sábado, 28 de septiembre de 2013

Generación quemada (una antología de autores norteamericanos) - Epílogo de Zadie Smith




 Reseña personal: Generación quemada (una antología de autores norteamericanos), publicado en 2005 por la editorial Siruela, es un libro que reúne, en casi 300 páginas y gracias a los editores italianos Marco Cassini y Matina Testa, diecinueve cuentos de diferentes autores norteamericanos, como bien lo sugiere el título, pero son específicamente estadounidenses y relativamente contemporáneos. Cronológicamente, van desde Ken Klaus (1954) hasta Jonathan Safran Foer (1977), pasando por George Saunders (1858), Judy Budnitz (1973), Myla Golberg (1971) y David Foster Wallace (1962), entre otros, que Zadie Smith (escritora británica, 1975) definiría como Esos escritores, con frecuencia muy diferentes en estilo entre sí, pero que tienen en común cierta tristeza que emana de todos ellos.



La edición no cuenta con prólogo, pero sí con un epílogo que dejaron en manos de Zadie Smith, quien en algunas páginas explica el título de la compilación (que originariamente fue Los niños quemados de América), la razón de su creación y su relación personal con los editores, creando así una clase de relato esclarecedor del nacimiento del libro, del que puede dar una mejor crítica a través de una mirada externa del contexto social de los escritores. Transcribo una buena parte porque así lo creo necesario:



'Las voces de esta antología forman un coro melancólico. (...) ¿por qué tanta tristeza si la comunidad descrita en estas historias (y las personas que las han escrito) está integrada sobre todo por norteamericanos privilegiados, bien educados, con suerte, ricos, en la mayoría de los casos blancos, anglosajones y protestantes? ¿Por qué están “quemados” estos escritores? ¿Cuál es el trauma que los ha llevado a esa situación? Dos cuestiones parecen fundamentales: el miedo a la muerte y la publicidad. Las dos, por supuesto, están íntimamente unidas. No existe la muerte en la publicidad, ya que es un tema tabú, y esta generación ha visto crecer la publicidad hasta convertirse en la estructura misma de la vida. Por otra parte, la muerte se revela como el siniestro aguijón que nunca imaginaron al final de la historia.'



Me encuentro muy alejada de estos autores y en general, de la literatura norteamericana actual, y llegué a este libro gracias a un joven escritor mexicano, que es un muy buen amigo mío. Así que, gracias a sus recomendaciones, aquí estoy, entre autores quemados, ese natural miedo a la muerte y la modernización, entre máscaras electrónicas adaptables que modifican la voz en ¡Se hablar! de George Saunders; un cáncer que se desearía fuera comunitario y no individual en Cisternas de Judy Budnitz; un infante que guarda el peligro y la fatalidad en su pañal en Encarnación de una generación quemada de David Foster Wallace; dientes que crecen sobre la piel y se multiplican sin razón aparente en Odontofilia de Julia Slavin; muñecas Barbies perfectas y con vida en un mundo paralelo en Una verdadera muñeca de A. M. Homes; polvos que crean dobles aún más insensibles que los seres humanos en Sueño de Shelley Jackson; una vida de inmundicia para la mayoría gracias a la explosión demográfica en Videoapartamento de Jonathan Lethem y un doloroso lenguaje simbólico que ha sustituido a la palabra, cuando por alguna extraña y sentimental circunstancia, se niega a ser dicha en Manual para puntuar las enfermedades del corazón de Jonathan Safran Foer. Pero también existen centros comerciales que no pueden ser vistos, gusanos radioactivos, un perro que escribe y personas que han expuesto su vida o han sido expuestas por distintas razones en estas letras, que han sido escritas sobre cenizas.



Generación quemada debe su nombre al cuento breve de David Foster Wallace, Encarnación de una generación quemada, un relato inmerso en la desesperación del protagonista y sus progenitores, donde no se sabe qué es más doloroso, si vivir la tragedia en carne propia y perder la consciencia siendo aún consciente, o ser un observador incapaz de ayudar, tan prescindible como todo lo externo pero tan sensible que sufre lo mismo por el dolor ajeno que por el propio, por saberse en parte responsable y negligente, al igual que la generación que precede a la generación quemada.

