
espera pacientemente.
Si nunca sale rugiendo de ti, haz otra cosa.

Si primero tienes que leerlo a tu esposa
o a tu novia o a tu novio
o a tus padres o a cualquiera,
no estás preparado.

No seas como tantos escritores,
no seas como tantos miles de
personas que se llaman a sí mismos escritores,
no seas soso y aburrido y pretencioso,
no te consumas en tu amor propio.
Las bibliotecas del mundo
bostezan hasta dormirse
con esa gente.
No seas uno de ellos.
No lo hagas.
A no ser que salga de tu alma
como un cohete,
a no ser que quedarte quieto
pudiera llevarte a la locura,
al suicidio o al asesinato,
no lo hagas.
A no ser que el sol dentro de ti
esté quemando tus tripas, no lo hagas.
Cuando sea verdaderamente el momento,
y si has sido elegido,
sucederá por sí solo y
seguirá sucediendo hasta que mueras
ó hasta que muera en ti.
No hay otro camino.
Y nunca lo hubo.

En inglés me gusta mucho más, por lo que les dejo la lectura del poema por Tom O'Bedlam:


Pueden encontrar muchos videos en youtube de entrevistas y lecturas de Bukowski, les dejo estos dos que son de los más cortos e interesantes:




En este enlace pueden leer el poema La historia de un sufrido hijo de puta, que a pesar de su altisonante título, narra la vida del querido gato del autor.

Este ensayo demuestra mejor su descontento con la realidad social que le tocó vivir, y se relaciona en cierto sentido con Las puertas de la percepción, de Huxley, reseñado con anterioridad aquí.

Existe una película, Barfly (1987) basada en al vida del autor, y aunque pasa lo mismo que con su obra en cuanto a críticas (algunos la aman, otros la odian) mi único comentario es que el actor que lo representa debió ser feo, ja. Fuera de eso, es una película interesante y que trata de dar una representación fiel del escritor.


Quizá sea más acertado ver este documental sobre 'Un viejo verde, bebedor y gran escritor'.



Para finalizar, estas son algunas transcripciones de las mejores frases y reflexiones en los cuentos:

- Era despreciable sin siquiera proponérselo. (P. 15)

- ¡Más vale que me mates -le dije- porque si no, cuando yo sea suficientemente mayor te mataré! (P. 16)

- ¿De qué mierda te ríes? -gritó mi padre- ¡Tú debes de ser Hijo de Satanás, tú no eres hijo mío! (P. 17)

“... uno tiene que encontrar primero a Dios para encontrar al diablo. Van en ese orden.” (P. 20)

“No le gustaban los pensamientos profundos. Los pensamientos profundos profundos podían conducir a errores profundos. Después pensó un poco en el suicidio. Tranquilamente. Como la mayoría de los hombres piensa en comprarse un par de zapatos nuevos. El problema principal del suicidio es la idea de que podría ser el comienzo de algo peor.” P. 20

“Pocos tenían la suficiente imaginación como para emborracharse simplemente como una cuba.” P. 24

“Tenía que tener paciencia y esperanza. Como buen gorrón profesional de copas, Harry conocía la primera regla: nunca pidas que te inviten.” P. 25

“Todos estamos jodidos sólo que de diferentes maneras.” P. 31

“La gente estaba desesperada y a la defensiva. Se sentían como si estuvieran malgastando sus vidas. Y tenían razón.”P. 35

- ¿Cuánta mierda tiene que aguantar un hombre sólo para sobrevivir?
- Mucha -se oyó la respuesta- y más... (P. 38)

“Vaya un puñado de tipos horribles inútiles y jodidos (...) Ni siquiera valía la pena tirarles una bomba encima.” P. 48

- ... Intenta parecer un corredor de Bolsa o un médico...
- ¿Qué aspecto tienen?
- Satisfecho y estúpido. (P. 56)

“... fue hacia las colinas donde estaban todos: los solitarios y los dementes, las feas sin remedio con sus tacones gastados y aquellos rostros a los que todo les había sido robado hacía ya mucho tiempo, todo menos la determinación de continuar sin esperanza, sin melodía o sin una máxima expectativa de victoria siquiera.” P. 62

“Para odiarte, primero tienen que leerte.” P. 65

“La esclavitud no ha sido abolida, solamente se ha expandido para incluir a nueve décimas partes de la población. En todas partes. Santa Mierda.” P. 67

- ¿Cuándo sale su próximo libro?
- En cualquier momento. (P. 68)

“Esperaban lo imposible y lo imposible rara vez llega.” P. 70

“El camino del infierno estaría lleno de compañía, pero aún era tremendamente solitario.” P. 74

“No había nada que decir. Las palabras sólo habrían hecho que las cosas se pusieran más feas.” P. 80

“Quizá si me entraran ganas de volver al Este debería pegarme un tiro yo mismo; pero no quiero pegarme un tiro. Han muerto demasiados hombres de un disparo, yo deseo algo más personal. ¿Pastillas, por ejemplo? No, las pastillas son demasiado aburridas, incluso aunque provoquen la muerte.” P. 82

“... Había decidido de juzgarlos era sólo un escudo protector para esconder sus propios defectos.” P. 84

- El poder destruye (...) y la ausencia de él crea un mundo de inadaptados. (P. 85)

-... lo más raro de ser famoso es que no te sientes famoso. Te sientes igual que siempre. Es solamente el público el que cree que eres famoso. (P. 89)

