“Hay que salvarse para la muerte. Para que la muerte no llegue sin sentido, sino justa, exacta, limpiamente.”
José
Revueltas
Reseña
personal: Mario
Bellatin (escritor peruano-mexicano, 1960), en su novela corta Salón
de belleza (1994),
habla sobre la
comunidad homosexualidad y los inicios de una enfermedad mortal (no
denominada pero que por sus características, podría ser el SIDA)
entre sus miembros, en
los tiempos en que
la medicina no tenía avances significativos en el tratamiento para
los pacientes infectados por este nuevo virus, que atacaba y
fulminaba a los infortunados.
El
protagonista
(sin nombre) es propietario de
un salón de belleza que para el momento en que empieza a relatar la
historia, ya está convertido en un “moridero”,
donde sólo admite personas del sexo masculino, infectados y en etapa
terminal. Tanto el lugar como el dueño ahora tienen un
papel opuesto al que tenían hace tiempo y ahora ya no cuidan de la
belleza física, sino de la espiritual: «No
me conmovía la muerte en cuanto tal. Buscaba evitar que esas
personas perecieran como perros en medio de la calle… En el
Moridero contaban con una cama, un plato de sopa y la compañía».
Esperan la muerte con decoro y como una bendición, como un visitante
que ha de poner fin a un conteo de días incalculable.
Esta
enfermedad es una sentencia que acorta la vida, una muerte que va
avanzado hasta obtener el dominio completo de la persona, del lugar,
del objeto. En realidad, la enfermedad incurable es la muerte, de la
que todos estamos infectados desde el momento de nacer y a la que
sólo podemos postergar mediante diversos métodos espirituales o
religiosos, naturistas, físicos, psicológicos o lógicos e incluso
artificiales, científicos y metafísicos. Una persona podría luchar
de varias formas contra la muerte, pero nunca la vencerá. Lo que se
puede modificar es la actitud hacia ella, práctica que el
protagonista pone en marcha a partir de cierto momento específico
que ya había planificado.
En Salón
de belleza se aprecia una analogía de la condición humana y el
lugar donde se desarrolla la novela: ese lugar cerrado, que tuvo su
momento de esplendor y belleza, terminó convertido en algo
completamente diferente y en decadencia, distante a la sociedad pero
manteniendo ese halo de misticismo en torno a la enfermedad, entre
vestigios de belleza y memorias que sostienen aún a los espíritus.
Pareciera que los cuerpos enfermos infectaron al salón y el declive
se volvió armonía, contrastando con los vívidos recuerdos de
esplendor y divinidad que narra el protagonista, adornados de
lentejuelas, tacones altos, maquillaje, pelucas y vestuarios
maravillosos.
En lo
referente a la homosexualidad, a pesar de estar presente desde la
antigüedad, ha sido algo condenado por diversas culturas.
Actulamente los homosexuales son satanizados por la sociedad purista.
En la novela de Bellatin, se les otorga una enfermedad fatal, una
especie de epidemia que ataca en su mayoría a “especímenes”
de este grupo, estigmatizándolos
de esta forma por sus gustos distintos.
Así, se le está dando a la enfermedad un papel mucho más
deplorable y fatídico de lo que ya representa en sí, algo más
aterrador, agobiante, que se relaciona directamente con el alma y la
médula de la humanidad, algo que toca las fibras invisibles del
espíritu más allá de sólo afectar al cuerpo físico. Un
posible motivo es que la sociedad pretende encontrar un método
infalible para acabar con algo que altera su visión y anhelo de un
mundo perfecto: los otros. Parece ficticio pensar que el origen de
una enfermedad mortal haya sido creado para exterminar a un sector
repudiado por la sociedad, pero no está más lejos de la realidad de
los campos de concentración alemanes o la bomba nuclear que devastó
a Hiroshima y Nagasaki, todos ellos inventos de la gran 'genialidad'
humana.
Respecto
a la diversidad, esto no es el problema, el verdadero problema es la
ceguera mental que ataca a cientos de miles de personas, entre ellos
los dueños del poder, y que los hacen querer desaparecer a toda
costa a las personas que son diferentes a ellos en cualquier ámbito,
dejándoles cabida sólo en la condena, el aislamiento y el
sufrimiento hasta su extinción, al igual que en el moridero.
En
pleno siglo XXI seguimos luchando por la supervivencia: el espacio es
cada vez más reducido, los recursos naturales se extinguen
rápidamente y los artefactos de destrucción individual o masiva son
más prolíferos, abundantes y asequibles (si es que no son ya
gratuitos). La posmodernidad, que apareció en la segunda mitad del
siglo XX, se deja ver claramente en la obra de Bellatin. Él
forma parte de la generación de la década de los 60’s, de
personas que crecieron sin utopías, sumergidos en problemáticas
sociales y económicas en constante transformación a través de los
medios y la tecnología. La fría lógica racionalista del
capitalismo ha diluido conceptos tales como fraternidad,
solidaridad, compañerismo y colaboración entre seres humanos,
transgrediendo los principios de la naturaleza y al ser humano en sí
mismo. Bellatín crea una oposición a esto con su salón y
posteriormente con su moridero.
Salón
de belleza propone aceptar a la muerte como algo digno de cada
persona, sin retrasarla ni adelantarla, simplemente esperando el
momento exacto. La idea de Bellatin es la más lógica de todas:
embellecer el cuerpo, durante nuestra existencia terrenal, es
embellecer al mundo tanto para nosotros como para los demás. La
felicidad es algo que cualquiera quiere en su vida, y en occidente
belleza es sinónimo de felicidad. La felicidad,
independientemente de su duración, es considerada la principal razón
de nuestra existencia.
El salón
de belleza es como el mundo, la muerte no es un misterio, es un hecho
real y contundente al que todos llegaremos, Bellatin nos muestra
entonces un fragmento del mundo que se ha curado de la ridícula idea
de la vida eterna y que afronta la muerte como un paso más en el
ciclo, como la consumación del sufrimiento que en veces puede
representar la vida.
Para
comprender mejor a Bellatin, es necesario buscar entre sus letras
desde una perspectiva propia y siempre receptiva, pues podríamos
encontrar interpretaciones incluso dentro de una pecera del Salón
de belleza o en alguna frase
críptica que a través de palabras específicas nos revelará una
verdad oculta.
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