jueves, 27 de junio de 2013

La invención de Morel - Adolfo Bioy Casares




Creo que perdemos la inmortalidad porque la resistencia a la muerte no ha evolucionado; sus perfeccionamientos insisten en la primera idea, rudimentaria; retener vivo todo el cuerpo. Solo habría que buscar la conservación de lo que interesa a la conciencia.”
Adolfo Bioy Casares


Reseña personal: La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares (escritor argentino, 1914-1999), es una novela escrita en 1940 y es una de sus más famosas obras, perteneciente a la literatura fantástica. Bioy formaba parte de una familia acaudalada, lo que le permitió dedicarse a la literatura sin mayores conflictos. Realizó algunos estudios universitarios pero no los concluyó. A los 18 años es presentado con Jorge Luis Borges, con quien surge una fuerte amistad y gracias a eso escribirían ambos, bajo diferentes seudónimos, relatos policiales. Se casó con Silvina Ocampo, quien también era escritora, y los tres publicaron el libro Antología de la literatura fantástica, una compilación de cuentos fantásticos, que también se publicó en 1940 (libro que no he leído pero que por supuesto está en mi lista de espera). Bioy recibió el Premio Cervantes y el Premio Internacional Alfonso Reyes en 1990 y fue considerado por Borges como uno de los escritores argentinos más distinguidos.

La novela fue prologada por Borges, por supuesto, y termina con famosa frase 'He discutido con su autor los pormenores de su trama, la he releído; no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta.' Aquí está el enlace del prólogo completo de la novela. 

Hace ya algunos años que leí esta novela y es una de mis predilectas. Después de leerla quedé enganchada a Bioy y el hecho de que fue un amigo tan cercano de Borges, a quien ya admiraba, sólo confirmó su genialidad.

La novela está narrada en primera persona a través del diario de su protagonista, un prófugo que en su frenética huida llega a una isla misteriosa de la que le habían hablado antes de fugarse. Descubre que en la isla hay algunas edificaciones abandonadas y dentro de ellas diversos artefactos e incluso una biblioteca. Él mismo justifica la escritura de su diario en la siguiente frase: Considero que este pensamiento es un vicio: lo escribo para fijarle límites, para ver que no tiene encanto, para dejarlo.”

Una noche, el sonido de música y las voces de una reunión de varias personas atraen su atención hacia una de las construcciones, que en un principio creyó abandonadas, al igual que la isla. ¿Quiénes serían esas personas y que estarían haciendo ahí? y ¿cómo poder saberlo? Estas personas eran tan misteriosas como todo lo que le había ocurrido desde su fuga: “No fue como si no me hubiera oído, como si no me hubiera visto; fue como si los oídos que tenia no sirvieran para oír, como si los ojos no sirvieran para ver.”

Sucesos aún más insólitos ocurren después de este evento a un grado tal que él mismo escribe: “Me conmovía el pavor de estar en un sitio encantado y la revelación confusa de que lo mágico aparecía a los incrédulos como yo, intransmisible y mortal, para vengarse.”

La invención de Morel es un mundo de imágenes creado por la reproducción de las almas grabadas mediante un complejo mecanismo que se activa con la fuerza de las mareas, reproduciendo un segmento de la vida de las personas que participaron en la filmación. Es un mecanismo idéntico al que activamos al recordar acontecimientos del pasado o al divagar en nuestra imaginación sobre lo que podría suceder en el futuro. En el subconsciente este mecanismo también está en uso y es en los sueños cuando más vivas nos parecen todas las imágenes recreadas por la mente. Inclusive algunas personas podríamos afirmar haber tenido sueños reales porque involucraban otros sentidos, como el tacto o el olfato, al igual que pasa en La invención de Morel, donde no solamente está en juego el sentido de la vista.

A menudo he pensado ¿qué pasaría si las almas de los seres humanos que residían en la tierra fueran visibles? Lo principal, claro está, seria un desajuste emocional para las personas, y probablemente no habría espacio suficiente para todos, a pesar de sus cuerpos inmateriales. Quizá, para un buen funcionamiento de la sociedad (a pesar de todas las otra fuentes de desajustes anímicos ya existentes e incluso creados por nosotros mismos) estas visiones están vetadas.

Las personas que hacemos caso a nuestra invención, construimos (o perseguimos) nuestro futuro a partir de primicias nacidas de las imágenes mentales que nos otorga. Al igual que el fugitivo, hacemos todo lo posible por alcanzar lo anhelado para nosotros mismos. A pesar de que no todas las invenciones se expresan de la misma forma, y de crear unos mundos más fantásticos unas que otras, cada quien tiene un mecanismo interno que proyecta el pasado y el futuro, dependiendo del estado anímico y los pensamientos repentinos.

La invención es precisamente lo que hace al escritor crear mundos alternos, poner en marcha mediante diferentes artificios o sustancias (naturales o sintéticas) a su genio creador, alimentando el combustible mediante otras invenciones, otros mundos alternos creados mediante palabras amalgamadas que ha leído previamente, dejando funcionar a la máquina y creando una nueva y propia obra al fluir los términos a través de las manos, la máquina de escribir, el teclado de una computadora o la tinta de una pluma. El escritor crea mundos inexistentes basados en el ya conocido, que podrían ser por completo imaginarios e incluso ficticios, pero siempre con bases y/o fundamentos verídicos, por más mínimos que sean, y por las cuales tenemos la capacidad de pensar y construir, interpretando mediante imágenes, un plano diferente al de la existencia terrenal. La imaginación, emergiendo y siendo incitada de esta manera, crea una trascendencia metafísica personal, que claramente va más allá de la existencia física y perecedera.

Bioy creó una isla donde lo fantástico no es algo sobrenatural, sino que es la realidad per se. La fantasía como realidad le da un giro a la perspectiva de la vida misma, tal como lo vivió el fugitivo.

La ciencia ficción, tan aclamada por Bioy y muchos otros escritores de éste género literario, es lo que estamos viviendo actualmente. Todos los avances científicos, dispositivos electrónicos y aparatos que sólo era posible imaginar (dado el grado de extrañeza que generaban en la sociedad) son los aparatos en los que basamos nuestras vida diaria. Las cámaras digitales, los dispositivos de grabación (voz, imagen, video), los proyectores y televisores, las salas de cine e incluso las proyecciones en tercera dimensión, los juegos en línea que conectan a millones de seres humanos mediante un aparato que cuente con Internet y el Internet mismo, que facilita el intercambio y el acercamiento a todo tipo de información y personas de la manera más rápida y eficaz, están modificando tanto la mentalidad como la forma de vida de las personas desde hace ya varios años.

El posible alcance de la tecnología, a partir de lo que puede inducirse por la imaginación, ha dado paso a que el ingenio y la fantasía conciban aparatos y artefactos que son creados posteriormente por científicos e investigadores de todo el mundo. La invención de Morel incluso podría ser algo existente, o emerger al mundo real en unos años. Todo queda reservado a la imaginación del hombre, y nada más.

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