“... ella era un alma más o menos buena, pero el mundo está lleno de almas más o menos buenas y mira dónde estamos: siempre sentados en el último segundo de cada minuto.” P. 96

“Yo quería matarla porque sentía que, en esencia, ella quería matarme a mí.” P. 98

“Yo sentía que había pasado realmente, pero después de un rato empecé a pensar que quizá lo había imaginado, que quizá había enloquecido durante unos momentos.” P. 99

“Bueno, pensé ahora pasaremos de odiar las moscas a odiar a los seres humanos. Ambos son difíciles de soportar.” P. 100

“... tengo que decirte que hacía muchísimo tiempo que no oía una mentira tan bien contada.” P. 102

“En seguida esos dos matrimonios se habían vuelto un concurso, un concurso de quién podía agotar al otro. Se habían vuelto un juego de odio.” P. 104

“Se puso a hojear la revista de chicas que había comprado en la tienda de la esquina, es un momento de antojo. Las fotos de coños le aburrían. ¿Era eso lo que querían los hombres? Que farsa maldita, era como meter el mango de una fregona en un hoyo succionador. Siempre la misma cosa, siglos de la misma cosa, un aburrimiento.” P. 105

- ¿Qué tipo de chica quiere?
- ¿A qué se refiere?
- Me refiero a que las tenemos gordas, flacas, maduritas, jóvenes, cuerdas, locas, orientales, negras, blancas, rojas, amarillas, pida usted. Tenemos una chica con una sola pierna, si lo desea. ¿Qué quiere?
- Simplemente , mándeme a la más guapa.
- ¿Ah, sí? Bueno, eso es fácil. Es Carmen.- Muy bien. Mande a Carmen.
El tipo anotó la dirección del apartamento de Monty.
- Muy bien -dijo-, Carmen va de camino... (P. 109)

¿Estás bien, Carmen? -Era una voz masculina.
- Posible psicópata -dijo-, pero está bajo control. Manténte en contacto. Fuera.
Bajó la antena y volvió a colocar el aparato en el bolso. (P. 110)

“...yo lo conocí justo cuando acababa de dejar la fábrica y había decidido intentar convertirse en escritor. Ni siquiera tenía papel higiénico para limpiarse el culo. Usaba papel de periódico arrugado.” P. 121

- ¡Esta tratando de encontrarme un TRABAJO! ¡ESO ES LA MUERTE!
- ¡Santo cielo! Pero ¿es que no comprende?
- Me temo que no... (P. 125)


“Hacía sólo 13 años que se había librado del trabajo de 8 horas. Ahora todo el TIEMPO era suyo. Cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día. Cada noche. Era escritor. Escritor. Escritor. Escritor profesional. Había 12 millones de personas en los Estados Unidos y que querían ser escritores. Él era escritor.” P. 128

“El límite entre escribir y defecar es una línea muy fina.” Ibídem

“Escribir te empuja a espacios aéreos, te convierte en un extraño, en un inadaptado. No es raro que Hemingway se volara los sesos por encima del zumo de naranja. No es raro que Hart Crane se tirase a la hélice, no es raro que Chatterton se tomara un matarratas. Los únicos que continuaban era los que escribían best-sellers, y ésos no estaban escribiendo, ésos ya estaban muertos.” Ibídem

“Tal vez no tuviese un bloqueo de escritor. Tal vez sólo creía que tenía un bloqueo de escritor. Pero el resultado final era el mismo.” P. 129

“Lo que odiaba era estar en las largas colas y mirar las nucas. Las nucas no eran tan horribles como las caras, pero de todos modos era horroroso.” P. 136

“Parece como si tuvieras que estar muerto pero te hubieras olvidado de hacerlo.” P. 137

A veces me siento como si estuviera completamente solo en el mundo. Otras veces sé que es así. (P. 160)

“La boca de una persona es mucho más fea que su agujero del culo.” P. 174

“Un escritor es como una puta. Utilizas a una puta y luego has terminado con ella. Creen que si los escritores sufren serán mucho mejores. Eso es pura mierda. El sufrimiento es exactamente igual que cualquier otra cosa: si te dan demasiado, al cabo de un tiempo puedes hundirte. Es el intento de escapar del sufrimiento lo que crea grandes escritores: te sientes tan bien que haces que los lectores se sientan bien.” P. 191

- Di algo –ordenó
- Muy bien –dije-, ¿quién va a pagar todo esto?
- Blackman
- Bien, a ver que te parece esto: estamos todos atrapados por las circunstancias y al intentar escapar sólo conseguimos mutilarnos.
- ¿Ah, sí?
- Sí. Todo es una conspiración e importa muy poco. Y las cosas importantes no suele importar...
- ¿Ah, sí? ¿Y qué es lo que importa?
- Lo que importa son las pequeñas cosas como asegurarte de que tienes suficiente agua en el radiador del coche, o cortarte las uñas de los pies, o tener suficiente papel higiénico, o una bombilla extra, cosas como ésas.
- Eso no parece gran cosa.
- Pues es mucho. Maneja bien tus asuntos triviales y las cosas importantes encajarán solas
- ¿Incluso la muerte?
- Incluso la muerte adoptará una lógica perfecta.
- Eso me gusta –dijo Benji.
- A mí también –dije-, incluso aunque no sea cierto. (P. 193)