domingo, 29 de junio de 2014

El psicoanalista – John Katzenbach




El psicoanalista (The analyst, 2002 – Ediciones B, 2011) de John Katzenbach (escritor estadounidense, 1950) es una novela de suspenso -thriller psicológico- publicado en varios países latinoamericanos un año después de su salida en Estados Unidos y se convirtió rápidamente en un Best seller.

Había escuchado sobre este libro en reiteradas ocasiones y por cuestiones de tiempo no había tenido oportunidad de leerlo, pero gracias a que fue un regalo de cumpleaños hace unos meses, no postergué más la lectura... aunque también la había pospuesto por el hecho de ser un best seller, que crea cierta incertidumbre sobre su valor literario. Un pequeño inconveniente es que, en su versión “de bolsillo”, el libro pasa de las quinientas páginas, por lo que su traslado (en caso de que lleven sus lecturas a todos lados, como yo) es un poco incómodo.

En esta obra, Katzenbach da muestra de su vasta formación judicial, amplio bagaje cultural y su desarrollo como escritor desde la aparición de su primera obra (1982) y sus ocho libros publicados posteriormente. En El psicoanalista abundan las referencias artísticas y culturales (literarias, musicales y demás, incluso bíblicas) insertadas como pequeños guiños del autor para la perspicacia de cualquier lector perceptivo.

La novela consta de tres partes y treinta y seis capítulos: Una carta amenazadora, El hombre que nunca existió y Hasta los malos poetas aman la muerte. Está narrada en tercera persona y el protagonista es precisamente un psicoanalista estadounidense, Frederick Starks (imposible no pensar en la Casa Stark de Juego de tronos), que se enfrenta a una situación por completo inusual en su cumpleaños número cincuenta y tres: recibe una carta donde le informan que cuenta con quince días para resolver un enigma del cual dependen su vida o la de alguno de sus familiares lejanos. Esta carta-amenaza está firmada sólo con un nombre: RUMPLESTILTSKIN (sí, con mayúsuclas).

Así inicia la intrincada trama de la historia, en la que el doctor Starks se verá obligado a cambiar por completo su apacible y monótona rutina de vida, su tradicional razonamiento e incluso su personalidad disciplinada. Al iniciar la novela, el protagonista vive en Nueva York, tiene una consulta privada en el mismo piso donde vive y del que es dueño, tiene una casa de veraneo para el mes que se da de vacaciones anualmente y diversas cuentas bancarias, hecho que, como el mismo describe, no lo sitúa entre los psicoanalistas más acaudalados del país pero sí en cierta zona de confort.

La figura estereotipo del doctor Starks tiene orígenes reales, pues el psicoanálisis estuvo en boga en Nueva York por más de cinco décadas a partir de la difusión del trabajo del padre del psicoanálisis (de origen judío) Sigmund Freud, creador de la terapia que en aquel entonces era exclusiva para neuróticos acaudalados.

En la primera parte (y la más extensa), se desvelan algunas situaciones y sucesos atroces que van uniendo eslabones al desarrollo de la historia, y, a pesar de la aparición de ciertos acontecimientos impactantes, la historia avanza a una velocidad relativamente lenta, cuestión que cambia poco antes de finalizar. La segunda parte inicia con una incógnita total, se desarrolla a paso constante y los acontecimientos desconcertantes siguen siendo un recurso frecuente, característico del autor; es la parte más breve de la obra y en ocasiones predecible, pero sigue manteniendo la tensión característica de la novela. Muestra también a un protagonista por completo transformado por las circunstancias a las que se ve orillado, dueño de un pensamiento mucho más crítico y seguro de sí mismo. En la última y tercer parte se definen aspectos fundamentales de la trama y muestran a un doctor Stark sumamente diferente: a lo largo de las páginas somos testigos de un cambio dramático y radical de la personalidad de un individuo ordinario y el resultado es indudablemente fascinante.

Regresando un poco, una característica muy importante del personaje de Rumplestilskin, que finalmente es quien inicia la odisea del doctor Starks, es que al igual que el proverbio utilizado por Pierre Choderlos de Laclos en su novela Las amistades peligrosas (Les Liaisons dangereuses, 1782), él también piensa que "la venganza es un plato que se sirve frío." De ahí que pudiera esperar más de dos décadas para cumplir su cometido y así lograr tomar represalias contra todas las personas involucradas en el hecho que marcó para siempre su existencia. Rumplestiltskin espera en el anonimato, preparándose en las sombras, por el momento perfecto para resarcir el daño del que (indirectamente) fue víctima. Y esto puede ser tan abrumador como lo aparenta, pues es lógico que quien espera más de veinte años para "ajustar cuentas" tiene en su poder todo lo necesario para conseguirlo.