La última y tercer parte del libro son las Notas bibliográficas, donde cada autor cuenta con un párrafo en el que se describe brevemente su obra y la fuente de su cuento seleccionado para esta antología. Entre otros datos interesantes, es en esta sección donde encontré que Jeffrey Euginides es el autor de The Virgin Suicides, novela de culto publicada en 1993 y llevada al cine en el 2000, por Sofía Coppola. La película es increíble y el soundtrack igual, me encantaría poder leer la novela pronto: 







Para finalizar, cito de nuevo a Smith, que cita a Saunders y este a su vez a Chejóv, como una especie de cita in cita, inevitable y fenomenal:



'... (la buena escritura requiere, “exige”, buen ser...) El “y si...” es el motor de la ficción, está ahí para producir placer y, cada vez más en los días que corren, iluminar el dolor. Nos despediremos ahora con George Saunders en una entrevista en la que citaba a Antón Chejóv, un escritor que hizo de los “y si...” el lema de su vida.'



'La gente no se cansa de decirme: “Pero pareces muy feliz”. Y es verdad que lo soy. Pero me encanta esta cita de Chejóv: “Debería haber un hombre con un martillo detrás de la puerta de cada hombre feliz, para recordarle con sus martillazos constantes que hay personas desgraciadas y que, por feliz que pueda ser, antes o después la vida le enseñará los dientes”. Ésa me parece a mí que es una función muy legítima de la literatura: precisamente la de golpearle a uno la puerta. A mí me parece del todo natural decir: “Sí, la vida está muy bien, pero no para todo el mundo. Y cuando no es buena, son éstos los sentimientos que se tienen”.'



Algunas de las frases memorables las transcribo a continuación, núcleos dispersos en estas historias en las que abunda la inquietud:



Entraba, le ofrecía las galletitas, me sentaba y miraba a aquella chica a cuyo lado había dormido meses y meses – cinco para entonces-, y la detestaba.” P. 33



Digamos, por ejemplo, que no la he querido nunca, que lo que hay entre nosotros no es más que un apaño doméstico, que nos desnudamos y nos tocamos, que estamos juntos por comodidad, que nos faltan algunos elementos de lo que normalmente llamamos amor.” P. 39



Te hacen sentir que puedes ver tus pensamientos flotando, oscuros, justo debajo de la piel, como moratones.” P. 50



¿Por qué recurrir al teléfono para hablar con alguien que parece vivir dentro de tu piel?” P. 59



Pese a todos, no hay nada en el mundo que desee tanto como creer a esta criatura estúpida, tan llena de optimismo.” P. 102



-Sabes que me gustas mucho -le dije a Barbie.

-A mí me pasa lo mismo -respondió, y por un momento no estuve seguro de si le gustaba yo o se gustaba ella.” P. 140



Me froté contra la rayita, contra la parte posterior de sus piernas y contra el espacio intermedio. La volví de espaldas, para poder hacerlo sin tener que mirarle la cara.

Me corrí muy deprisa. Me corrí por toda la Barbie y fue la experiencia más horrible que he tenido nunca. El semen no se le quedaba encima. No se adhería al plástico. Cuando terminé tenía en la mano una Barbie cubierta de semen y era como si no supiera de qué manera habíamos llegado a aquella situación." P. 145



... si la realidad surge de las entrañas del artificio, entonces todo el mundo cae de rodillas ante semejante prodigio. Será un dios vivo.” P.163



Un día son niños y niñas y el siguiente delincuentes y toxicómanos.” P. 167



...libros que, por lo inconexo de su relato y la vaguedad de sus metáforas, están escritos para facilitar la transición al sueño desde el estado de vigilia.” P. 193



... básculas para pesar pesadillas y calibradores para medir su anchura.” P. 193



... en algún universo paralelo sólo visible por el rabillo del ojo...” P. 193

No hay comentarios:

Publicar un comentario