sábado, 21 de septiembre de 2013

Parménides – César Aira





Reseña personal: Parménides (Mondadori, 2006) de César Aira (escritor y traductor argentino, 1949) es una de las múltiples novelas del autor, que cuenta con más de 60 libros publicados. Aira es un escritor considerado 'excéntrico' o fuera de lo normal por otros escritores y críticos, pues su literatura está fuera de lo convencional.

Yo lo conocí a través de su obra Congreso de literatura y quedé fascinada precisamente por eso, por ser un escritor fuera de las normas o el canon literario establecido, y claro que ahora es más usual encontrar este tipo de autores que hace unas décadas, pero lo diferente siempre creará controversia. Tiempo después leí El carrito, un cuento muy cómico (y que por cierto, subiré en la siguiente entrada del blog); después otra de sus novelas, titulada Cómo me hice monja, una historia encantadora sobre problemas de identidad debido al género; y finalmente Parménides, que curiosamente fue el libro por el que comencé el blog, pues buscando citas sobre Aira, di con un blog que tenía una pequeña reseña y citas sobre esta obra. La idea me pareció genial, y ya que desde hace años transcribo las citas de los libros que leo, decidí seguir el ejemplo y comenzar a escribir mis propias reseñas, y aquí estoy, así que gracias a Aira por esto, también.

Parménides es la historia, narrada en tercera persona y en 125 páginas, de un filósofo presocrático de familia rica del siglo V a.C. que realmente existió: Parménides de Elea y es una especia de biografía apócrifa. Se le atribuye una sola obra, un poema épico del que solamente se han encontrado fragmentos. En el caso del Parménides de nuestra novela, es precisamente una obra en verso la que hace escribir a un poeta desconocido de la colonia griega Elea, llamado Perinola, para adjudicarse la autoría a cambio de riqueza.

Hasta ahí, personalmente, el libro no me llamaba mucho la atención, pero es la intención intrínseca del autor lo que vuelve esencial a esta obra: Aira navega en la vastedad del significado de ser escritor, las razones, motivos, resultados, ironías, dificultades y frustraciones inherentes a este viaje incomprensible para muchos, inclusive para los propios escritores. Y esto fue por lo que decidí leerlo y ahora se encuentra en mi lista de libros predilectos.

Lo único que nos separa del tiempo histórico de la obra son los siglos, pues la labor del escritor sigue siendo tan enigmática y complicada como siempre, e incluso existen varios guiños que nos acercan aún más a la obra, como el siguiente fragmento, donde Aira se refiere a los ghostwriters, autores que escriben textos que van desde libros hasta ensayos o artículos en nombre de algún otro autor ya reconocido o famoso, a cambio, generalmente, de dinero:

'... y los que en el porvenir recurrieran a esta clase de servicios también preferirían mantenerlos en las sombras, como un “fantasma”. De modo que el precedente que él estaba sentando con sus decisiones se transmitirían en voz baja, como una tradición esotérica.'

Una de las premisas de Aira en esta obra es la de la muerte o desaparición del autor, muy en boga en la teoría literaria contemporánea. Al convertirse en ghostwriter, Perinola desaparece como autor y otorga su obra a aquel que tiene el poder adquisitivo para obtenerla. Parménides, por su parte, también desaparece como autor, pues en realidad la obra sólo le pertenece como una especie de copyright. La muerte del autor intercede en referencia a que la obra no es propiedad de quien la creó, sino de la cultura y el lector. No me meteré en más detalles, pero pienso que la teoría tiene sentido en algunos aspectos, ya que el ser humano escribe siempre sobre tópicos de importancia metafísica y vital, pero desde diferentes aspectos o vivencias, como lo explica la frase del escritor Ambrose Bierce que dice “No hay nada nuevo bajo el sol, pero cuántas cosas viejas hay que no conocemos”. No estoy de acuerdo en que el autor se vuelva anónimo, quizá porque soy partidaria de dar honor a quien honor merece, pero esto es un tema que da para mucho más y por ahora lo dejaré aquí.

Siguiendo esta línea, otra de las premisas de Aira se encuentra en la banalidad de la que pueden ser víctimas algunas personas dentro del mundo literario, al dejarse llevar sólo por el reconocimiento, la fama y la opulencia (como podrían ser la mayoría de los escritores de bestsellers): “Un libro podía viajar y llevar lejos su fama.”

No hay que ignorar ni pasar por alto ese ambiguo trato entre editores y escritores, pues finalmente, de alguna u otra forma, es un negocio que paga, generalmente mucho más a las editoriales que a los escritores, pero negocio, al fin y al cabo.