El desarrollo psicológico de los personajes es muy profundo y desde el inicio de la novela abundan diálogos filosóficos que incluyen claves para comprender a las diversas personalidades que confluyen en la obra.

La novela culmina en un final abierto que anuncia una catástrofe latente, lo que puede predecir un segundo tomo. Desde las primeras páginas, las descripciones realistas y profundas forman imágenes vívidas en la mente del lector, por lo que sería un gran acierto la aparición de la versión cinematográfica de esta novela.

Pueden comprar el libro en Gandhi y El sótano.

Para finalizar, transcribo algunas de las mejores frases de la obra:

“(...) vivía solo, perseguido por los recuerdos de otras personas.” P. 15

“Suicídese, doctor.
Tírese de un puente. Vuélese la tapa de los sesos con una pistola. Arrójese bajo un autobús. Láncese a las vías del metro. Abra el gas de la estufa. Encuentre una buena viga y ahórquese. Puede elegir el método que quiera.
Pero es su mejor oportunidad.” P. 18

“(...) el analista suele encontrarse con que guardar silencio y no contestar al comportamiento provocador y escandaloso de un paciente es la forma más inteligente de llegar a las verdad psicológica de esos actos.” P. 21

“Tememos que nos maten. Pero es mucho peor que nos destruyan.” P. 35

“(...) a menudo, lo que nos amenaza de verdad y cuesta más de combatir es algo que procede de nuestro interior.” P. 35

“(...) había ignorado el caos que era en realidad su vida hasta que algo grande y perjudicial había irrumpido en ella (...)” P. 37

“Los sueños eran acertijos inconscientes e importantes que reflejaban el alma. Lo sabía, y solían ser vías que le gustaba recorrer.” P. 40

“(...) conocer los hechos no implica necesariamente comprenderlos.” P. 41

“¿No estás de acuerdo en que hasta la venganza más terrible empieza con una simple pregunta?” P. 48

“No puedes escribir una epopeya cuyo héroe se dé la vuelta ante las puertas del infierno (...)” P. 49

“El miedo y el mar son una combinación letal.” p. 53

“Normalmente, nos estorbamos los unos a los otros.” P. 55

“(...) había sido un hombre que se deleitaba con lo espantosa que era su vida, y prefería quejarse a cambiarla.” P. 86

“Vivía para sus odios” Ibídem

“El infierno puede adoptar muchas formas, doctor Starks. Piense en mí como en una de ellas.” P. 108

“La negación va acompañada ahora de la suposición de que es sólo una mentira de conveniencia para ser adaptada en algún momento posterior, cuando se ha negociado una verdad aceptable.” P. 123

“(...) descritos con un florido entusiasmo literario que quería ocultar la simplicidad de su realidad.” P. 152

“(…) se unió al desfile de personas decididas y resueltas con esa pétrea expresión urbana que parecía servirles de armadura frente a los demás.” P. 169

“(…) las mentiras se agradecen más que la verdad. Las verdades son siempre inoportunas.” P. 183

“¿No nos lastiman aquéllos a quienes amamos y respetamos más que aquéllos a quienes odiamos y tememos?” P. 191

“(…) el tiempo sólo agrava las heridas de la psique. Reconduce estas heridas, pero nunca las cura.” P. 210

“Considera las palabras dichas como un medio de llegar a la verdad. Yo las considero un medio para ocultarla.” P. 213

“Sonrió porque, por primera vez en meses, pudo recordar el sonido de su voz.” P. 279

“El lenguaje es el aspecto brusco de la locura (…)” P. 308

“Acepta la locura. (…) Crea el delirio. Establece la duda. Alimenta la paranoia.” P. 314

“Su problema era la realidad.” P. 354

“(…) había adquirido una saludable falta de respeto por la religión (…)” P. 355

“-El amor de un asesino por otro. ¿No te parece muy interesante?” P. 453

“La venganza sirve para limpiar el corazón y el alma.” P. 504

“-Todo el mundo merece morir por algo –añadió-. Nadie es inocente (…)” Ibídem


3 comentarios:

  1. como se interpreta la frase ¿No estás de acuerdo en que hasta la venganza más terrible empieza con una simple pregunta?” P. 48

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Me. Encanta cuando. Ponen en número de la página dónde están

    ResponderEliminar