Con problemáticas actuales llevadas a los presocráticos, Aira resuelve de la mejor manera hablar de lo que pocos harían en un texto literario, y de la mejor manera. La historia, por supuesto, tiene su encanto propio, y las últimas líneas confirman las primeras, el texto se reafirma a sí mismo y los eventos desafortunados concluyen varios años de amistad y un trabajo que desde el principio de su existencia ha dado mucho en qué pensar... y hablar.

Este libro queda, por mi parte, más que recomendado para escritores de cualquier gremio y en el estado en el que se encuentren: vendidos, comprados, rendidos o ejerciendo.

En la selección de frases seguramente hay una que en caja perfecto en cualquier momento de la vida de un escritor, así que, sin más, aquí están:

... no aspiraba siquiera a lo genuino que, debía saberlo bien, no le aportaría ni fama ni dinero. Y explotando la ignorancia general, había logrado cierta fama...” P.12

Los cargos, las responsabilidades, la carrera de los hombres emprendida en la primera juventud y desarrollada sin pausas, le habían restado tiempo para la tarea reflexiva y solitaria de escribir, por la que siempre se había sentido atraído.” P.13

Era de esa clase de hombres, frecuente entre los escritores. La vida se le iba en pensarla.” P.19

... ese escrúpulo de escritor de variar las formas, inútilmente.” P. 27

Parménides le había dicho muchas cosas: superficiales, inconexas, vacuas, pero evidentemente así era él, y sus proyectos no podían ser distintos.” P. 35

La escritura imponía una determinación, y la vaga promesa de 'cualquier cosa' se deshacía entre las manos, su libertad se revelaba ilusoria.” P. 37

Debía escribir tonterías y lugares comunes a la medida de su empleador, pero a la vez debía hacerlo lo bastante bien como para retener el empleo. Le daba la impresión de que siempre que uno escribía estaba entre dos opciones equivalentes.” P. 45

La vida de escritor era una vida de sueños.” P. 45

... la insólita sospecha de que hubiera escrito algo bueno sin querer. La mera idea era desestabilizadora. Porque no lo había escrito 'en serio'. Había sido algo así como la redacción de una trampa, a más bien un señuelo. Las intenciones no habían sido poéticas ni por un segundo. Pero quizá le faltaba aprender eso: que las intenciones no contaban, Quizá escribir era siempre escribir, y la calidad se decidía en otra órbita.” P. 46

... el 'libro' siguió en marcha, en un plano cada vez más ilusorio, aunque sin perder nunca su carácter de inminente.” P. 47

... para él escribir siempre había sido una actividad privada. Casi secreta, de la que jamás se le habría ocurrido hablar en familia.” P. 50

... una personalidad de escritor no tenía nada de atractivo en sí.” P. 53

Los artistas o sabios sedentarios, que los había también, eran hombres de invención, no de memoria, obligados por la falta de recuerdos a crear y volver a crear siempre los mundos en su mente.” P. 65

La felicidad siempre tiene algo de anticipación; nunca está exactamente en su lugar.” P. 67

... la gente segura de sí misma y satisfecha con su vida y su pensamiento era inmune a la realidad.” P. 67

le pasó con casi todo lo que había escrito aquella vez. Era como si, dado el tiempo suficiente, los hechos de la vida pudieran crear el sentido de cualquier combinación de palabras.” P. 69

La lógica indicaba que podían (y debían) complementarse. Pero la vida no siempre obedecía a la lógica, y el resultado de la complementación fue una obra infinitamente postergada y un hechizo general de espera.” P. 71

Volaba directamente, con alas de libélula, a las realidades del sueño, pero llegaba a ellas gracias a la laboriosa travesía de caracol que cubría las distancias palabra por palabra.” P. 79

... la obra... su poesía, la justificación de su existencia.” P. 93

... del más pequeño agujero de la imaginación podían salir figuras y palabras sin fin, una riqueza innumerable por la que no había más que dejarse llevar.” P. 97

Escribir para otro implicaba borrarse a uno mismo como autor: malo para la vanidad, pero al menos rápido, como toda desaparición.” P. 102

Existían los olvidos defensivos, de 'resistencia pasiva'...” P. 105

Toda la caminata había estado sobrevolada por la sensación placentera de haber escrito...” P. 111

Haber escrito contenía la promesa de escribir más.” P. 111

Quizá el problema de los escritores era que siempre querían hacerlo bien, siempre querían escribir 'en serio', y podían pasarse la vida sin empezar, tan abrumadora se presentaba la exigencia de expresar su verdad.” P. 112

La reconstrucción de los pensamientos pertenece al orden de la ficción.” P. 114

... el presente podía llegar a resistir demasiado, a hacerse intratable.” P. 124

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